Inteligencia Artificial en Medicina.

Reflexiones éticas desde el pensamiento de Edmund Pellegrino

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El escenario actual de las ciencias de la salud, y de modo particular de la Medicina, se caracteriza por el creciente protagonismo de la Inteligencia Artificial (IA), proyectándose así la consolidación de un nuevo modelo de Medicina. Junto a las innegables ventajas que ofrece la aplicación de la IA para el diagnóstico y tratamiento de complejos problemas clínicos, se despiertan interrogantes éticos que reclaman una ponderada reflexión.

Ahora bien, la mayor parte de la literatura que aborda las cuestiones éticas asociadas al uso de la IA en medicina lo hace desde la perspectiva de la poiesis. En efecto, gran parte de los problemas evidenciados se relacionan con el diseño, programación, entrenamiento y funcionamiento de los algoritmos, cuestiones que exceden al profesional de salud.

Nuestra propuesta de reflexión se enmarca en la ética de la virtud delineada por Edmund Pellegrino la cual resulta una valiosa perspectiva epistemológica para trazar un camino de reflexión sobre los problemas éticos derivados del uso de la IA en Medicina. Dicha perspectiva —sustentada en una sólida filosofía de la Medicina—, adopta el punto de vista del sujeto que actúa, es decir, de la praxis. Puesto que el profesional de salud es un agente moral que emplea la IA como herramienta para conseguir un fin —el bien del paciente—, desde la perspectiva de Pellegrino es posible preguntar cómo influye el uso de la IA en la consecución del fin del quehacer médico cual criterio de orientación ética.

El origen de la Inteligencia Artificial (IA) está marcado por grandes acontecimientos en el campo de la ciencia informática. Como explica Ertel, en la década de 1930, se sentaron importantes bases para la lógica y la informática teórica gracias a Kurt Gödel, Alonso Church y Alan Turing. Más tarde, en la década de 1940, basándose en los resultados de la neurociencia, McCulloch, Pitts y Hebb diseñaron los primeros modelos matemáticos de redes neuronales. Sin embargo, las computadoras en ese momento carecían de la potencia suficiente para simular el funcionamiento del cerebro humano…

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