EMILIO J. BLASCO. CORRESPONSAL LONDRES. El Gobierno británico anunció ayer su decisión final de autorizar la generación de embriones híbridos entre material genético humano y animal para la investigación científica sobre enfermedades. La práctica se reservará a la creación de «quimeras» que sean en un 99 por ciento humanas, prohibiéndose …
El Gobierno británico anunció ayer su decisión final de autorizar la generación de embriones híbridos entre material genético humano y animal para la investigación científica sobre enfermedades. La práctica se reservará a la creación de «quimeras» que sean en un 99 por ciento humanas, prohibiéndose la fusión directa de esperma y óvulos de distintas especies. Los embriones híbridos deberán ser destruidos antes de las dos semanas de vida y nunca deberán ser implantados en un útero.
La decisión se debe a la fuerte presión ejercida por grupos de científicos ante la acuciante falta de óvulos humanos para la investigación. El procedimiento básico consistirá en transferir el contenido de ADN de células humanas, procedentes por ejemplo de la piel, a óvulos de animal de los que previamente se remueva casi toda su información genética. Los embriones así formados crecerán en laboratorio durante unos días y de ellos se extraerán células madre para uso científico.
Duras críticas «éticas»
Este singular paso ha sido duramente criticado por diversas agrupaciones de bioética, como el grupo Comentario sobre Ética Reproductiva, que considera que el Reino Unido «llevará el horror a Europa y a todo el mundo. Es una decisión muy controvertida y aterradora —asegura—, que tiene escasa justificación en la ciencia y menos aún en la ética».
Pero el Gobierno británico, tras una demora de varios meses, ha decidido incluir la nueva medida en el borrador de la Ley de Fertilidad, que vendrá a actualizar la Ley de Fertilización Humana y Embriología, aprobada en 1990.
La secretaria de Estado para la Salud Pública, Caroline Flint, cree que el paso se da tras obtener pruebas de la importancia del uso de embriones híbridos. «Creemos que es un área que puede ser usada para beneficio científico», dijo. También pesó el deseo del Gobierno de que la investigación en el Reino Unido se mantenga en la primera línea mundial.
Flint precisó que la ley exigirá que los centros que quieran mezclar material genético humano y animal deberán pedir permiso en cada caso, y circunscribirán su investigación a la búsqueda de remedios a enfermedades graves, tales como Parkinson, Alzheimer y disfunciones neuróticas motoras.
En el caso del Parkinson, por ejemplo, se tomará material genético de una persona que padezca esa enfermedad y se introducirá en un óvulo animal vaciado para crear células madre embrionarias que lleven los mismos defectos genéticos que causan el Parkinson.
Permisos individualizados
La Autoridad para la Fertilización Humana y Embriología (HFEA en sus siglas inglesas), órgano regulador, analizará cada petición individual, y el permiso se otorgará para una única línea de investigación, debiéndose solicitar otras licencias si se desea extender el procedimiento para otros casos.
La
HFEA ha demostrado hasta la fecha tener cierta liberalidad en la gestión de sus permisos, con autorizaciones para controvertidas clonaciones humanas. Ya abrió el camino hacia nuevos horizontes con la licencia que concedió al doctor Ian Wilmut para crear la oveja Dolly, el primer animal clonado, hace ahora diez años.
El Instituto Nacional para la Investigación Médica ha acogido con satisfacción la nueva normativa. «Esta línea presenta muchos beneficios potenciales para la comprensión de enfermedades y sus tratamientos, y no debe ser temida», dice el profesor Robin Lovell-Badge, jefe de la división de Desarrollos Genéticos del instituto.
El borrador de Ley de Fertilidad contempla otros aspectos. Elimina la necesidad de un padre para procesos de fertilización artificial, por lo que las clínicas no podrán negar el tratamiento a madres solteras o parejas lesbianas. A la ya aprobada obligación de desvelar el donante de esperma, si así lo solicita la persona concebida con esa donación al cumplir los 18 años, se unirá el deber de informarle además sobre hermanos que nacidos también a partir de la donación, si así lo quiere.
El texto, en cambio, mantiene la prohibición de la selección de sexo por razones no médicas, y la limitación a enfermedades graves para aplicar un test de preimplantación de embriones. Seguirá vigente la prohibición de este test cuando se desee un feto con determinada enfermedad, como recientemente solicitó una pareja de sordos que querían que su hijo naciera también con sordera.
ABC 18.07.2007
Comentario de César Nombela
El discernimiento bioético no ha surgido en vano, lo reclaman los científicos serios. Dos premisas fundamentales: rigor para definir el alcance de los trabajos, posibles alternativas mejores, sin despertar falsas expectativas. La segunda condición, contrastar las consecuencias de cualquier intervención para los individuos y para la especie humana. El embrión temprano tiene valor, es el inicio de la vida de cualquier individuo.
Mi conclusión es clara, no a las quimeras humano-animal. No creo ético practicar transferencia nuclear humana a ovocito (de vaca, coneja u otro mamífero) que active su desarrollo embrionario, aunque sea para interrumpirlo y obtener células madre. Se hizo hace diez años, cuando parecía que obtener células madre embrionarias clónicas debería ser algo prioritario. En pocos años constatamos que las células madre adultas empiezan a funcionar; no hay un camino claro para las embrionarias. La supuesta ventaja: clonación humana sin demanda de ovocitos de mujer, palidece al lado de las reservas aun mayores que suscitaría su «quimérico» traslado a la clínica humana, muy inseguro. Hay espacio para la reserva bien expresada (Habermas, Kass): no cabe la experimentación que suscite repugnancia para el entendimiento de nuestra realidad biológica. Y menos cuando parece una vía muerta.