DOMINGO 8 de enero (HealthDay News/HispaniCare) — Incluso en un hospital, enfrentarse a la muerte puede ser un asunto terrorífico. Los médicos corren de un lado a otro. Los aparatos llenan el aire de sonidos extraños. Las agujas y las pruebas hurgan y pinchan. Sobre todo, puede haber una sensación de … DOMINGO 8 de enero (HealthDay News/HispaniCare) — Incluso en un hospital, enfrentarse a la muerte puede ser un asunto terrorífico.
Los médicos corren de un lado a otro. Los aparatos llenan el aire de sonidos extraños. Las agujas y las pruebas hurgan y pinchan. Sobre todo, puede haber una sensación de absoluta impotencia, una sensación de que ya uno no controla su vida.
Pero ahora, en imitación del trabajo de los Hospices, más hospitales de los EE.UU. están comenzando a esforzarse por hacer del final de la vida algo tan natural y cómodo como sea posible. Y una muerte digna se está convirtiendo en una mayor prioridad en los ambientes médicos, sobre todo a medida que la población de la generación de la posguerra se enfrenta a su propia mortalidad.
La cantidad de hospitales que ofrecen atención de Hospice y paliativa ha aumentado de forma dramática en los últimos años, de 632 en 2000 a 1,027 hospitales en 2003, según un estudio reciente.
“Se está empezando a reconocer qué es lo mejor para el paciente y la familia, de que toda persona que llega al final de la vida merece un buen apoyo paliativo”, afirmó J. Donald Schumacher, presidente y director ejecutivo de la National Hospice and Palliative Care Organization, una organización caritativa creada en 1992 para mejorar la comprensión sobre el Hospice en los Estados Unidos, por medio de la investigación y la educación.
Este nuevo interés en la atención paliativa, que busca mantener la calidad de vida de los pacientes incluso mientras los médicos aún tratan de salvarlos, debería haberse despertado aún antes, según el Dr. Sean Morrison, investigador líder del estudio y vicepresidente de investigación del departamento de geriatría de la Escuela de medicina Mount Sinai de la ciudad de Nueva York.
“Se ha vuelto claro que la atención de pacientes de enfermedades graves necesita mejorarse en este país”, apuntó Morrison. “El dolor todavía se trata marcadamente poco en los hospitales de los EE.UU. Con frecuencia, los pacientes reciben atención contraria a sus deseos. Se está sobrecargando cada vez más a las familias con las necesidades de sus parientes enfermos en un ambiente de un sistema de atención de salud que no responde”.
Los programas de Hospice han intentado durante décadas ofrecer una alternativa a la muerte en una fría y estéril habitación de hospital.
La atención de Hospice está diseñada para ofrecer comodidad y apoyo a los pacientes y sus familiares cuando una persona sufre de una enfermedad fatal e incurable, según la National Hospice and Palliative Care Organization. Un programa de Hospice se encarga de todos los síntomas de la enfermedad, sobre todo del dolor y la incomodidad del paciente. También se ofrece atención para el impacto emocional, social y espiritual de la enfermedad sobre el paciente y sus familiares y amigos.
El primer programa de Hospice de los Estados Unidos, The Connecticut Hospice Inc., en Branford, se inauguró en marzo de 1974. Actualmente, hay más de 4,000, y sólo en los últimos 18 meses se han abierto 400 programas de Hospice, señaló Schumacher.
Dada la envejeciente población estadounidense, el aumento en la atención de Hospice tiene sentido.
Se espera que la población total de estadounidenses de la tercera edad se duplique para 2030, cuando más de 70 millones de personas sobrepasarán los 65 años, según la Administración sobre el envejecimiento del Ministerio de servicios de salud y humanos de los EE.UU.
“Dado el aumento de las personas de la generación de la posguerra que necesitan atención para el final de sus vidas, la atención paliativa es algo que necesita ser aceptado en muchos ambientes hospitalarios”, afirmó Schumacher. “La cantidad de programas aumenta, al igual que la cantidad de pacientes”.
Hay una diferencia entre la atención de Hospice y la paliativa, aunque ambas se concentran en ayudar a la persona a estar cómoda al resolver el dolor y el sufrimiento físicos o emocionales.
La atención de Hospice se concentra en aliviar los síntomas y apoyar a los pacientes que están a horas, días o meses de la muerte. Su tratamiento se enfoca exclusivamente en la comodidad, no en la curación.
La atención paliativa se puede administrar en cualquier momento durante la enfermedad del paciente, a partir del diagnóstico, sin importar la expectativa de vida. Los pacientes reciben tratamientos para la comodidad incluso mientras los médicos también buscan una cura para su enfermedad.
Morrison señaló que los hospitales ya están listos para programas de atención paliativa, sobre todo para los pacientes a quienes no les queda mucho tiempo.
“Son un lugar lógico para buscar la mejora de la atención de los pacientes de enfermedades graves”, aseguró. “Que se esté tratando de curar a alguien o extender su vida no significa que no debería tratarse su dolor, que no deberían satisfacerse sus necesidades psicológicas. No debería ser lo uno o lo otro. Eso es algo que la atención paliativa moderna reconoce”.
Una buena atención paliativa también puede proporcionar ahorros a los hospitales, pues los equipos que suministran la atención deben sincronizar sus acciones con las metas fijadas por su paciente.
“Al hacerlo, se reduce una inmensa cantidad de desperdicio”, dijo Morrison. “Los pacientes reciben lo que desean cuando lo desean y no reciben nada que no deseen. Es una atención más racional y mucho menos costosa para los hospitales”.
Y al final, los programas de atención paliativa mejoran las cosas para todas las personas que deben tratar los hospitales.
“Su dolor se alivia, sus otros síntomas mejoran, los pacientes sienten que reciben una mejor atención”, añadió Morrison. “Cuando los pacientes reciben atención paliativa, las familias se encuentran significativamente más satisfechas”.