El abortismo en Polonia ya ha sido abolido

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El pueblo polaco, que ya encabezó la liberación de los pueblos europeos sometidos a las dictaduras comunistas, ha demostrado que se puede superar fácilmente un largo pasado abortista. La legalización y promoción del aborto fue una creación del invasor nazi (1942), que retomó el comunismo bajo la imposición estalinista (1956). A …

El pueblo polaco, que ya encabezó la liberación de los pueblos europeos sometidos a las dictaduras comunistas, ha demostrado que se puede superar fácilmente un largo pasado abortista. La legalización y promoción del aborto fue una creación del invasor nazi (1942), que retomó el comunismo bajo la imposición estalinista (1956).

A los tres años de la liberación la democracia ha supuesto para Polonia la abolición casi general de una práctica que costó la vida a muchos cientos de miles de pequeños polacos y el sufrimiento de un número ingente de madres. De los casi sesenta mil abortos registrados en el año de 1990 se ha pasado a sólo ciento cincuenta y nueve de 2002. Además se han reducido mucho los asesinatos de recién nacidos, las muertes derivadas de embarazos y partos y los embarazos de menores.

Aunque la nueva legislación familiar polaca de 1993 dista aún de ser plenamente justa, pues acepta casos discriminatorios de aborto, constituye un enorme avance ejemplar que ha salvado muchas vidas humanas sin ningún efecto negativo como contrapartida. La ley familiar polaca penaliza al personal médico que practica abortos, no a las madres. Tan sólo deja despenalizados los casos de serio peligro para la vida o la salud de la madre, el de graves taras en el feto y el de embarazos producidos de modo ilegal. Estos supuestos aplicados con el debido rigor y vigilancia y acompañados de una serie de medidas educativas y de ayuda a la mujer han obrado una gran sanación en la base familiar de la estructura social.

Sólo en apariencia guardan estos supuestos un parecido con la laxa legislación española, pues en nuestro paí­s el control práctico del abortismo es muy insuficiente. La prueba es que a nuestro paí­s vienen a abortar muchas madres de paí­ses tan abortistas como Francia y el Reino Unido, porque aquí­ el control es mucho menor. Una clave es el reglamento de aplicación de la ley española, el cual permite que un psiquiatra del propio centro abortista certifique el peligro psí­quico de la cliente. Teniendo en cuenta que casi todos los abortos provocados en España se excusan por peligro psí­quico para la madre (un supuesto sin lí­mite temporal durante el embarazo) y que se ejecutan en centros privados que obtienen pingí¼es beneficios, el resultado práctico es el de aborto a petición y sin apenas control, como el que impusieron los nazis en Polonia.

Son varios los aspectos positivos de la ley familiar polaca de enero del 1993: garantiza un apoyo económico a las embarazadas pobres para antes y después del parto; introduce un Programa de Mejora de los Cuidados Prenatales, que ha reducido la muerte de neonatos a la mitad; desde 1998 y, como prolongación de la ley, se imparte la asignatura de “educación pro familia”, que incluye planificación familiar natural, para jóvenes de 11 a 19 años; se ha formado en temas familiares a 16.000 profesores en los últimos cuatro años para que colaboren con los padres en favor del matrimonio, de la madurez psico-sexual y de la paternidad responsable.

Los agoreros y los lobbies abortistas han fracasado estrepitosamente en todas sus funestas predicciones. Ahora les será difí­cil volver a engañar al pueblo, cuya conciencia a favor de la vida ha crecido velozmente hasta un ochenta y uno por ciento. Sus sofismas eran los tópicos de siempre: que la sociedad reclamaba el aborto con prácticas ilegales (como si la ilegalidad y los homicidios al margen de la ley fuesen un argumento válido); que aumentarí­an enormemente los abortos ilegales, los infanticidios, los abandonos de bebés y los embarazos adolescentes; que las cárceles se llenarí­an de mujeres abortadoras; que se colapsarí­an los hospitales. Todo esto se ha demostrado una falsa cadena de amedrentamientos.

Cada paí­s tiene peculiaridades. Pero a parte de la reconocida autenticidad del cristianismo de muchos polacos, en aquel paí­s europeo de dimensiones y tradición cultural análogas a las españolas también ha entrado el secularismo. Seguramente pesan mucho las décadas de dictadura y de ateí­smo oficial. Sin embargo, la Iglesia no se ha quedado sola en la defensa de la vida, que no es cuestión de “derechas” o “izquierdas”, ni de cristianismo frente a secularismo, sino de elemental humanismo y sentido común, si no falla la correcta información. El actual presidente polaco es un ex-comunista, que ahora bien puede pasar por ex-abortista, como su paí­s. Se ha progresado desde un sistema abortista, de generación sistemática del aborto, a otro en el que subsisten sólo casos aislados de aborto, que habrá que seguir atendiendo con educación y con ayuda a las madres. Queda claro que España también puede ser ex-abortista, como ya gran parte de la ciudadaní­a está reclamando.

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