Berg: La Clonación humana puede producir monstruos (27-may-2001)

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LA CLONACION HUMANA PUEDE PRODUCIR MONSTRUOS   Paul Berg     Pocos investigadores pueden añadir la vitola de un premio Nobel a su trayectoria profesional, pero muchos menos pasan a la historia, como Paul Berg, con un experimento que ha transformado profundamente la ciencia, la tecnologí­a y la sociedad. Al combinar los materiales genéticos de …

LA CLONACION HUMANA PUEDE PRODUCIR MONSTRUOS

 

Paul Berg

 

 

Pocos investigadores pueden añadir la vitola de un premio Nobel a su trayectoria profesional, pero muchos menos pasan a la historia, como Paul Berg, con un experimento que ha transformado profundamente la ciencia, la tecnologí­a y la sociedad. Al combinar los materiales genéticos de un virus de un simio y de una bacteria, este cientí­fico de la Universidad de Stanford propició en 1972 el nacimiento de la moderna ingenierí­a genética. Tres años después se organizó la Conferencia de Asilomar, donde la comunidad cientí­fica analizó las ventajas y peligros de la nueva tecnologí­a. Muy poco después, la técnica que desarrolló Berg permitió producir insulina y otros muchos fármacos, desarrollar animales y plantas transgénicas y comenzar el desciframiento del genoma humano. Esta semana, el premio Nobel de Quí­mica de 1980 dictó una conferencia en la Fundación Ciencias de la Salud.

– ¿Profesor, cómo valora los resultados del primer análisis de la secuencia del genoma humano, por ejemplo, el número de genes hallado?

– Se ha dicho que existen muchos menos genes de lo esperado y eso ha confundido a la sociedad. Antes del proyecto se consideró que cien mil era el número necesario para producir todas las proteí­nas. Entonces desconocí­amos cuántas proteí­nas puede fabricar cada gen. Ahora sabemos que en el ser humano pueden ser de cinco a diez. Tenemos 30.000 genes y entre 250.000 y 300.000 proteí­nas. Como estas últimas forman la maquinaria del cuerpo, el número de genes es irrelevante. En la industria farmacéutica alguien dijo que el «genoma no será tan valioso como pensábamos». Pero lo importante son las proteí­nas porque son la diana de los fármacos.

 

ENCONTRAR LAS DIFERENCIAS

 

-¿Cree que la revolución para la medicina llegara con el estudio del proteoma humano, el conjunto de proteí­nas de nuestro organismo?

-Sí­, aunque no hay que minimizar la genómica. Todos los humanos compartimos más del 99,9 por ciento de los genes, pero usted y yo tenemos distintas capacidades y susceptibilidades a padecer enfermedades. Desconocemos por qué, pero la información está en el genoma. Uno de los retos es analizar el material genético de muchas personas para encontrar la clave de esas diferencias. Sabemos que hay una media de tres millones de diferencias en el genoma denominadas «snips». Trabajo ahora con la empresa Affymetrix, especializada en los «chips de DNA» que permitirán identificar esas diferencias y mutaciones en genes que, si bien no causan enfermedades, influyen en la cantidad de proteí­nas que son producidas. Yo creo que los «snips» regulan los pequeños cambios en los niveles de proteí­nas que producen los distintas caracterí­sticas morfológicas y comportamientos humanos.

 

-El acceso a la secuencia del genoma es gratuita, pero las herramientas para su análisis, como los «chips de DNA», son caras. Esta circunstancia puede propiciar desigualdades entre paí­ses ricos y los pobres para lograr beneficios de esa información biológica.

-Es cierto. No obstante, los grandes descubrimientos surgirán en pequeños laboratorios porque así­ ha ocurrido en la historia de la ciencia.

Yo les dirí­a a los cientí­ficos españoles que piensen a largo plazo. En lugar de competir hoy con los grandes centros, lo que serí­a probablemente una pérdida de dinero, es mejor centrarse en los avances que serán necesario dentro de diez años.

-¿Es importante entonces que los Gobiernos apoyen la ciencia básica?

-Absolutamente. En la mayorí­a de los casos, cuando se orienta la investigación hacia objetivos especí­ficos no se obtienen resultados. No se puede predecir dónde surgirá la nueva información fundamental. En el Instituto Nacional del Cáncer, la mayor parte de los fondos se destina a investigación básica. Y muchos proyectos financiados no están directamente relacionados con el cáncer.

 

APOYO A LOS Jí“VENES

-En Europa, la mayorí­a de los polí­ticos quieren resultados a muy corto plazo y optan por la ciencia que asegura rendimientos económicos.

-En Estados Unidos hay una diferencia fundamental respecto a Europa y Japón. Se apoya a los jóvenes investigadores. En Europa, los fondos van a parar a los cientí­ficos veteranos. Si sólo los de mayor edad controlan lo que se hace, no se dan oportunidades a los jóvenes para hacer cosas diferentes. Cuando empecé a investigar hace cincuenta años, se me permitió hacer lo que querí­a. El pasado año estuve en el jurado de un premio español y me sorprendió que hubiese candidatos de 80 y 60 años. No habí­a jóvenes. En EE.UU. hay muchos premios para cientí­ficos menores de 35 años, y eso estimula a realizar investigación creativa.

-Existe una gran preocupación por el plan para clonar seres humanos de un grupo de investigadores. ¿Es momento de parar y pensar en las consecuencias, como se hizo con la ingenierí­a genética en 1975?

-Tras conocerse esos planes de clonación ha habido comparecencias en el Congreso de EE.UU. La mayorí­a de cientí­ficos condenó cualquier intento porque en animales sólo se ha tenido éxito en el 2 por ciento de los experimentos. Y muchos de los animales que nacieron murieron poco después. La tecnologí­a no es reproducible. Si se intenta con humanos puede originar bebés con defectos monstruosos o que mueran prematuramente. La Administración de Fármacos y Alimentos quiere prohibir la clonación humana, pero expertos en leyes han examinado el problema y han comprobado que no puede. Lo más preocupante es que dicen que si la ley sale adelante en el Congreso podrí­a ser inconstitucional.

-¿Es necesaria una regulación estricta de estas nuevas fronteras de la medicina?

-Soy partidario de establecer prohibiciones, pero los expertos en leyes afirman que no pueden defenderse desde el punto de vista legal porque el Tribunal Supremo dice que no caben regulaciones en una práctica médica. Es preocupante.

 

-Usted ha firmado una carta dirigida a George Bush que solicita la concesión de fondos gubernamentales a los cientí­ficos que quieran investigar con células madre de embriones humanos.

-Cuando regrese a EE.LTU. testificaré en un comité de la Cámara de Representantes, donde hay congresistas que apoyan estas investigaciones y otros que las relacionan con el aborto porque esas células proceden de embriones. En EE.UU. hay un gran número de clí­nicas que conservan embriones que no han sido implantados. Las alternativas son destruirlos, destinarlos a investigación o donarlos. La pregunta es si es más aceptable desde el punto de vista moral destruir esos embriones que destinarlos a investigación. Lo cierto es que con sólo cincuenta embriones descartados podrí­an trabajar durante un año los cientí­ficos de EE.UU. Bastarí­a con doce lí­neas de células madre para poder investigar durante un largo periodo de tiempo. Aunque las células madre no pueden originar un ser humano, hay quien las relaciona con los abortos, frente a las asociaciones de enfermos, como los que sufren diabetes juvenil, que apoyan su uso por su potencial para crear tejidos o cualquier órgano.

-Pero también se están logrando resultados prometedores con células madre existentes en tejidos adultos. ¿No se puede con ellas descubrir cómo se desarrolla un órgano como el páncreas y usarlas con fines médicos?

-Las personas que se oponen a la investigación con células madre embrionarias dicen que no es necesario destruir embriones, ya que los adultos tenetnos células madre. Pero estás son muy raras, no se han podido cultivar y no se ha demostrado su potencial.

 

(ABC, 27.V.2001)

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