keywords: clonación, clonacion reproductiva En la novela “Los niños del Brasil” de Ira Levin, un grupo de criminales de guerra, dirigidos por el Dr. Mengele, busca crear un nuevo líder Nazi haciendo copias idénticas de Hitler por medio de la clonación. Afortunadamente, hasta ahora, este escenario ha sido puramente ficticio. …
keywords: clonación, clonacion reproductiva
En la novela “Los niños del Brasil” de Ira Levin, un grupo de criminales de guerra, dirigidos por el Dr. Mengele, busca crear un nuevo líder Nazi haciendo copias idénticas de Hitler por medio de la clonación. Afortunadamente, hasta ahora, este escenario ha sido puramente ficticio. Sin embargo, en un futuro cercano, los progresos de la ciencia pueden hacer factible la “producción” de seres humanos idénticos desde un punto de vista genético.
En los últimos años, científicos europeos y norteamericanos han logrado producir copias idénticas de gatos, ranas, ratones y hasta ovejas: la famosa “Dolly”. En octubre del año pasado, una compañía norteamericana anunció que había logrado “producir” el primer embrión humano clonado, si bien él sólo vivió un par de días. En febrero, el gobierno británico autorizó la experimentación en embriones humanos concebidos a través de la clonación.
Estos acontecimientos son preocupantes. La “producción industrial” de seres humanos presenta serios problemas éticos y jurídicos. ¿Es acaso moralmente aceptable la “producción artificial” de seres humanos idénticos? ¿Con qué fines? ¿Tendrían derechos humanos los niños clonados? ¿Qué derecho tendrían los donantes, es decir, las personas copiadas? ¿Se puede permitir el tráfico en óvulos y en madres “de alquiler”? ¿Sería justo acaso producir embriones humanos clonados para extraerles órganos o células estaminales (células madres), a fin de hacer transplantes, y “desechar” el resto? ¿Sería aceptable producir embriones humanos para hacer experimentos científicos, matándolos en el proceso? ¿Cuáles son los derechos humanos de esos embriones? ¿Se puede permitir acaso el comercio en embriones humanos clonados y de sus órganos? ¿Cómo se protegerían los derechos humanos y la dignidad de las mujeres que vendan sus óvulos o que presten su cuerpo para que se implanten los embriones?
Estas preguntas demandan una respuesta pronta y clara. Desde el punto de vista de la ética judeo-cristiana, el ser humano, creado a la imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad intrínseca y absoluta por lo que no puede ser manipulado, producido o explotado. Desde el punto de vista del Derecho Natural, tal y como señalaba el filósofo Kant, el ser humano debe ser considerado siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio. En consecuencia, es inmoral crear embriones humanos con fines de experimentación o para extraerles células madre. Desde el punto de vista de los derechos humanos, la Convención Interamericana señala que la vida humana debe ser protegida desde el momento mismo de la concepción, mientras la Sala Cuarta ha reconocido que los embriones humanos son sujeto de todos los derechos fundamentales desde el primer momento de su existencia. Por ello, si se llegase a crear un embrión humano por medio de la clonación, él o ella deberá ser tratado con la misma dignidad y respeto que todo otro niño o niña.
En esas negociaciones, un grupo de países procura prohibir sólo la clonación con fines reproductivos, es decir, aquella donde se conciba un embrión humano por medio de la clonación a fin de obtener el nacimiento un niño clonado. Esas naciones procuran permitir la llamada clonación “terapéutica y experimental” argumentando que ella permitiría desarrollo comercial de nuevas técnicas médicas.
Esta posición no significa que nuestro grupo de países esté en contra del progreso de la ciencia o del desarrollo de nuevas técnicas médicas. Lejos de ello. Los expertos científicos de los Estados Unidos han señalado la existencia de técnicas aún más prometedoras, como la utilización de células madres adultas (células estaminales de origen post-natal) que se encuentran en el cordón umbilical y en la médula ósea de los adultos, cuyo uso no presenta problemas éticos.
En la novela de ciencia-ficción “Un Mundo Feliz”, Aldous Huxley nos presenta una comunidad ideal donde los seres humanos son diseñados y “manufacturados” industrialmente para jugar papeles predeterminados en la sociedad. Los personajes son profundamente infelices. La riqueza de la humanidad reside en su diversidad y variedad, en el hecho de que cada ser humano es único, distinto e irrepetible. Esta dignidad es la que Costa Rica procura defender.