De vez en cuando la ciencia nos sorprende con hallazgos que pueden cambiar conceptos que parecían casi inamovibles. Esto es lo que a mi juicio puede provocar el artículo publicado por un grupo de investigadores del Instituto de Genética Reproductiva de Chicago, dirigido por el doctor Verlinsky, en la versión …
De vez en cuando la ciencia nos sorprende con hallazgos que pueden cambiar conceptos que parecían casi inamovibles. Esto es lo que a mi juicio puede provocar el artículo publicado por un grupo de investigadores del Instituto de Genética Reproductiva de Chicago, dirigido por el doctor Verlinsky, en la versión electrónica de la revista Reproductive BioMedicine Online (htp://www.rbmonline.com/Article 1558). En esencia, en dicho artículo se describe la posibilidad de obtener células madre embrionarias a partir de embriones humanos de cuatro días, es decir en fase de mórula.
Ahora las células madres embrionarias humanas se obtienen de los blastocistos, es decir, de embriones de 60 a 100 células. Para conseguirlas hay que eliminar la cubierta externa del blastocisto y acceder a las 20 o 30 células que constituyen su masa celular interna, que es la parte del embrión que va a dar lugar al cuerpo del futuro niño. Esta maniobra conlleva ineludiblemente la destrucción y muerte del embrión que dona las células. De ahí la dificultad ética que la obtención de células madre embrionarias humanas tiene, pues no es admisible destruir una vida humana para realizar experiencias biomédicas, por muy interesantes que sean los fines experimentales que se puedan conseguir.
Pero ahora parece que esto puede cambiar. En efecto, el equipo de Verlinsky ha desarrollado una nueva técnica que permite obtener células madre embrionarias humanas a partir de embriones de cuatro días, es decir de embriones de 60 a 70 células. Por tanto, uno o dos días antes de que se formen los blastocistos actualmente utilizados. Esto permite que a estos embriones se les pueda extraer una célula, a partir de la cual se puede desarrollar la línea celular que va a dar origen a las células madre embrionarias, y ello, sin tener que destruir al embrión donante.
Si estas experiencias se confirman, y parece que existe gran probabilidad de que así sea, se podría dar un cambio radical a la valoración negativa que ahora tiene el uso de células madre embrionarias humanas, ya que no existiría ninguna dificultad ética para utilizarlas cuando se obtuvieran de embriones de cuatro días, pues para su consecución no sería necesario destruir al embrión donante. íšnicamente existiría la dificultad moral de tener que utilizar la fecundación in vitro, ya que para la creación de los referidos embriones habría que recurrir a esta técnica de reproducción asistida, o utilizar los embriones sobrantes de prácticas de diagnóstico preimplantatorio.
En efecto, si la pareja que se somete a la fecundación in vitro lo autorizara, se podrían obtener, de alguno de los embriones generados, las correspondientes células que pudieran dar lugar a las células madre embrionarias, y después el embrión que las ha donado se podría implantar en su madre biológica. Esta acción tendría la misma valoración ética que la donación de órganos o tejidos a partir de un donante vivo. Es decir, tendría la catalogación moral positiva que hoy se da a esta práctica.
Creo que estamos ante un hallazgo de excepcional importancia. Si la posibilidad de obtener células madre embrionarias de buena calidad a partir de mórulas humanas (embriones de cuatro días) se confirma, habrían desaparecido las dificultades éticas que acompañan a la utilización de células madre embrionarias para fines experimentales biomédicos. Podría ser, por tanto, el fin de una etapa de grave confrontación científica y social, para pasar a otra en la que todos estuviéramos de acuerdo a cerca de la posibilidad de utilizar células madre embrionarias humanas para experiencias biomédicas, al no existir ninguna barrera ética para dichas experiencias, si se exceptúa la dificultad moral de la técnica utilizada para generar el embrión.
Sin embargo, conviene realizar una reflexión adicional. Como bien se sabe, para que las células embrionarias humanas puedan usarse para terapia celular, es decir, con fines curativos, es imprescindible clonar un embrión humano a partir del material genético del paciente al que se le quiere practicar el trasplante celular. Esto, hasta el momento, no se ha realizado, pues solamente se han clonado embriones humanos por un equipo de Corea del Sur, y estos no fueron utilizados para la obtención de células madre útiles clínicamente. Es decir, la técnica propuesta por Verlinsky y colaboradores no va a permitir usar células madre embrionarias con fines curativos, pero sí experimentales, y sin duda es una muy buena noticia que tales experiencias puedan desarrollarse sin tener que eliminar seres humanos embrionarios.
Publicado en Las Provincias, 2 de enero de 2005