São Paulo. Brasil sigue pendiente del proyecto para legalizar el aborto (cfr. Aceprensa 143/05, pp. 3-4), pues este febrero reanuda el trabajo la comisión parlamentaria que lo está tramitando. Si prosperase la propuesta, Brasil tendría una de las leyes de aborto más permisivas del mundo con una opinión pública mayoritariamente …
São Paulo. Brasil sigue pendiente del proyecto para legalizar el aborto (cfr. Aceprensa 143/05, pp. 3-4), pues este febrero reanuda el trabajo la comisión parlamentaria que lo está tramitando. Si prosperase la propuesta, Brasil tendría una de las leyes de aborto más permisivas del mundo con una opinión pública mayoritariamente contraria. Pero el intento ha servido para que la gente se movilice.
En Brasil, la inviolabilidad de la vida es un principio fundamental expresamente reconocido en la Constitución desde 1946. También el Código Civil habla de los derechos del “nasciturus”, lo que supone considerarlo implícitamente como persona desde la concepción. El Código Penal prohíbe el aborto, aunque no lo penaliza en dos casos: estupro y si no hay otro medio de salvar la vida de la gestante.
Así las cosas, en abril de 2005 el Ministerio de Salud se propuso llevar a cabo un “amplio debate” sobre el aborto, en el seno de una “Comisión tripartita” (gobierno, iglesias y sociedad civil), en el que deberían “participar todos los sectores de la sociedad”. Al cabo de poco tiempo, ese “debate” degeneró en monólogo. Se excluyó de la Comisión a la Conferencia Episcopal católica y a todas las organizaciones evangélicas contrarias al aborto porque sólo presentarían “argumentos religiosos”, lo que sería contrario a la separación entre Iglesia y Estado. Al final, sólo quedaron representadas en la Comisión tres organizaciones abortistas.
A finales de septiembre, la Comisión presentó a la Cámara de los Diputados un proyecto de ley ya antiguo, archivado desde 1991, cuyo primer artículo establecía: “Toda mujer tiene derecho a la interrupción voluntaria de su embarazo, que debe ser realizada por un médico y está condicionada al consentimiento libre y expreso de la gestante”. A la vez, el texto revocaba los preceptos del Código Penal que castigan el aborto, menos el relativo al aborto contra la voluntad de la madre. Por tanto, lo que se propone es la completa liberalización del aborto, aunque casi todo el mundo dijo que se ponía el límite de las doce primeras semanas de gestación. En realidad, ese plazo es aquel en que, según el artículo segundo del proyecto, los seguros sanitarios públicos y privados están obligados a realizar o pagar el aborto.
Discusión en la Cámara
Como primer paso del procedimiento legislativo, el proyecto ha sido sometido a la Comisión de Seguridad Social y Familia de la Cámara de los Diputados, que se ha mostrado más equitativa que la tripartita. Antes de decidir, la Comisión quiso escuchar en audiencia pública a algunos médicos y entidades, favorables u opuestos al proyecto. A petición de una diputada del Partido de los Trabajadores (PT), en el gobierno, la sesión, convocada para el 22 de noviembre, se inició con la proyección del cortometraje “El grito silencioso”, de Bernard Nathanson. La ponencia más importante fue la del Dr. Paulo Leão, presidente de la Unión de Juristas Católicos de Río de Janeiro. El 6 de diciembre hubo una audiencia más, que acabó en violenta discusión entre partidarios y contrarios del aborto. El presidente de la Comisión optó por suspender el debate y aplazar la votación hasta febrero de 2006.
Una vez que la Comisión de Seguridad Social y Familia se pronuncie, el proyecto pasará a la Comisión de Constitución y Justicia, donde sin duda se recrudecerán los debates. Sólo después podrá deliberar la Cámara legislativa.
Brasil asiste, pues, a una polémica similar a la de otros lugares. Pero aquí no se suele justificar el aborto con argumentos sobre autonomía individual, preferidos en el Primer Mundo. Más bien las campañas se basan en la ideología laicista, bajo la a menudo mal entendida separación entre Iglesia y Estado. Así, se acusa a los pro-vida de basarse sólo en prejuicios religiosos, por más que sus argumentos se apoyen en razones médicas, sociológicas y filosóficas.
Pero, a diferencia del “lobby” abortista, los movimientos pro-vida brasileños están poco organizados y escasamente financiados. La sociedad se viene mostrando lenta y de difícil despertar, pero gracias a una tarea divulgativa que se hace sobre todo por Internet y al margen de los principales medios de comunicación, empieza a reaccionar.
Aceprensa
Firmante: Félix Ruiz Alonso
25-01-2006
009/06