Alarma ante el aborto eugenésico en Italia

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Se extiende la “handifobia” frente al feto con malformaciones

Roma. La prensa italiana se ha hecho abundante eco de un episodio ocurrido en junio en Milán, pero divulgado a finales de agosto. Una mujer, en espera de dos niñas gemelas, descubre que una padece el síndrome de Down y decide practicar un aborto selectivo. Pero en el quirófano –por una “fatalidad”, se dice– se elimina a la niña sana (y luego también a la Down).

Este dramático caso ha renovado el debate sobre la ley del aborto, aprobada en Italia hace treinta años. Pero ha sido también una señal de alarma sobre la mentalidad eugenésica que se está difundiendo en la sociedad. En efecto, desde hace tiempo se está extendiendo en distintos países lo que algunos expertos llaman “handifobia”, el miedo al handicap. Se trata de una mentalidad eugenésica (eliminación de los considerados imperfectos), distinta de la practicada por Hitler: aquí no se impone la selección desde arriba, por la fuerza, sino desde abajo, en nombre de un derecho a no sufrir. Es una eugenesia privada.

El aborto produce cada año en Italia ciento treinta mil víctimas, pero se sabe poco de ellas. Y concretamente de los catalogados como abortos terapéuticos, aquellos para cuya práctica está permitido superar los noventa días establecidos por la ley en los demás casos. No era esta la situación de las gemelas de Milán (perfectamente viables). En realidad, los abortos eugenésicos se practican bajo el rótulo de terapéuticos, pues la eugenesia no está contemplada en la ley del aborto italiana.

En un país donde abundan las estadísticas sobre otros temas, se desconocen datos relevantes en torno al aborto: por ejemplo, el número de diagnósticos prenatales que identifican malformaciones en el feto, cuántos acaban en aborto y cuántos se demuestran luego equivocados. Un caso del pasado mes de marzo, ocurrido en Florencia, puso esta realidad en evidencia: un niño de 22 semanas sobrevivió al aborto durante varios días; se demostró que era perfectamente sano y no padecía la enfermedad que le habían diagnosticado.

Junto al debate, queda el dolor multiplicado de una familia que pensaba evitar el sufrimiento eliminando lo que consideraban su causa. “Mi marido y yo no podemos dormir; nuestra vida está arruinada”, dicen al Corriere della Sera (28 -08-2007). Alguien ha recordado la parcial semejanza de este episodio con la trama de Hija de la memoria (The Memory Keeper’s Daughter), el bestseller de Kim Edwards que cuenta la historia de dos gemelos, un chico sano y una chica con síndrome de Down. El padre entrega la niña recién nacida a la enfermera y dice a su mujer que la pequeña ha fallecido. Pretendía evitar de ese modo el dolor de convivir durante toda la vida con un discapacitado. El relato cuenta que el chico crece en esa familia dominada por la angustia y el remordimiento; mientras que la niña vive en un entorno de amor.

Diego Contreras. Aceprensa, 5, septiembre 2007

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