Fundaciones estadounidenses se convierten en multinacionales del aborto

Es un hecho no desmentido que algunos ricos estadounidenses crean fundaciones para desviar impuestos y, al mismo tiempo, ganarse algo de popularidad dando una imagen de generosos salvadores de la Humanidad. No siempre se sabe, sin embargo, que estas Fundaciones tienen, a veces, una visión muy particular de la filantropí­a. Según un estudio del Life Research Institute, publicado en Human Life Reports en agosto de 2000, las fundaciones destinaron un total de 128 millones y medio de dólares a la planificación familiar, con actividades que incluyen el aborto; de ellos, 66,2 millones de dólares para programas dentro de Estados Unidos, y 62,3 millones para el extranjero.

Una de las instituciones que más dinero ofrecen a la planificación familiar es la Ford Foundation. Según el informe de esa institución sobre las subvenciones ofrecidas en el año 2000, asignó un total de 88,5 millones de dólares al apartado de desarrollo humano y salud reproductiva. Gran parte de este dinero se destinó a grupos conocidos por su promoción del aborto y los anticonceptivos.

Entre los beneficiarios se encuentran, por ejemplo, el Alan Guttmacher Institute, la rama de investigación del Planned Parenthood, que recibió una subvención de 1,5 millones de dólares para trabajos sobre salud reproductiva y sexual adolescente.

El Population Council recibió por su parte 5,8 millones de dólares para programas en Egipto que incluí­an investigación y educación en salud reproductiva. La Ford Foundation apoya a Catholics for a Free Choice (Católicos por el derecho a decidir), un grupo que fue duramente criticado, en una declaración de mayo de 2000, por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos como «un brazo del lobby abortista en los Estados Unidos y alrededor del mundo».

Entre 1992 y 1998, la Rockefeller Foundation, según sus propios informes económicos, destinó un total de 75 millones de dólares a grupos de investigación y organizaciones privadas para el desarrollo de anticonceptivos.

La Andrew W. Mellon Foundation es otra de las multinacionales del control de población. En 1999 destinó 13,3 millones de dólares a este sector, y 25,5 millones el año siguiente.

El fundador de la CNN, Ted Turner, se ganó los titulares de los periódicos cuando anunció su decisión de dar 100 millones de dólares al año, durante la próxima década, a las Naciones Unidas. El pasado marzo, la fundación de Turner informó que el 26% del ese dinero ha ido a parar al área de mujer y población. El magnate ha creado la Turner Foundation, que ofrece grandes sumas al área de población. En 1999 la National Abortion and Reproductive Rights Action League (NARAL) recibió de esta Fundación casi 3,3 millones de dólares.

La Packard Foundation, aunque tiene pocos años de vida, se ha convertido rápidamente en una de las más importantes fuentes de financiación del control demográfico. El plan quinquenal de la fundación, comenzado en 1999, se concentra en un número de paí­ses foco: Etiopí­a, India, México, Myanmar, Nigeria, Pakistán, Filipinas y Sudán. La Fundación es una convencida promotora del aborto. En 1998 la Packard Foundation concedió un total de 51,7 millones de dólares para programas de población. La cantidad subió a 79 millones de dólares el siguiente año. El año pasado, no menos de 122,7 millones de dólares fueron a parar a 128 proyectos del área de población. Entre otros, financia a Catholics for a Free Choice en Iberoamérica.

En el panorama de las fundaciones que financian el aborto y el control natal ha entrado prepotentemente la organización creada por el fundador de Microsoft, la Bill and Melinda Gates Foundation. En 1999, la Planned Parenthood Foundation of America recibió de esta institución 5 millones de dólares y destinó otros 4,6 millones a las actividades de la International Planned Parenthood Federation. Una organización mexicana de planificación familiar, por ejemplo, recibió 2,5 millones de dólares.

Por honestidad, es importante constatar que estas fundaciones apoyan también actividades humanitarias dignas de encomio, como, por ejemplo, la lucha contra enfermedades en paí­ses del tercer mundo. Ahora bien, sus balances económicos demuestran que sus polí­ticas se basan todaví­a en el trasnochado pesimismo de las tesis de la bomba demográfica, desmentida por los últimos informes de la División de las Naciones Unidas para la Demografí­a .

En los paí­ses desarrollados, el problema es precisamente el contrario: el invierno demográfico que está provocando un acelerado envejecimiento de la población. Mientras que en los paí­ses en ví­as de desarrollo el desafí­o no está en eliminar a los no nacidos, sino en una distribución más justa de los recursos, pues el planeta cuenta hoy con recursos suficientes como para hacer vivir a la población mundial. í‰ste es el desafí­o que deberí­an afrontar estas generosas fundaciones, si quieren ser creí­bles.