Conferencia Episcopal de Costa RicaSecretariado Nacional de Comunicación COMUNICADO Violación y aborto A la opinión pública en general: Ante los últimos casos de violación contra dos menores de edad que han llenado de dolor e indignación a nuestro país, los obispos costarricenses, asumiendo nuestro compromiso como guías y pastores del Pueblo de Dios indicamos: …
Conferencia Episcopal de Costa Rica
Secretariado Nacional de Comunicación
COMUNICADO
Violación y aborto
A la opinión pública en general:
Ante los últimos casos de violación contra dos menores de edad que han llenado de dolor e indignación a nuestro país, los obispos costarricenses, asumiendo nuestro compromiso como guías y pastores del Pueblo de Dios indicamos:
1. La Violación, además de lesionar profundamente el derecho de cada persona al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral, atenta contra la justicia y la caridad, cuanto más si, como en los casos que nos ocupan, se trata de creaturas inocentes.
Como Iglesia del Señor, participamos del sentir de nuestro pueblo y, mientras elevamos nuestra voz en contra de tan abominables agresiones, motivamos a las autoridades correspondientes para no dejar impunes tan graves delitos.
A las familias de las niñas afectadas nuestra más profunda solidaridad y cercanía en estos momentos de consternación.
2. Respecto a la discusión suscitada en torno al caso en el que una indefensa niña, además de haber sido violada atrozmente, ha quedado embarazada, señalamos a continuación:
«La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta” la acción creadora de Dios” y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente».
La perspectiva cristiana de entender la existencia comienza con el reconocimiento de que cada ser humano ha sido creado a imagen de Dios. En consecuencia, el respeto por la vida humana y la dignidad que le es inherente a cada ser humano es un principio que tiene su fundamento en la Ley de Dios, siendo además, un principio respetado en los instrumentos internacionales declarativos de derechos humanos y en nuestra propia legislación.
La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno. En efecto, es una desobediencia grave a la ley moral, más aún, a Dios mismo, su autor y garante; y contradice las virtudes fundamentales de la justicia y de la caridad.«Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo». (EVANGELIUM VITAE, 57)
3. Como señaláramos en nuestra Carta Pastoral ” No los matéis, dádmelos que yo los amo” del 4 de marzo de 1992: “No se ha logrado demostrar claramente hasta ahora que un grave trastorno psíquico en una madre embarazada involuntariamente se cure mediante un aborto, más bien , la experiencia parece indicar que el aborto como remedio psíquico es mucho más perjudicial para la madre ya que junto al dolor de la agresión aparece el conflicto inevitable de haber provocado un homicidio… El aborto ni remedia la violación ni da tranquilidad a las conciencias, ni sana las heridas psíquicas.”
No se puede matar a un bebé ni siquiera para salvar la vida de la madre porque ambas son vidas humanas independientes.
Si en el peor de los casos la madre violada sigue rechazando a su hijo una vez nacido el sentido de la prudencia y la proporcionalidad parece indicar que lo más indicado sería legislar a favor de los desvalidos e inocentes y no a favor de que se acepte como legal un homicidio.
4. Es nuestra responsabilidad como pueblo solidario brindar, tanto a la niña como a la creatura inocente que lleva en su vientre, todo el apoyo material, médico, psicológico y espiritual necesario para continuar con sus vidas.
Dado en la Sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica el día martes 4 de febrero del 2003.
Les saluda y bendice,
Monseñor José Francisco Ulloa Rojas |