Emilio García-Sáchez, Infinitos Heridos. El rescate de los vulnerables (Ensayo sobre la vulnerabilidad humana). Editorial: Dykinson. ISBN: 9788413778891. ISBN electrónico: 978-84-1377-952-2
En este ensayo, el autor, usa con frecuencia de expresiones metafóricas que, a nuestro pensar, explican, informan, describen y ejemplarizan su modo de entender a los seres humanos vulnerables. Construye las metáforas como unidades de reflexión y comunicación, encuentra en ellas la manera de mover la razón y el corazón precisamente allí donde parecía imposible entrar y entender, en palabras de Nussbaum “una parte de la peculiar belleza de la excelencia humana reside precisamente en su vulnerabilidad”. El mismo título del libro es una metáfora, una imagen poética, un recurso expresivo y sugerente, pero también, y antes que nada, tiene una función ontológica, hacer accesible esa realidad de todo ser humano, ese anhelo de esperanza, un sí pero todavía no, de perfección asentada y sostenida en la indigencia y la debilidad. El subtítulo, por el contrario, claro, directo, excluye cualquier duda sobre el tema que trata el libro: la incontrovertible defensa de la vulnerabilidad humana como condición de su naturaleza. El hombre no es solo un “coleccionador de heridas”, sino que, además, su ser definido por la limitación y la fragilidad, le conduce a una existencia quebradiza, siempre necesitada y siempre dependiente. Nadie está inmune contra la vulnerabilidad.
Con un lenguaje cuidado y accesible, Emilio García Sánchez, reflexiona acerca de la vida propiamente humana, la tensa conjunción del vivir limitado y deficiente con la misteriosa e infinita realidad de nuestro ser. Sus observaciones filosóficas tocan el punctum dolens de acceso a la verdad del hombre fundada en su ser personal de postración y a la intemperie, y de su radical apertura al infinito.
Entre líneas, el autor analiza el proceso de conversión de la tradicional reflexión intelectual del “porqué” de las cosas, como es el mundo real, al “cómo” funcionan, hasta llegar a la situación actual, la adaptación y recreación de la realidad a los deseos y poder del hombre. Mientras, la realidad que enseñorea la sociedad global de la eficiencia y el progreso, de la cultura de la complacencia convierte la vida humana en algo efímero. Nada es constante y duradero. Una paradoja, señalada una y otra vez por el autor, por una parte, el empeño de la sociedad contemporánea en la desnormalización del ser humano y por otra, el rechazo absoluto a la vulnerabilidad humana lo que constituye una ruptura antropológica y la pérdida de capacidad para entender en qué consiste lo normal.
Ante una sociedad de conducta antisocial, con sistemas de gestión que no cuidan de aquello que es propiamente humano, que apenas fijan los ojos, en los enfermos, en los discapacitados, en los más frágiles de la sociedad, García -Sánchez acomete en su obra la audaz tarea de proclamar, defender y recuperar “las virtudes de la dependencia reconocida”, como las llama MacIntyre: el servicio a los más necesitados, el cuidado de los más débiles, el respeto a la corporalidad decaída, la capacidad de sacrificio, el reconocimiento de la dignidad intocable e imperdible de cada una de las personas.
María Victoria Roqué