C. Trujillo / J. Lara – Madrid / Roma.-El Mundo. EFE Juan Pablo II insta a los Estados a «no cerrar los ojos ante un drama tan alarmante»Cuatrocientos muertos al día en Kenia. Otros tantos en Mozambique. Suma y sigue. El virus del sida, la plaga más devastadora conocida, ya habita …
C. Trujillo / J. Lara – Madrid / Roma.-
El Mundo. EFE
Juan Pablo II insta a los Estados a «no cerrar los ojos ante un drama tan alarmante»
Cuatrocientos muertos al día en Kenia. Otros tantos en Mozambique. Suma y sigue. El virus del sida, la plaga más devastadora conocida, ya habita en dos millones y medio de niños en el mundo. Las alarmantes cifras han conducido a que el Papa lance una llamada de socorro en su mensaje de la Cuaresma de 2004. Sobre la mesa del Vaticano, una sola idea: si la industria farmacéutica abaratase los medicamentos anti-sida, moriría menos gente. Un jesuita afincado en Kenia va más allá. Acusa de «genocidio» a los laboratorios.
Dos millones y medio de niños en el mundo infectados de sida. Once millones de huérfanos en ífrica, víctimas de la devastadora plaga. Una realidad que azota. Una ristra de datos escalofriantes que cala en unos y deja indiferentes a otros muchos que prefieren desviar la mirada hacia un primer mundo apacible y preocupado, únicamente, por su salud económica.
Las cifras de la tragedia están sobre la mesa. Las soluciones aunque sólo sean parciales también deberían estarlo. Ayer, Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en su mensaje de la Cuaresma 2004, lanzó una llamada de socorro. Instó a la humanidad a «no cerrar los ojos ante un drama tan alarmante». El arzobispo Paul Josef Corde, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», fue más lejos. Dio en una de las claves para paliar el problema: los precios de los medicamentos antisida. Cored aseveró que «los niños, que llevan ya en sí la semilla de la muerte, fallecen porque no tienen medicinas». Asimismo, animó a la Opinión Pública internacional a hacer presión ante las multinacionales farmacéuticas para que abaraten los costes de los medicamentos ya que «nadie debe sufrir y aún menos los niños que no tienen la culpa de nada».
La Iglesia católica, que mantiene y seguirá manteniendo una enfervorizada batalla para conseguir esta reducción, abogó también por la libre utilización de las patentes para poder fabricar los medicamentos necesarios para poner freno a la situación. A su juicio, la rebaja de los retrovirales podría salvar la vida de 25 millones de subsaharianos. Es decir, podría salvar, por poner un símil, a la población de toda Rumania.
¿Estamos ciegos? ¿Cómo se puede hacer caso omiso ante tal llamada de desesperación?
La falta de conciencia social es abrumadora. Así lo denuncia el jesuita americano Angelo D Agostino. í‰l conoce de cerca la situación. Lleva años en Kenia, donde cada día mueren 400 personas víctimas de la plaga. D Agostino, que no aguanta la miseria y la desesperación que se vive segundo a segundo, ha buscado a su particular cabeza de turco y ha lanzado un dardo: los laboratorios farmacéuticos. Sin pelos en la lengua lo denunció ayer. Se atrevió, incluso, a acusar de «genocidio» a todas las multinacionales farmacéuticas que, aun a pesar de sacar una importante tajada de las exportaciones de medicinas a ífrica, continúa, imparable, en otra dirección. «La culpa la tienen los laboratorios dijo. Es la acción genocida del cártel de las multinacionales farmacéuticas que se niegan a hacer que los medicamentos sean asequibles en ífrica, a pesar de que han obtenido un beneficio de 517.000 millones de dólares», apostilló el jesuita.
Como era de esperar, la grave acusación ha obtenido una rápida respuesta. Ayer, Farmaindustria (Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica) rechazó de lleno la acusación. Aseguró que «ante un problema tan complejo como el que supone el VIH en ífrica, no es realista proponer soluciones simples como la mera rebaja de los antirretrovirales». Asimismo, afirmó que «en lo que sí estamos de acuerdo es en que los niños africanos no deben morir aquejados de ninguna enfermedad, ni tampoco de hambre».
Por su parte, la Federación Internacional de la Industria del Medicamento atribuyó a «la falta de conocimiento» las acusaciones y aseguró que «algunos laboratorios han rebajado los precios hasta un 95%». Efe