El futuro del embrión excedente (6-nov-2000)

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EL FUTURO DEL EMBRION EXCEDENTE   José Jara Rascón, Coordinador de Bioética de la Asociación Española de Andrologí­a   Desde diversos medios se está anuncian­do como inminente la posible decisión de la Comisión Nacional de Reproducción Asisti­da de solicitar la aprobación del uso de embriones para experimentación.  Dicha decisión merece …

EL FUTURO DEL EMBRION EXCEDENTE

 

José Jara Rascón, Coordinador de Bioética de la Asociación Española de Andrologí­a

 

Desde diversos medios se está anuncian­do como inminente la posible decisión de la Comisión Nacional de Reproducción Asisti­da de solicitar la aprobación del uso de embriones para experimentación.  Dicha decisión merece un atento examen, ya que se podrí­a acusar a los miembros de la comisión de representarse a sí­ mismos, en vez de representar el sentir de la sociedad.  En su informe anual anterior, la comisión abor­daba el espinoso tema de la congelación de embriones recordando el sinsentido que su­poní­a, ya en 1998, tener más de 25.000 embriones en cámaras frigorí­ficas.  Se proponí­an como solución animar a los progeni­tores a su implantación en sí­ mismos o a donarlos a otras personas infértiles, consi­derando menos deseables su utilización pa­ra experimentación o su simple destruc­ción.  Sin embargo, según se ha filtrado, en el nuevo informe prevalece la opinión de destinarlos a la investigación.

¿Es verdaderamente planteaba esta op­ción a las parejas que han acudido a un centro de reproducción asistida para lograr tener un hijo? ¿Puede un embrión pasar de ser el posible hijo deseado a ser material de desecho, no reciclaba, útil sólo para ser desmenuzado bajo un microscopio?  Da la impresión de que se ha escogido un camino equivocado, porque como la propia comi­sión recordaba en su informe anterior, no parece que prolongar el tiempo de congela­ci6n vaya en detrimento de la viabilidad de los embriones, por lo que las opciones más respetuosas con la vida embrionario serí­an disminuir el número de nuevos embriones congelados y la utilización de los existentes para su progresiva implantación, previa do­nación, en las nuevas parejas que, sin des­cendencia propia, elijan esta opción.

 

Desideologizar el debate

Esta postura se apoya en opiniones co­mo la de que un embrión de 14 dí­as es una vida más potencial que efectiva, confun­diendo el concepto filosófico aristotélico so­bre la potencialidad del ser con la realidad biológica, ya que la vida del embrión de 14 dí­as posee un crecimiento tremendamente efectivo, que sólo se interrumpirá si alguna causa externa provoca su muerte.

Se debe recordar a la opinión pública lo que es observable para todo profesional que trabaja en reproducción asistida: que los embriones no son sólo conjuntos de cé­lulas, sino organismos vivos de la especie humana en fase de desarrollo biológico con crecimiento y diferenciación autocontrola­dos que sólo necesitan un medio adecuado para desarrollarse.  Serí­a, pues, deseable que este tema dejara de ser bandera en en­frentamientos polí­ticos o ideológicos.  La co­munidad cientí­fica y la sociedad en general necesitan un consenso que no instrumenta­lice a los embriones como bienes de consu­mo ni mucho menos como armas arrojadi­zas en la continua búsqueda de imagen pú­blica.  Los embriones deben dejar de ser carnaza para poner etiquetas de conserva­durismo o progresismo.  Disciplinas de parti­do, intereses ideológicos y radicalismos verbales han ido oscureciendo la realidad cien­tí­fica del fenómeno biológico que supone la vida en su periodo gestacional.

Sin embargo, ningún marco legislativo progresista deberí­a considerar al embrión como un objeto sobre el que experimentar, ya que si existe una duda razonable sobre si son seres humanos o no, la actitud ética correcta serí­a abstenerse de cualquier ac­ción que pueda ser irreversiblemente lesiva para su integridad, a menos que asumamos como algo elogiable la posibilidad de experi­mentar con seres humanos.  Si considera­mos a los embriones como vidas humanas, aunque no haya consenso sobre si jurí­dica­mente son personas, su estatus será into­cable.  Si los consideramos como objetos, aunque se califiquen como un “bien protegi­ble”, como recientemente ha hecho el Tri­bunal Supremo, su consideración será otra muy distinta.  También son bienes protegi­bles los animales de granja y obsérvese lo que eso significa.

Por eso puede que aún sea necesario re­cordar que la vida embrionario o preembrio­naria es humana.  No es prehumana, ya que no da lugar a ningún prehomí­nido como el austratopitecus, ni es comparable a un ga­meto, porque tiene la misma dotación gené­tica que cualquier otro niño o adulto huma­no, con las propiedades biológicas necesa­rias para autodesarrollarse en su entorno biológico natural, el útero materno.  Sólo si algo o alguien impide su desarrollo dejará de ser vida humana para ser sólo muerte humana y, en ese caso, sí­ se podrá desti­nar a la investigación.

 

(Diario Médico, 6.XI.2000)

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