Exigencias de la dignidad humana en Biojurí­dica (J. Ballesteros)

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Me propongo mostrar la imposibilidad de justificar la verdadera unidad de la especie humana (el mon-antropismo) y por tanto la universalidad de sus derechos, sin defender la condición espiritual del hombre, su capacidad de transcenderse a sí­ mismo. La negación del espí­ritu va unida a la tesis del homo …

 

Me propongo mostrar la imposibilidad de justificar la verdadera unidad de la especie humana (el monantropismo) y por tanto la universalidad de sus derechos, sin defender la condición espiritual del hombre, su capacidad de transcenderse a sí­ mismo.

La negación del espí­ritu va unida a la tesis del homo faber según la cual el ser humano se identifica por su poder de fabricación de herramientas [1] .  Se trata de una tesis que por un lado  imposibilita la distinción del ser humano respecto al animal, ya que éste es capaz también de habilidades técnicas y por otro lado rompe con la unidad de la especie humana al separar a los capaces de tal poder de los incapaces. Al desconocer la importancia de la naturaleza como hogar del ser humano  (oikí²s) tiende a considerar que no hay nada hay sagrado en la realidad  y  que ésta puede ser manipulada   de acuerdo con el criterio de que es lí­cito hacer todo lo técnicamente posible. De este modo  la realidad se convierte en instrumento [2] .  Se trata de  una tesis que  se presenta bajo diferentes formas, según cual sea el poder  que se considera determinante para separar a los  seres humanos a los que se considera personas de aquellos, que son vistos como estricta biologí­a.  Así­, el  dualismo subraya el poder de ser autoconsciente y de  elegir , el  utilitarismo enfatiza la capacidad del goce sensible, y la  sociobiologí­a , la capacidad de estar sano. Es lo que veremos a continuación.

 

A. Los reduccionismos antropológicos y los derechos humanos

 

a. El dualismo: La negación de derechos a los no conscientes 

 

Dentro de la Modernidad, el modelo reduccionista más antiguo y posiblemente más influyente es el que exige para el reconocimiento de la condición de persona y por tanto para ser titular de derechos  la conciencia y la  capacidad de elección.

Se trata de un modelo que puede remontarse a Descartes con su famosa distinción entre res cogitans, conciencia , autodominio de la voluntad  y res extensa, cuerpo, objeto de dominio.

Este modelo cartesiano influirá en la distinción de Locke, contenida en el Ensayo sobre el entendimiento humano [3] entre persona y ser humano. Ser humano es ser miembro de la especie biológica humana, lo que  como tal resulta irrelevante. Ser persona es aquel ser humano capaz de vida consciente y libre, de vida biográfica, de mismidad, es el ser dotado de la capacidad de disposición y por tanto de ser propietario.  Persona es la res cogitans de Descartes, el sujeto desencarnado, titular de los derechos, en cuanto capaz de luchar por ellos . Por el contrario, el ser humano no persona, es la res extensa, el  ser simplemente biológico, el cuerpo, que  carece de derechos y puede ser sometido como objeto al experimentalismo genético, o a la biotecnologí­a [4] .

Es cierto que tal separación drástica en sus consecuencias jurí­dicas no se produce en el propio Locke, pero se va preparando a partir de los expositores de tal distinción, asi en Savigny, [5] y Windscheid, [6] con la distinción entre la persona como  subjetividad o poder sobre nosotros mismos y el  cuerpo como algo  irrelevante . También Kelsen subraya la separación entre persona como concepto jurí­dico y hombre como ser biológico, propio de las ciencias naturales [7]

Sin embargo las consecuencias jurí­dicas de tal separación se producirán  en la década de los 80 de este siglo con obras como la de Parfit [8] quien se afirma: “matar un ser humano es un mal, pero matar una persona es peor”.

La separación radical entre los derechos de la persona y la  carencia de derechos del ser humano  culmina hasta ahora   en la obra  del bioético norteamericano H. Tristam Engelhardt [9] . Este autor  representa perfectamente los planteamientos dominantes de la bioética USA, para la  que todos los derechos deben quedar subordinados al derecho a la libertad, lo que supone  que el principio de beneficencia debe ceder ante el de autonomí­a. E1 criterio es el volenti non fit iniuria,  de modo tal que resulta lí­cito el suicidio, y su inducción..

Como  dualista,  desprecia la naturaleza, al considerar que sólo la cultura como técnica o dominación de la naturaleza crea derechos .  Como consecuencia de ello, separa igualmente entre seres humanos biográficos o culturales, como los adultos, que tienen derechos, y seres humanos simplemente biológicos, que no tiene derechos , como los niños .

El  ser adulto consciente y competente es digno, merece respeto, y tiene derechos , en cuanto sólo él es agente moral, y no puede ser utilizado sin su voluntad [10] . Sólo la autonomí­a atribuye derechos. Los adultos, en cuanto gozan de libertad y de propiedad tienen derecho a la libre realización de su personalidad; y en  base a ese poder de disposición, tienen derecho a tener hijos , aunque no puedan engendrarlos naturalmente, o bien a no tenerlos habiéndolos concebido, dado que el derecho acompaña a la voluntad y no a la exigencia de ser cuidado. Así­ mismo, se lleva a cabo una interpretación particular del concepto de calidad de vida opuesto al caracter sagrado e inalienable de la misma  según el cual los adultos tienen derecho a una vida sin sufrimiento, a la medicalización sin restricciones  y, en su caso,  al  suicidio . El  concepto de calidad de vida que se utiliza en la bioética de inspiración utilitarista  es restrictivo y reduccionista al oponerse al concepto de santidad o dignidad de la vida . Por el contrario, el concepto de calidad de vida  que se utiliza en el ámbito de la economí­a y la polí­tica es de caracter integral ya que  se opone  a la visión puramente economicista y cuantitativista del  concepto de nivel de vida. [11] .

Al mismo tiempo se niega  dignidad y derecho a los seres no autoconscientes de la especie homo sapiens, como los embriones, fetos, niños pequeños, comatosos, descerebrados. Engelhardt se permite clasificar a los seres humanos en función de su alejamiento respecto al ideal de la autonomí­a. Los zigotos , embriones, y fetos son considerados  inferiores a los mamí­feros superiores , por la mayor capacidad de conocimiento  de éstos, y carecen de derechos , salvo el de no sufrir sin necesidad. Asi los comatosos persistentes y anencefálicos son equiparados a los muertos . Ninguno de ellos tiene derechos, salvo que su vida resulte de interés a alguien dotado de autonomí­a.

Este modelo dualista se encuentra detrás de la Directiva europea de julio del 98 sobre invenciones biotecnológicas, que reconoce el derecho de patentes sobre seres vivos, incluso humanos, siempre que hayan sido concebidos con técnicas de reproducción artificial (vease Artí­culo 5 ap. 2 : “Un elemento aislado del cuerpo humano u obtenido de otro modo mediante un procedimiento técnico, incluida la secuencia o la secuencia parcial de un gen, podrá considerarse como una invención patentable” .

Pese a que Engelhardt y buena parte de los dualistas traten de apoyarse en Kant, conviene señalar que el concepto de autonomí­a que utilizan los dualistas  difiere  del kantiano, ya que éste deja siempre a salvo la universalidad y el humanismo.”La autonomí­a en Kant está fundada sobre la universalidad del deber, hasta el punto de que la norma es moral sólo si se extiende  universalmente hasta la humanidad entera. La autonomí­a kantiana no es egoista y arbitraria como en Engelhardt ,sino universal” [12] .

El  dualismo, manifestación de la pretendida autosuficiencia del individualismo, muestra que la soberbia de la vida destruye la vida. Su propuesta de negar la  dignidad a los seres humanos  biológicamente dependientes  es errónea,  ya que como veremos en la tercera parte, el ser humano es constitutivamente un ser biológicamente  dependiente , aunque simultáneamente capaz de reflejar la alteridad. [13]

 

                                                                                    

b). E1  utilitarismo : la prioridad de  los derechos de los animales sentientes sobre los seres humanos no sentientes

 

El utilitarismo coincide con el dualismo en su visión “desligada” del ser humano pero  es aún más decididamente inhumanista, al negar la distinción entre el ser humano y el animal.  Según el  utilitarismo, el prejuicio ideológico fundamental que debe ser combatido es precisamente el humanismo , narcisismo de la especie humana  o “especieismo” ,  según la terminologí­a de R. Ryder,  es decir, la creencia en la discontinuidad entre la especie humana y los animales [14] . El especieismo , según el utilitarismo, derivarí­a del monoteismo y llevarí­a a valorar más “un diminuto e insensible trocito de tejido embrionario”, antes que todo el conjunto de los gorilas. Para el utilitarismo por el contrario  el embrión  no es nada en cuanto no es sensible, el gorila lo es todo en cuanto es sensible.

El elemento decisivo para ser persona y  titular de derechos es el ser capaz de placer y / o sufrimiento, y ello es  común a seres humanos ( pero sólo algunos)  y animales (pero sólo algunos) . Por ello el utilitarismo aproxima  al ser humano y al animal, al mismo tiempo  que enfatiza la separación de unos seres humanos respecto a otros .

E1 fundador del movimiento utilititarista , Bentham, habí­a escrito, a fines del XVIII, que ” un caballo que ha alcanzado la madurez o un perro es , más allá de cualquier comparación,  un animal más sociable y razonable que un recién nacido de un dí­a, de una semana, o incluso de un mes. Supongamos, sin embargo, que no sea así­. La pregunta no es ¿pueden razonar?,sino ¿pueden sufrir?”. [15]

El utilitarismo amplí­a el número de los titulares en derechos respecto al dualismo, al exigir tan sólo la existencia de una vida estructurada por un cerebro y capaz de sufrimiento. Los titulares de derechos pasan a ser ahora todos los capaces de gozar y de sufrir. Aparecen así­ como titulares de derechos los animales, capaces de sufrimiento como los grandes mamí­feros y en especial los grandes simios, y concretamente los chimpancés.

El gran representante del animalismo es Peter Singer. Para él,. la titularidad de derechos deriva de los intereses y éstos de la capacidad de sufrimiento, razón por la no pueden ser titulares de derechos las piedras o los árboles , como pretenderá la deep ecology. [16]

Para Singer, el criterio básico en la ética y el derecho   es la continuidad hombre-animal, negar la frontera  entre “nosotros-hombres” y “ellos-animales”, ya que ambos usan y fabrican herramientas, utilizan el lenguaje, al modo de los sordomudos, y algunos tienen mayor autoconciencia que los seres humanos retrasados. [17]

A partir de ahí­, Singer  pasa a establecer la prioridad de ciertos animales sobre ciertos seres humanos . Esta prioridad produce a su vez  la ruptura de la unidad de la especie humana, ya que  considera como titulares de derechos a  los embriones sólo desde la formación de la corteza cerebral en la tercera semana desde la concepción .  Los embriones antes de los 14 primeros dí­as , son  considerados  material biológico utilizable. La proyección del utilitarismo en el ámbito biojurí­dico  tiene su aparición en  el informe Warnock, aprobado en el Reino Unido en 1985, que establece la licitud del aborto y /o de la manipulación en relación con el mal llamado preembrión, esto es , el embrión hasta el dia 15 de embarazo [18] . Por otro lado, defiende los derechos de  los ancianos, y  los enfermos, pero niega el derecho a la vida a los que  que se encuentran  en coma. E1 criterio decisivo para el utilitarismo   es la eliminación de todo sufrimiento como algo indigno. Ello legitima la eutanasia o la manipulación genética como medida eugenésica para eliminar el sufrimiento, ya que es preferible morir a sufrir.

Basándose en tales premisas afirma Singer :”No  hay razón para matar chimpancés antes que a niños anencefálicos” [19] . Es más, según Singer, serí­a más razonable matar a los niños, para hacer frente a los problemas ecológicos, producidos por la superpoblación humana. Por otro lado,  Singer propone realizar experimentos con niños anencefálicos , que sean huérfanos, ya que en tal caso, no hay sufrimiento alguno de los padres. [20] Tal  utilización serí­a,  según él,  más razonable que la de  simios, monos , perros, gatos, o ratas, que son más inteligentes y sufren más..

El animalismo de Singer posee hoy una fuerte influencia práctica en el Frente de Liberación Animal, que ha  contaminado panetones con plaguicidas en Florencia y Bolonia (l2.12.98) así­ como en extremistas como el británico Barry Horne, que cumple prisión de 18 años por daños causados en la isla de Wigh en 1994, y que se opone a la vivisección. El Frente de Liberación Animal, que él preside, ha amenazado con matar a los cientí­ficos que practican la vivisección, si Horne muere en su huelga de hambre. A este movimiento se opone en grupo Enfermos graves a favor de la investigación médica, que preside André Blake, un enfermo de 36 años, incapacitado por una enfermedad degenerativa  , la ataxia de Friederich, quien ha sido amenazado por el frente por defender la vivisección de ratones de laboratorio, como condición indispensable en la lucha contra su enfermedad. Polly Toynbee, columnista de The Gardian subraya el odio al hombre como base de las posiciones del Frente, ya que hacen objeto de ataque la ciencia, en vez de la caza o otros espectáculos, cuando es el ámbito en el que está más justificado el sacrificio de animales para salvar vidas humanas, y ademas ello se produce en un porcentaje muy bajo: sólo un 5% de los experimentos recurren al sacrificio de animales

El animalismo es una forma de biologismo, según el cual todo es natural, y en consecuencia de inhumanismo, que no tiene en cuenta la realidad de la cultura en cuanto capacidad de proyecto basada en la libertad humana. En realidad sólo la cultura puede fundamentar deberes con los otros, ya que de modo irreflexivo el ser humano  tiende a negárselos tanto a los otros seres humanos como a los animales. Los animalistas parecen continuar la mentalidad  del Tercer Reich, que hizo esclavos a los “bosquimanos” de Namibia para proteger a los animales.

 Recuperar el humanismo supone no interpretar la inteligencia como una secreción de la masa cerebral, no ver los procesos mentales como si tuvieran una explicación meramente material. Eccles considera que debe ser superado el darwinismo en cuanto emergentismo ya que  la aparición de la conciencia tiene algo de misterioso. Por eso considera estúpido que el cerebro humano sea considerado como un ordenador [21] . Más estúpido aún es atribuir derechos a los robots, como hace Engelhardt. Del mismo modo lo es atribuir derechos a los animales, como hace Singer, afirmando que hablan. Según Chomsky, el lenguaje es privativo del hombre, en cuanto también es privativo el pensamiento. [22] .  E1 animal puede emitir fonemas, pero no sabe lo que dice. Como señala Andorno [23] “la persona es una realidad que supera la actividad neuronal”. El animal carece de memoria y por tanto de capacidad de proyecto, el ser humano por el contrario es capacidad de proyecto, respuesta al reto del ambiente [24] , “reabsorción de la circunstancia” [25]

Frente a la tesis central del utilitarismo, que niega dignidad a la vida que sufre,  sigue en nuestra opinión manteniendo su vigencia la afirmación del pensador judí­o  Herman  Cohen según el cual “la  suprema dignidad del ser humano se manifiesta  en el sufrimiento” [26] . No en balde el sufrimiento es uno de los componentes esenciales de la memoria y del proyecto y hace posible el ejercicio de la piedad ajena (Mitleid).

 

c) La sociobiologí­a : La discriminación genética de los seres humanos

 

La sociobiologí­a coincide con el utilitarismo en tener al especieismo por su principal enemigo [27] .

La sociobiologí­a se apoya en una interpretación determinista de la genética según la cual el ser humano se reduce a genoma. De acuerdo con ello, es fácil establecer a su vez la reducción del ser humano a simple especie animal basándose en la amplia coincidencia del genoma en el ser humano y algunos animales. Nuestras diferencias  genéticas con los chimpancés serí­an  menores que las que éstos tienen con los gorilas: los chimpancés tienen 48 cromosomas, y los humanos solo 46. A su vez   la posibilidad de hibridismo entre las especies , a través de la ingenierí­a genética, vendrí­a a ser una prueba contundente contra el especieismo según la sociobiologí­a . Significativamente  el ecologismo se opone a este hibridismo entre las especies,   por considerarlo contra natura.

Hay por tanto dos interpretaciones contrapuestas de la genética como elemento fundamental para el conocimiento del hombre.

1.-La versión determinista  es la asumida por la sociobiologí­a , reduce el ser humano a una especie animal más y conduce a  la aceptación generalizada de la ingenierí­a genética [28] : “La sociobiologí­a se erigió como “adelantado teórico” que mostraba las virtudes futuras de cara a la solución de problemas comportamentales humanos que podrí­a tener el desarrollo de la ingenerí­a genética misma”. La otra interpretación, probablemente mayoritaria dentro de los genetistas, de caracter  no determinista, sino humanista contempla la genética como parte del todo humano, en el que entran también el ambiente natural y social.  Estas dos visiones han tenido su plasmación en el ámbito jurí­dico, a través de la Directiva europea sobre invenciones biotecnológicas  de 8 de julio del 98  y a través de  la Declaración de N.U, sobre los derechos del genoma de 15 de julio del 97 ,  normativas que se encuentran en una fuerte oposición.

La visión reduccionista puede encontrar cierto apoyo en Darwin, quien no admití­a   una distinción cualitativa  sino sólo de grado entre el  ser humano  y el animal, en cuanto veí­a a aquel sólo como homo faber, y a su vez  minusvaloraba la unidad humana en cuanto contemplaba  con cierto desprecio  a los nativos y no los consideraba congéneres suyos : asi  calificó de abyectos y miserables a los Onas de la Patagonia chilena. Sin embargo el verdadero reduccionismo genetista, el eugenismo,  comienza con el primo y continuador de Darwin, Francis Galton (1822-l911) creador de la  eugenesia y del darwinismo social . Devalúa la influencia del medio y destaca la importancia de la herencia como factor central de la inteligencia y del comportamiento humano, subrayando como los miembros de apellidos ilustres son siempre gente muy destacada y capaz. [29] . Galton  propone el entrecruzamiento de los individuos superiores y la exigencia de certificado de salud para contraer matrimonio. Con posterioridad a Galton, Pearson y Davenport en los primeros años del s.XX buscaron las causas genéticas de la violencia y del pauperismo, oponiéndose al cruce de razas, considerado peligroso y desarrollando toda una serie de prejuicios favorables al hombre blanco. Continúan la lí­nea abierta el pasado siglo por autores como Lombroso y Garófalo con su tesis sobre el “criminal nato”. La eugenesia desde Galton desprecia las circunstancias ambientales y sociales considerando que  la herencia lo es todo, y el medio nada. La genética así­ interpretada  dio origen a medidas en contra de las minorí­as. [30]

La sociobiologí­a puede considerarse como continuidad del reduccionismo genetista : reduce la cultura a genética. La sociobiologí­a como  genetismo radical  rompe,  aún más radicalmente que el dualismo y el utilitarismo,  la unidad de las especie humana,  al distinguir entre bien nacidos  con su correcto genoma, y no bien nacidos, que pueden ser manipulados o eliminados . Estos están llamados a desaparecer según las leyes de la evolución.  Lo central es la supervivencia de los genes más complejos, sofisticados y fuertes. Así­, Dawkins [31] considera al ser humano como una máquina para la supervivencia, como un robot preparado para la conservación de esas moléculas egoí­stas, llamadas genes”. La genética interpretada en sentido determinista, como hace la sociobiologí­a , conduce al reduccionismo inhumanista en el que el sujeto deja de ser el hombre y es sustituido por el gen. E.O. Wilson por su parte  en sus distintas obras [32] considera que el ser humano incluido su cerebro está determinado enteramente por la genética, hasta el punto que el mismo tabú del incesto responde sólo a un imperativo genético , el hecho de que el apareamiento entre consanguí­neos produce pérdida de capacidad genética.

La genética actual cambia de signo a partir de los años 30 y cobra verdadero rango cientí­fico , deja de tener caracterí­sticas racistas y pasa a ocuparse de la prevención y la terapia. Pero el eugenismo ha seguido prosperando gracias a la procreación artificial con el diagnóstico preimplantatario y la selección de donantes de gametos , razón por la que algunos autores como Testart han hablado de “una nueva eugenesia”, que tiene su centro en el embrión. Tendrí­a dos fases: una de eugenesia negativa, en la que se descartarí­a a los embriones que presenten algun tipo de deficiencia, y una segunda , positiva, en la que se buscarí­a mejorar la calidad de los niños [33] .

 

2.- Estos  aspectos inhumanistas de la sociobiologí­a constituyen un retroceso respecto a  la interpretación no reduccionista de la genética que ha tenido su plasmación legislativa en la excelente Declaración sobre el genoma, de 15 de julio de 97 y que constituye una completa  respuesta a las principales cuestiones presentadas por la investigación genómica.

Los  avances en genética van a permitir anticipar el futuro en lo que se refiere al diagnóstico, pero no necesariamente a la terapia de las enfermedades, lo que aumentará la sensación de riesgo y peligro que sólo podrá ser compensada con una mayor humanidad en la relación  con el enfermo. Ello obliga a orientar la investigación hacia la protección de los más desvalidos, tratando de recuperar a los niños con deficiencias genéticas, en la lí­nea abierta por el gran genetista francés Jérí´me Lejeune reconociendo   la primací­a del cuidado amoroso por los más débiles y enfermos [34] . Así­ la Declaración sobre el genoma humana en su artº 17 establece: “Los Estados deberán respetar y promover la práctica de la solidaridad para con los individuos ,familias o poblaciones expuestos a riesgos particulares de enfermedad o discapacidad genética. Deberí­an fomentar las investigaciones encaminadas a identificar, prevenir y tratar las enfermedades genéticas, sobre todo las enfermedades raras y las enfermedades endémicas que afectan a una parte considerable de la población mundial”.

Desde la teorí­a sintética de la evolución se ha criticado a la sociobiologí­a considerando que se inspira en  los planteamientos del social darwinismo , y que puede conducir a la segregación de la especie humana por la distinción  entre genes buenos y malos,  y con ello al racismo. [35] . De modo semejante  Dobzansky, afirma que  “somos más el resultado de la educación, que de la herencia genética” [36] . Mientras que la sociobiologí­a tiende a subrayar las diferencias en la especie humana al valorar sólo  la evolución biológica, la evolución cultural subraya la unidad de la especie humana, y la irrelevancia de las diferencias genéticas [37] .

Por ello el Artº 1º de la Declaración del genoma destaca  la unidad del género humano oponiéndose a todo tipo de discriminación racista, basada en la pretendida existencia de genes buenos y malos. “El genoma es la base de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad  y diversidad intrí­nseca. En sentido simbólico el genoma humano es el patrimonio de la humanidad”

El hombre no sólo es herencia , sino relación e interdependencia con el entorno biológico y social. Esto es lo que ha  defendido en la Modernidad  el ecologismo, el marxismo o el raciovitalismo. La reducción de la humanidad a la genética puede ser por tanto también fuente de discriminaciones por el  olvido de  la importancia del ambiente natural y social en la medida en vez de luchar contra la contaminación, se deja sin empleo al propenso genéticamente al cáncer.

 Interpretar la genética en sentido no determinista debe ir unido  a luchar por la transformación de las condiciones insalubres y peligrosas. [38] Por ello  el Artº 2º y 3º critican  la reducción determinista del ser humano a genética  señalando que existen otras dimensiones de la realidad humana , como las condiciones de vida (estilo e  higiene de vida) y entorno que deben ser atendidas a la hora de luchar contra las enfermedades. El artº 2 b establece: ” la dignidad humana impone que no se reduzca a los individuos a sus caracterí­sticas genéticas y que se respete su caracter único y su diversidad”, y el art º 3 afirma que “el genoma humano, evolutivo por naturaleza, está sometido a mutaciones. Entraña posibilidades que se expresan de distintos modos en función del entorno natural y social de cada persona,que comprende su estado de salud individual, sus condiciones de vida, su alimentación y su educación”.

Pero para luchar contra las discriminaciones no basta con luchar contra el reduccionismo genetista, es igualmente esencial la protección de la privacidad en materia genética . Por ello se  insiste en el artº 7º  de la declaración sobre el genoma en  la necesaria protección de la intimidad del diagnóstico génico . Aquí­ se ve como los derechos de la primera generacion ( defensa de la intimidad frente a intromisiones del Estado) son inseparables  de los derechos de la segunda (promoción social y económica). Si alguien conoce de antemano nuestras  propensiones  géneticas para contraer  enfermedades, puede no admitirnos en su empresa o no asegurarnos salvo con una prima costosí­sima [39] . 

 

B. El holismo ecológico y los derechos humanos . El deber de proteger el frágil hogar planetario.

 

A diferencia de las teorí­as hasta ahora expuestas, el ecologismo es más una forma de holismo que de reduccionismo. Su mayor aportación  frente a todas ellas  estriba en  la conciencia de la interdependencia de  todo lo real. Tesis que demuestra su carácter sapiencial, y que resulta esencial a la hora de establecer el contenido de los derechos humanos. Su mayor limitación estriba en la identificación entre interdependencia e igualdad de valor, tesis  proclamada por Arne Naess en el escrito fundacional de la deep ecology [40]   ya que lleva  necesariamente hacia el inhumanismo.

La importancia  del ecologismo para la defensa de la dignidad humana y los derechos radica por tanto en que sea capaz de defender la interdependencia ,y la protección de la fragilidad de los distintas  realidades  de la naturaleza , sin caer en el igualitarismo de la biosfera. Es lo que está proponiendo el ecologismo más reciente , tras pasar por etapas de inhumanismo.  Veámos brevemente  la trayectoria del pensar ecológico .

En las primeras formulaciones del ecologismo radical,  el humanismo es rechazado   como pretendida justificación de la  depredación . Lo correcto es difuminarse en el ecosistema, en el biotopo: encerrarse en el nicho ecológico,  adaptarse totalmente al entorno, eliminando  el crecimiento, y reduciendo al mí­nimo la reproducción.

La ecologí­a como estudio de geo o de gaia, interpretada en sentido radical (deep ecology) reduce al ser humano al homo natura, y establece una división de la especie humana entre adaptados al ecosistema, como los salvajes, y no adaptados, los seres humanos a partir de la agricultura.

El hombre serí­a un error de la evolución en cuanto se ha desviado de la práctica de la caza primitiva. El hombre no serí­a el verdadero sujeto en la naturaleza, sino que el sujeto serí­a Gaia en su conjunto. Sólo el cazador (el australopitecus africanus y sus asimilados) serí­a digno y tendrí­a por tanto derechos, al ser compatibles con los derechos primordiales de Gaia. Desde esta perspectiva no cabrí­a defender más derechos humanos que los de los pueblos primitivos ,cazadores y recolectores, que viven según pautas ecológicamente inocuas. Se producirí­a aquí­ una coincidencia entre ecologismo radical: odio al ser humano, con el pretexto de amor a la naturaleza ( sólo la naturaleza tiene en verdad derechos)  e indigenismo: odio a la cultura,con la excusa de amor al indí­gena. El salvajismo impide asi la universalidad de los derechos al oponerse a la evolución cultural posterior a la caza y la pesca, considerándola depredadora. El agricultor es ya un cáncer de la biosfera. Se trata de   propugnar una especie de evolución regresiva , en la que se juzga positivamente sólo la evolución biológica, pero no la cultural. Si  el paradigma  es la adaptación biológica  al medio, el rango superior en la jerarquí­a biológica  corresponderí­a  a las bacterias, que han sobrevivido desde hace 2.000 millones de años sin cambios básicos en su estructura.

Para la deep ecology, el hombre se reduce a lo geológico, al soma, al biotopo, confundiendo la dependencia del ser humano respecto a la cadena del ser  con su reducción a la misma.

 De otro lado, al  insistir en el arraigo a la biorregión, al biotopo, niega el derecho de libre tránsito de las personas, lo que perjudica notablemente a los que habitan espacios sin suficientes recursos naturales, como puede ser el Africa subsahariana. A tal biorregionalismo hay que oponer la tesis de Uexhí¼ll de que el ser humano no tiene medio ambiente (Umwelt) sino mundo (Welt). Algo análogo pensaron Gehlen, Plessner, Scheler. Gracias a la cultura, en concreto al descubrimiento  del fuego, del vestido, y de la vivienda ,  el ser humano  es el único capaz de habitar en todos los nichos ecológicos de tierra firme, al establecer el clima artificial que más le conviene. De ahí­ que no muestre una especialización en función del clima, a diferencia de lo que ocurre con los animales.  [41] Existe  sólo  una  única raza humana, un “único conjunto de genes intercomunicantes” [42]

A los planteamientos radicales de la deep ecology se opuso la ecologí­a social, de  Murray Bookchin [43] , distinguiendo una primera naturaleza ,que serí­a prehumana, y una segunda naturaleza , la humanidad, que desarrollarí­a, a partir de la primera “la yoidad, la conciencia, y las bases de la libertad”, contribuyendo a  orientar la primera , a darle intencionalidad. La humanidad, según Bookchin, mejorarí­a la evolución natural , al desplegar compasión ante el sufrimiento. Bookchin se declara “humanista ecológico” y tacha a los representantes de la deep ecology  de antihumanistas y misántropos [44] .

Con posterioridad a la crí­tica de Bookchin, la deep ecology se ha acercado a los planteamientos antropocentristas, al rechazar el principio del valor intrí­nseco de todos los seres y el igualitarismo de la biosfera, lo que implicaba el respeto a los virus,  hongos y  bacterias, incluso los contrarios a la salud humana y establece en su lugar una jerarquí­a de valor, basada en la complejidad de los seres [45] . “Los organismos tienen derecho a una relevancia moral proporcional a su grado de organización central ( o capacidad para la riqueza de la experiencia) mientras dura su existencia. De los dos principios fundacionales proclamados por Arne Naes antes citados , en su escrito sobre La ecologí­a profunda y la superficial, de l973, la autorrealización y la igualdad biocéntrica  se acepta ahora ya sólo el primero [46] . Lo fundamental pasa a ser ahora el desarrollo de la conciencia ecológica  lo que, como reconoce Dobson, supone un retorno al antropocentrismo, que es por otro lado inevitable, ya que sólo el ser humano puede plantearse cuestiones éticas. Sin embargo este planteamiento sigue siendo fundamentalmente  inaceptable en cuanto se presenta como transpersonalista, y por tanto negador de la identidad individual.

Con todo en esta fase final de la deep ecology se pueden encontrar elementos positivos a la hora de defender una concepción verdaderamente universal de los derechos humanos. Tal posición defiende no sólo la vida ,como hace la sociobiologí­a ,sino más ampliamente la “trama o red de la vida “(web of life), al ser conscientes de la inseparabilidad de los elementos abióticos y bióticos de los ecosistemas. No hay biocenosis sin biotopo. Y junto con la idea de interdependencia, defiende la idea de vulnerabilidad de la naturaleza, como biosfera. Ello conduce a sentir un razonable temor ante las acciones del homo faber , aspecto éste sobre el que ha insistido el filósofo germano norteamericano Hans Jonas. [47]

Este temor es debido a que el ser humano ha devenido una fuerza geológica planetaria, como vio Vernadsky [48] . El temor a la acción del homo faber es doble :la producción de objetos no biodegradables , fabricados con combinaciones quí­micas que no se dan en la naturaleza, como los clorocarbonados, el nilon, los plásticos, etc así­ como a la ingenierí­a genética y a las patentes de seres vivos [49] . En otros términos, el ecologismo radical ha percibido con lucidez que la nuestra es una sociedad del riesgo. Como consecuencia de ello, el pensar ecológico tiende a subrayar con razón la necesidad de defensa de las realidades que no pueden defenderse a sí­ mismas , como la naturaleza, los indí­genas, los pobres , las futuras generaciones, lo que les  lleva también a ser conscientes de la necesidad de defender a los niños, cuando se  supera la tesis del igualitarismo de la biosfera y del neomalthusianismo [50] y a los ancianos.

El problema fundamental hoy es mantener vinculadas la idea de fisis y el humanismo, tal como hace la tradición judeo cristiana y la romántica. [51] . En efecto,  en contra de lo que habí­a ocurrido en premodernidad , en que el hombre trataba de adaptarse

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