Las ciencias neurobiológicas actuales permiten salir del estrecho margen de planteamiento que se pregunta si la persona homosexual «nace o se hace». El cerebro de todo ser humano nace y se hace. Como todo lo humano el primer nivel es el biológico y éste se une intrínsecamente con el nivel de las relaciones interpersonales que permiten a cada uno su propia biografía, en convivencia con los demás. Es el nivel del psiquismo humano.
La enorme plasticidad del cerebro lo largo de la vida, y especialmente durante la infancia y adolescencia, hace que tanto la estructura y la funcionalidad cerebral de toda persona se configure de forma muy sensible a sus experiencias, vivencias, decisiones, adicciones y especialmente sus relaciones interpersonales, educación y cultura. Gracias a la plasticidad cerebral, especialmente entre la pubertad y final de la adolescencia, no hay dos cerebros iguales como no hay dos personas iguales sean mujeres o sean varones y sea cual sea su orientación sexual.
El presente trabajo se sitúa en esta perspectiva y pretende ofrecer los avances recientes de las ciencias neurobiológicas, que ayuden a una racionalidad, libre de prejuicios, y consciente de la necesidad de un claro y profundo conocimiento a la naturaleza de la homosexualidad, cuestión en la que la neuro-ciencia tiene mucho que aportar.
Construcción del cerebro de varón y del cerebro de mujer
Está bien establecido que existen diferencias en la estructura y en las estrategias –circuitos por los que discurre la información para procesar un evento – propias del cerebro de mujer y del cerebro de varón. La causa de las diferencias es en primer término siempre la dotación genética del par XX o XY. Un gen situado en el cromosoma Y pone en marcha en los varones el programa de la masculinidad y frena el patrón de la feminidad. En las mujeres el patrón de la feminidad se pone en marcha por la doble dosis de información genética que aporta el par XX y por la ausencia del Y. Durante el desarrollo embrionario, en dosis y en tiempos distintos, aparecen las hormonas sexuales de uno u otro sexo y las moléculas de las células que las captan, los receptores, tanto en las gónadas como en el cerebro. Se establece así, antes de nacer, el boceto de cerebro de cada uno con patrón masculino de hemisferios asimétricos, o femenino con simetría hemisférica y áreas con diverso tamaño en uno u otro.
Lo importante del boceto no son los tamaños relativos de unas u otras regiones, sino cómo se establecen las conexiones entre ellas permitiendo, o por el contrario dificultando, el procesamiento de la información que fluye a través de las fibras y fascículos de materia blanca entre regiones más o menos alejadas en la estructura cerebral. La actividad cerebral depende de estos circuitos que conducen la información neuronal.
Publicado en Cuad. Bioét. XXIII, 2012/2a