Construyendo una sociedad amable con la vida

Recientes decisiones políticas han reabierto en España con fuerza el debate público sobre la defensa de la vida y, en particular, plantean el reto de discernir qué debemos hacer los ciudadanos corrientes cuando los gobernantes abandonan de forma expresa su obligación de proteger a quien más lo necesita: el no nacido y, con él, a su madre.
los grandes dilemas que afectan a la familia y la vida son hoy en las sociedades occidentales expresión de una crisis de civilización que está más allá de la política y las leyes, aunque determina a fondo a la una y a las otras; y
a todos nos toca afrontar el reto de regenerar nuestra sociedad desde abajo, desde lo más ordinario de la vida diaria donde nos codeamos con el resto de nuestros conciudadanos, sin limitarnos a pedir a los gobernantes y políticos que nos arreglen ellos los problemas pues éstos, en gran medida, ya están más allá de la política pues son problemas que hunden sus raíces en una cosmovisión equivocada que ha renunciado a las claves humanistas de Occidente y el cristianismo.
estos problemas solo se arreglarán si somos capaces de ayudar a nuestros contemporáneos a volver a anclarse en el humus cultural del humanismo cristiano, algo que no se puede conseguir solo desde el poder político. A todos nosotros nos corresponde mejorar nuestra sociedad y debemos ponernos manos a la obra sin esperar a que otros -no se sabe quienes- se encarguen de ese trabajo.