El ser humano es una entidad manifiestamente mejorable, no sólo desde el punto de vista físico, sino también desde el psicológico, el cognitivo, el moral, el emocional…, y la tecnología puede proporcionar las mejoras que necesita. Por extraña que pueda sonar a algunos la segunda parte de la frase anterior (asumo que pocos serán tan panglosianos como discutir la primera parte), ésta no es una idea nueva. Nos ha acompañado durante un buen trecho a lo largo de la historia. Basta con leer los logros que en el siglo XVII Francis Bacon atribuía a la Casa de Salomón en su utopía La nueva Atlántida para comprobarlo. Y no estaría muy desencaminado quien quisiera retrotraerla al Renacimiento, al momento mismo de la proclamación de los ideales humanistas.