El discurso bioético hegemónico contemporáneo adolece, a mi entender, de dos graves deficiencias. Una tiene que ver con el contenido y consiste en la insufi ciente atención que se ha prestado hasta el momento a las cuestiones de justicia distributiva. La otra hace referencia al sesgo ideológico, que se manifi esta en una cierta incapacidad para reconocer que ese discurso no es más que una propuesta entre otras y en el rechazo absoluto a las propuestas éticas que pretendan sostener algún tipo de absoluto moral. El empeño, difuso pero efi caz, por instaurar una suerte de “pensamiento bioético único” que amenaza la libertad de pensamiento en este campo, se manifiesta en el hostigamiento a las llamadas “bioéticas religiosas”. En las siguientes páginas me voy a ocupar brevemente de ambas deficiencias.