Continua la polémica sobre el riesgo de tromboembolismo venoso en mujeres que tomaron anticonceptivos de tercera generación Desde que en 1995 tres importantes estudios médicos alertaron sobre la posibilidad de que los anticonceptivos orales de tercera generación pudieran incrementar el riesgo de tromboembolismo venoso, se ha mantenido una …
Continua la polémica sobre el riesgo de tromboembolismo venoso en mujeres que tomaron anticonceptivos de tercera generación
Desde que en 1995 tres importantes estudios médicos alertaron sobre la posibilidad de que los anticonceptivos orales de tercera generación pudieran incrementar el riesgo de tromboembolismo venoso, se ha mantenido una viva polémica en la literatura medica sobre este tema, aunque un artículo publicado en el BMJ (Provida-Press nº 62) parecía confirmar de una forma fehaciente que los anticonceptivos de tercera generación tienen aproximadamente dos veces más riesgo de producir tromboembolismo venoso, que los de segunda generación. Sin embargo, un oscuro problema ético se ha venido a añadir a esta polémica médica, la posibilidad de que determinadas firmas farmacéuticas fabricantes de los referidos anticonceptivos de tercera generación pudieran estar manipulando de alguna forma los resultados obtenidos. En efecto, en un número anterior de Provida-Press (nº 55) nos referimos a un trabajo publicado en el BMJ (321; 190,2000) en el que se ponía de manifiesto cómo, en 4 trabajos subvencionados por las firmas comerciales fabricantes de los anticonceptivos de tercera generación no encontraban que éstos tuvieran más riesgo de tromboembolismo venoso que los de segunda generación y en cambio, en 8 trabajos no subvencionados por firmas comerciales, 7 indicaban lo contrario, que si se incrementaba el riesgo de trombosis venosa profunda. Lo que abunda en el hecho de lo que pueden influir los intereses comerciales cuando de evaluar aspectos negativos de un fármaco se trata. Abundando en esta hipótesis una reciente comunicación en Lancet (357; 779, 2001) vuelve a avivar la polémica sobre el fraude en alguna de estas investigaciones. Según una noticia difundida en el canal de radio holandés VPRO Argos, en 1997 la compañía farmacéutica Wyeth parece que patrocinó un estudio para valorar el riesgo de tromboembolismo venoso en las usuarias de anticonceptivos de tercera generación. El estudio utilizó datos obtenidos entre 1988 y 1995 del “General Practice Research Databare”, que ha sido utilizado más de una vez para este fin, pero con resultados contradictorios. Según comenta el doctor Frits Rosendaal, de la Universidad de Leiden, uno de los más cualificados expertos en epidemiología clínica, el asunto es que la compañía nunca ha publicado los resultados de este estudio, probablemente porque los mismos no le eran muy favorables, lo que a juicio de Rosendaal es absolutamente inaceptable, pues esto significa, que solamente en Holanda, como consecuencia de esta omisión, varios cientos de mujeres han podido padecer un accidente tromboembólico venoso en los últimos años, que se podría haber evitado. Sin embargo, Wyeth afirma que ellos pasaron los resultados del estudio a la Agencia Europea para la Evaluación del Medicamento (EMEA) en 1999, aunque dichos resultados nunca han sido publicados. Sin duda, otro dato más que viene a oscurecer el juicio ético sobre las experiencias realizadas con anticonceptivos de tercera generación, sobre todo cuando éstas son financiadas por los propios laboratorios que los fabrican. No parece extraño que ésto ocurra cuando existe un gran mercado detrás de estas píldoras, pues no hay que olvidar que hoy en día son alrededor de 100 millones de mujeres en el mundo las que utilizan la anticoncepción oral.
Providapress, n 71