El pasado 4 de septiembre la Ministra de Igualdad, Bibiana Aído, ha anunciado que para 2009 no habrá una “reforma” sino una nueva ley del aborto. Junto a esta promesa, no contemplada en el programa electoral de su partido, ha dado a conocer el nombre de los 13 expertos que formarán el “Comité de expertos del Ministerio de Igualdad”
La lista dada a conocer manifiesta, una vez más, una deficiencia grave de nuestra sociedad que justamente pretende ser democrática, participativa y tolerante. Nos falta creer en ello, y actuar en consecuencia. Nos conformarnos con manejar términos, pero sin estar dispuestos a actuar de una forma democrática, participativa y tolerante.
Este Comité hace gala del nombre del ministerio que lo ha creado, pero es una ofensa para el mismo concepto de “comité”. Efectivamente los trece expertos, son iguales todos porque todos se han manifestado, y en algunos casos muy activamente, como pro-aborto. No hay ninguna “desigualdad” entre sus posicionamientos con respecto a la conveniencia de legalizar y promover el aborto.
En cambio, no encontraremos en este Comité partidarios pro-vida, ni colectivos profesionales, ni tampoco miembros de la Asociación de Víctimas del Aborto . Pero tampoco ninguna persona que forme parte de la inmensa mayoría de profesionales de la salud, que se niega a llevar a cabo el aborto porque piensa que es matar a un niño inocente.
No se espere por tanto ningún debate en este Comité, tan sólo pequeñas escaramuzas para hacerse presentes. No es nueva esta práctica, pues en las fases de preparación de lo que después fue la Ley de Investigación Biomédica (2007), también la Ministra de Sanidad nombró una Comisión de asesoramiento que curiosamente fue unánime en su apoyo a la investigación con embriones humanos y a la clonación “terapéutica”. Si se conoce un poco del tema, uno se da cuenta de que ya antes cada uno se había manifestado partidarios de la postura que se tomó. ¿Fueron nombrados para debatir o porque ya pensaban igual?
Más recientemente, el 24 de diciembre de 2007, fue nombrado por el Consejo de Ministros el Comité de Bioética de España . Aunque su composición sea fuertemente política, parece que debería haber sido convocado para elaborar un dictamen sobre este tema. No se entiende la reciente proliferación de comités cuyo trabajo parece solaparse.
En cualquier caso, y contra lo que pueda parecer en España, tanto el concepto de “comité” como su funcionamiento normal es llegar a consensos sobre temas en los que falta acuerdo social. Lógicamente cuanto el tema afecta más al tejido de la sociedad, es más necesario que el debate en el seno de los comités sea más delicado y respetuoso con las diversas posturas. No se trata de vencer a los que no piensan como yo, sino de vivir con tolerancia hacia la diversidad de sentidos de la vida.
Por eso es más llamativo la creación de estos organismos, sin una promoción de origen social, sino político. Más parecen hechos para promover determinadas leyes, que para buscar soluciones acordadas en las respuestas ante determinados problemas comunes.
Quizá la explicación esté en que todavía podemos descubrir en la sociedad actual ciertas tendencias mesiánicas de salvación de los demás sin contar con ellos. Todavía las declaraciones de algunos líderes sociales suenan más a iluminados que nos van a hacer buenos y felices. Los líderes sociales, sea cual sea la organización en la que trabajen, están llamados a un servicio de escucha de las demandas de la sociedad, y a buscar y a argumentar propuestas que puedan ser asumidas por los ciudadanos, y no simplemente acatadas.
Con todo esto no se quiere poner en tela de juicio la honestidad de nadie, pero como dice la sentencia, “no basta que la esposa del césar sea honesta, sino que también debe parecerlo”.