Conferencia pronunciada en un curso organizado por la Universidad Ceu-San Pablo. Debo reconocer que no me resulta muy claro el título que me ofrecieron los organizadores del Curso para esta intervención. Confío en no caer la brutalidad de confundir valor con precio. Tal vez por mi falta de un conocimiento riguroso …
Conferencia pronunciada en un curso organizado por la Universidad Ceu-San Pablo.
Debo reconocer que no me resulta muy claro el título que me ofrecieron los organizadores del Curso para esta intervención. Confío en no caer la brutalidad de confundir valor con precio. Tal vez por mi falta de un conocimiento riguroso de la Sociología actual procuro no conformarme con las explicaciones en las que la última, o única, razón de una actuación humana concreta es el incentivo económico. Ciertamente en el campo de la biología aplicada a la medicina las legislaciones de los últimos años -que han reforzado los derechos de propiedad intelectual y las patentes sobre moléculas obtenidas por Biotecnología- han supuesto un incentivo para que científicos, biomédicos y universidades aúnen fuerzas con el sector industrial; creo que esto, en sí mismo, es muy positivo. Que algunos científicos no hayan sabido resolver los conflictos de intereses que lógicamente pueden darse, no significa que la ciencia actual esté vendida a los poderosos de la economía, o de la política.
En el debate social los intereses económicos cuentan obviamente y además una característica de la industria biotecnológica es que la mayorparte de las empresas financian su investigación mediante su capital social y requieren inversores que asuman el riesgo de comprar acciones de estas compañías para llevar a cabo su investigación. Por tanto han de conseguir patentes para atraer financiación, para lo que se muestra eficaz una mezcla bien combinada de varios factores. En primer lugar un científico – “que sea, o que se haga famoso”- defendiendo una alternativa no sólo como mejor que otra, sino como la única alternativa para. El segundo factor es ese para: el valor científico y sobre todo humanitario en relación a la salud que se persigue al tratar de obtener el ansiado producto. De aquí que se manipule la ciencia, incluso creando falsas expectativas de curación a grandes colectivos de enfermos. El tercer factor es disponer “un malo de la película” a quien echar las culpas cuando los resultados no lleguan, o tardaran años en llegar; el protagonista habitual para ese papel es la Iglesia y los católicos funfamentalistas que se oponen al progreso. Por ello si salen a la palestra católicos con razones convincentes son sistemáticamente desacreditados por “sus prejuicio religiosos”. Pero, aún así, por lo general el signo de la apuesta de inversión (que deciden los inversores) es aquello que en principio es negocio: es un bien para la salud y mejor si no tiene trabas éticas; la experiencia muestra que los problemas morales no son buenos para el que invierte y tampoco muchas veces para su bolsillo; las cuestiones problemáticas pueden acarrear un rechazo social que suponga riesgos.
Pues bien, querría responder en esta sesión a dos preguntas que me he hecho muchas veces. Las respuestas obviamente son una tesis personal, y por tanto compartidas o no, y las ofrezco al debate. Las preguntas son muy sencillas: ¿Dónde está el negocio? ¿Cuál es la batalla real que estamos librando, y cuál es el precio que cada uno está pagando, o está dispuesto a pagar?. Iniciamos la primera.
1. ¿Dónde está el negocio?
¿En que situación está a 2004 el de las células troncales?
Una primera afirmación que hay que tener en cuenta es que de hecho las células troncales (o madre) de embriones y las de adulto son dos realidades biológicas diferentes. Por ello, el empleo de unas u otras para un uso terapéutico (para reparar los daños y regenerar las células destruidas por la enfermedad, o por un accidente), no es una simple alternativa; no existe una opción equivalente para ambos tipos celulares desde el punto de vista médico. Las de adulto se emplean ya y con éxito porque es esa su función propia en el organismo. Queda mucho por saber acerca de cómo regeneran o sustituyen a las células afectadas, o qué factores aportan para la regeneración; incluso qué tipo es el más adecuado según la enfermedad. Pero, aunque la investigación biomédica debe alcanzar un conocimiento preciso de qué mecanismo usan los diferentes tipos celulares con capacidad de regenerar el daño, no es imprescindible saberlo para iniciar terapias siguiendo rigurosamente los ensayos en las correspondientes fases clínicas, si se ha comprobado en modelos animales que corrigen el daño, o aminora los efectos nocivos de la lesión, sin producir efectos adversos colaterales.
Por el contrario no hay, hoy por hoy, ningún dato científico que permita asegurar que las células madre de embriones van a poderse usar para curar enfermos. Actualmente conocemos con mayor precisión cómo son los primeros días, las primeras etapas, del desarrollo embrionario. Así podemos definir qué es un embrión humano de pocas células, y lo que es un simple conjunto de células, organizado en diversas estructuras multicelulares (embrioides), sin constituir un organismo. De la masa celular interna del embrión de unos cinco días (el blastocisto) se obtienen las células madre de embriones de las que parten todos los sistemas, tejidos y órganos de un individuo, en tanto en cuanto estas células esta formando la unidad funcional vital de un organismo. Precisamente porque se tiene este conocimiento tenemos la posibilidad de cambiarles su trayectoria funcional para producir in vitro diversos tipos celulares. En el inicio de este campo de la Biomedicina se pensó que las de origen embrionario podrían ser implantadas en el paciente y sustituir la función de células dañadas por la enfermedad, o la lesión; sin embargo ha resultado ser un error porque estas células son incontrolables. Incluso si se pudieran obviar los graves problemas éticos de producción y uso de embriones como mero medio en procesos terapéuticos, la agresividad en sí de tales procesos los hace insolventes médicamente por desproporción de los riesgos, al menos por ahora.
Por todo ello, puede afirmarse que la terapia celular no necesita los embriones precoces para obtener células madre. Sin embargo su proliferación es tal que teóricamente se pueden producir en cantidades “industriales” y transformarlas en “líneas inmortalizadas”; las líneas pueden venderse no para curar pero sí para investigar en las enfermedades degenerativas, o en otras cuestiones de interés (los procesos de diferenciación celular y organogénesis que tienen lugar durante el desarrollo embrionario humano, comprender mejor el proceso tumoral y diseñar y comprobar la toxicología de algunos fármacos). Hay pues razones científicas para que sea de interés crear líneas celulares de origen embrionario, y de origen adulto; pero de nuevo su diferente naturaleza hace que la investigación que se pueda llevar a cabo con unas u otras sea diferente.
Líneas celulares derivadas de blastocistos humanos para uso de investigación
Las principales empresas que trabajan, o han trabajado, con células madre embrionarias son Geron, BioTrasplant y su socia australiana Stem Cell Sciences. Geron es propietaria de Roslin Bio-Med, una parte del Instituto Roslin de Edimburgo creado para la explotación de la tecnología de transferencia nuclear para clonación.
En Agosto de 2001 se creó en los Estados Unidos el registro (Human Embryonic Stem Cell Registry) con unas 70 líneas celulares que se habían conseguido antes de esta fecha en que el Presidente Bush tomó la decisión de no apoyar con financiación federal el uso de los embriones almacenados o creados ex profeso. El registro está mantenido por los Institutos Nacionales de Salud y las líneas provienen de laboratorios de Estados Unidos, Australia, Suecia, India e Israel y se puede ampliar con las aportaciones de otros países. Las líneas celulares registradas conseguidas por los centros se detallan en la tabla; entre paréntesis el se cita el número de líneas disponibles en junio de 2004 Se indica también el estado de los embriones procedentes de las clínicas de FIV a partir de los cuales se han obtenido.
………………….. Nº de líneas / Embriones usados (en tabla siguiente, después de espacio en blanco🙂
BresaGen, Inc., Athens, Georgia. |
4 (3) |
Sobrantes frescos |
|
2 |
Datos no disponibles |
Cellartis AB, Gí¶teborg, Sweden |
3 |
Sobrantes congelados |
CyThera, Inc., San Diego, California |
9 (0) |
Sobrantes congelados |
ES Cell International, Melbourne, Australia |
6 (6) |
Sobrantes congelados |
Geron Corporation, Menlo Park, California |
7 |
Derivadas de otras |
Gí¶teborg University, Gí¶teborg, Sweden |
16 |
|
Karolinska Institute, Stockholm, Sweden |
6 (0) |
Sobrantes frescos |
|
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Sobrantes congelados con <5años |
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|
Sobrantes |
|
|
De masa interna del blastocisto congelada |
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|
Datos no disponibles |
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4 (2) |
Sobrantes congelados |
University of California, San Francisco, California |
2 (2) |
Sobrantes frescos |
Wisconsin Alumni Res. Foundation, Madison. |
5 (5) |
Sobrantes |
Está claro que las líneas existentes son muy escasas y están dando problemas. En el 2004, se publicó1 en el Reino Unido cambios en el cariotipo de las varias líneas celulares, lo que exigiría revisar no sólo su potencial uso en posibles futuras terapias, sino confirmar los resultados que se obtengan a partir de ellas con los obtenidos desde otras sin alteraciones cromosómicas. En los mismo días, en el laboratorio de Melton consiguen 17 nuevas líneas de células troncales embrionarias que están disponibles gratuitamente para investigación (publicado el 25 de marzo en New England Journal of Medicine), que proceden de embriones humanos congelados del Centro de Fecundación Asistida de Boston (HHMI).
La obtención de líneas celulares madre embrionarias “como negocio” está en el aire. Como suele ocurrir entre científicos nos las prestamos señalando en la publicación de los trabajos quién tiene la gentileza de donarlas; y si la línea resulta eficaz la comercializa el inventor y a partir de entonces las compramos a precios asequibles en el nivel de la investigación biológica y médica
Línea celulares obtenidas de adultos y de la sangre del cordón umbilical
Varias empresas investigan con células madre de cordón umbilical y tejidos adultos (Aastrom Biosciences; Cyto-Cell, Stem Cells, Stanford y ViaCell). La empresa Osiris Therapeutics, Inc. Baltimore MD, USA trabaja en la inmortalización de células procedentes de células madre de la médula ósea de adulto diferenciándolas hasta progenitoras capaces de regenerar tejidos dañados. Y otras como ViaCell y Cryo-Cell se han especializado en la crioconservación de células madre de la sangre del cordón umbilical del recién nacido, ofreciendo este servicio a padres a los que se explica que estas células podrán salvar en el futuro la vida de su hijo si sufriera graves enfermedades, contando con que el progreso que se está produciendo en este campo. Estas células de la sangre del cordón no producen rechazo inmunológico. En un negocio que ya va siendo próspero y muy alentador desde el punto de vista médico; ya que de hecho pueden ser utilizables para otros pacientes.
El grupo de Catherine Verfaillie, de la Universidad de Minnesota, descubrió un tipo de células madre presentes en la médula ósea y con la misma capacidad de las embrionarias para diferenciarse en células de una multitud de tejidos. La versatilidad es menor que la de las células embrionarias lo que, por otro lado, tiene sus ventajas, pues se limita así el riesgo de desarrollar tumores. Iniciaron trámites para patentar y comercializar el sofisticado método de su aislamiento y purificación.
A partir del 2001 se sabe que las células madre adultas están mucho más cerca de las aplicaciones terapéuticas; esta razón unida a que la empresa la PPL Therapeutics logró “rejuvenecer” células de piel desde células madre diferenciadas y consiguió patentar el descubrimiento, han hecho girar a los inversores a favor de la investigación con células madre adultas. De hecho en Estados Unidos, donde existen unas 30 empresas biotecnológicas, menos de la mitad trabajan con células madre embrionarias y sólo dos de ellas llevan a cabo una investigación fuerte con células embrionarias. Entre ellas, incluidas dos que trabajan tanto con ambos tipos de células madre, atraen la mitad de inversión que las 13 empresas que trabajan exclusivamente con células madre adultas.
La batalla que ha enfrentado durante unos cinco años a los partidarios de las células derivadas de embriones y a los partidarios de las de adulto la han ganado estas últimas por ser lo que son y como son. La verdad científica, el cómo es una realidad concreta, se acaba imponiendo por su propio peso si se llega a tiempo de que otros intereses no consoliden una vía falsa.
Las clínicas de fecundación in vitro (FIV) y los embriones sobrantes
No ocurrió así con la práctica de la fecundación in vitro; que ha consolidado la vía falsa. Por ello, es hacia los centros donde se practica la FIV hacia donde hay que mirar para encontrar un claro interés económico por enzima terapéutico. La clásica relación médico-paciente ha sido sustituida por la relación productora-cliente.
El presupuesto ideológico del que parten es doblemente erróneo: por un lado afirman que la vida humana en su inicio no es un valor en sí misma y depende del que queramos darle; y por otro, la transmisión de la vida humana (y con ello el valor la relación paterno-filial) no es más que un mero proceso fisiológico sustituible por un proceso de producción técnica, Por ello se rige con la lógica propia del ámbito productivo: exigencia de resultados según la relación calidad del producto/precio, selección del producto y por tanto producción en exceso y de la forma más cómoda posible, en número y tipo deseado, etc. Se olvida algo tan esencial como el hecho de que sea como fuere la forma y el modo como ha llegado a la vida, cada embrión vivo es un ser humano con el carácter personal propio y específico de todos los individuos de la especie humana. No cambia la gravedad de abandonarlos, destruirlos, etc. por el hecho de que hayan sido producidos y no engendrados. Sin embargo, los potenciales padres en su deseo de serlo, consienten en ser reducidos a simples donantes de sus gametos, al tiempo que se sienten “dueños” del hijo encargado. Sin apenas percibirlo, adquieren la mentalidad de clientes del centro de FIV con sus derechos de preferencias y sus deberes de aceptar los medios para conseguir ese hijo “a cualquier precio”.
El impacto económico de las tecnologías de reproducción asistida es muy alto. Son miles y miles los ciclos de fecundación los que se realizan anualmente; y se ha ido expandiendo la práctica desde los casos iniciales de infecundidad de la mujer por obstrucción de las trompas, a problemas de infertilidad grave masculina y a una cada vez más alta frecuencia de acudir a ellas como una opción a la procreación natural. A esto se une un aumento de los porcentajes de parejas con algún tipo de infecundidad o un simple retraso de la edad a que se desea procrear. Han pasado demasiados años desde que la FIV se introdujo como solución de emergencia de la falta de fertilidad y amparada en la compasión del sufrimiento de las parejas sin hijos. La solución de emergencia ha creado problemas más graves para la vida del embrión y de los nacidos de los que ha solucionado (véase el resumen de los datos publicados al respecto). Más aún, ha creado la falsa expectativa de que toda persona en cualquier situación puede reclamar un hijo sobre la base de un ambiguo derecho reproductivo. Aparece una nueva forma de sufrimiento: la del miembro de la pareja infertil al que se le impone como imperativo moral someterse a un proceso de tal calado para satisfacer a su conjugue el deseo de paternidad biológica.
Así, la “demanda” ha producido una gama de sofisticadas manipulaciones: a) inducción de multiovulación, con los tratamientos adecuados; b) inseminación de múltiples óvulos, con transferencia de varios embriones de forma simultánea al útero, lo que en muchos casos añade al proceso una “reducción embrionaria” o aborto selectivo; c) sistemas de evaluación de la “calidad biológica” de los diversos embriones en sus diversos días de vida en el laboratorio; d) cultivo de embriones y almacenamiento crioconservación de los embriones “sobrantes” para un posible nuevo ciclo.
Todo ello encarece el proceso, requiere productos bioquímicos y requiere maquinaria y ofrece, por tanto, pingues ganancias a los centros y a las empresas suministradoras de equipamientos e instalaciones. La imagen humanitaria, propia de la investigación biomédica, que lucha por aliviar el dolor de la esterilidad encubrió la avaricia de poder de muchos equipos biomédicos. La posibilidad de guardar congelados algunos embriones “por si acaso”, y la acumulación de cientos de miles almacenados en le frío, ha terminado por diluir da la responsabilidad natural de los padres con el embrión y a una progresiva despersonalización en la relación paternidad-filiación.
Datos significativos de las técnicas de reproducción asistida en un total de 920 centros de EEUU y Europa.
- El porcentaje de niños nacidos por TRA respecto al total es de un 0,9-1,6 %.
- Número de ciclos iniciados/año (con una media de 10 embriones producidos/ciclo es de 357.099.Tranferencias a útero sin congelación de embriones: 463.391. Y sólo nn 25% tras congelación.
- Embarazos (con o sin nacimientos sin congelación por cada transferencia de varios embriones)es de un 31,6%. Tras congelación sólo un 20,3% por transferencia.
- El resultado de las diferentes técnicas (medido en nacimiento por transferencia) es: FIVET sin ISCI un 28,6%; ISCI un 31%; GIFT el 24,5%; ZIFT el 29,2% y por combinación un 32,0 %. Sin embargo a pesar de la similitud de eficacia el porcentaje de uso de las diversas técnicas es muy desproporcionado, sin motivo: FIVET sin ISCI un 52,3%; ISCI un 45,8%; GIFT el 0.7%; ZIFT el 1,0% y por técnicas de combinación un 0,1%.
- En cuanto a la frecuencias de los diagnósticos de esterilidad: el factor masculino supone el 18,9%; los factores múltiples femeninos más masculinos, el 17,6%. El factor tubárico el 16,1%), factores femeninos múltiples un 12,5%, mientras que las disfunciones ováricas suponen un 5,4% y la endometriosis el 7,8%. Hasta un 10,5% de los casos de las parejas con infertilidad son por causas no explicadas.
- En cuanto a la eficacia, se encuentra un porcentaje cercano al 30% en caso de factor masculino, de disfunción ovárica, endometriosis y en los casos de causas no explicadas. Es menor en caso de factor tubárico y disminuye en casos de causas múltiples hacia el 20% y sólo se consigue un 11,5% si está disminuida la reserva de óvulos.
- La eficacia muy dependiente de la edad de la madre, pasando de un 35% con menos de 35 años, a un 25% entre los 35 ““40 y a una disminución al 13% y 6% de los 41 a mas de 42. Si los óvulos proceden de donantes jóvenes se mantiene la cifra de alrededor del 35 % entre los 30 y los 45 años de la madre gestante.
- Menos del 10% de las transferencias es de un único embrión. Dos o tres embriones simultáneos supone mas del 60% y cuatro o más embriones menos del 20%. Sin embargo la mayoría de las gestaciones y de los nacimientos son únicos: un 55-60%; un 30% gemelos, un 10% trillizos y un 0.5% son cuatrillizos. Lo que demuestra la incongruencia de producir y transferir más de dos embriones.
- Los niños de embarazos múltiples tienen mayor riesgo de enfermedades: el 87% de los trillizos y el 42% de los gemelos son prematuros frente a un 8% de las gestaciones únicas. La mortalidad perinatal fue del 40 por mil en los trillizos frente al 8 por mil de los bebés únicos. La gestación por embrión es menor con embriones congelados (7.3%) que en embriones frescos (9.2%) y el daño experimentado por los embriones como resultado de la congelación-descongelación es del orden del 30% (La revisión de Kendall Powell acerca de las dudas que suscitan las TRA merece ser conocida y analizada: Powell K (2003) Seeds of doubt. Nature 422, 656-658. Doi:10.1038/422656).
Nota. Los datos de Europa se recogen en el European registers by ESHRE y los publica la Society of Human Reproduction and Embryology en la revista Human Reproduction.
El terreno estaba abonado para que saltara el uso de embriones sobrantes para investigación y obtención de materiales biológicos de interés tecnológico. En los primeros tres años, casi hasta el 2001, se confió mucho en el potencial en todos los sentidos de las células procedentes de los embriones de unos cinco días. Las Clínicas de FIV que aportaban los embriones “sobrantes” se mostraron muy generosas para ofrecerlos a las empresas y para producir nuevos embriones ex profeso “genéticamente más fiables” para fines de investigación.
La alarma social acerca del destino de los embriones almacenados había tenido muy poca fuerza; era un mal menor frente a la felicidad de tener cubierto el proyecto reproductor. No fue considerado, por tanto, un nuevo y grave problema añadido plantear a los padres que decidan si dan para la investigación esos hijos conservados en el frío; que ellos decidan su destino. Paulatinamente se había instalado ya al imperativo moral de la compasión a los enfermos que obliga a la investigación destructiva y consumidora de embriones. La imagen humanitaria de quien lucha por salvar vidas humanas, por curar la enfermedad y para paliar el dolor, a la que se apela para atreverse a tal petición, no es coherente; es una contradicción con el fin declarado de curar enfermedades de unos, emplear a otros. Pero las clínicas de FIV encontraron una “salida más digna” que destruir los embriones almacenados: la promesa de curación de graves enfermedades degenerativas.
Como hemos indicado antes, las células derivadas de los embriones no es fácil que adquieran estabilidad y las de adulto las han desbancado en la medicina y en las empresas biotecnológicas. Pero esto no ha sido un problema para estos centros porque para entonces habían asegurado el aumento de demandas y por tanto de clientela. Estas demandas de centran en la selección del embrión e incluso del tipo de criatura que llegue al mundo en función de poder útiles como “donante obligado de por vida” de algunas de sus células.
Un prometedor negocio de las Clínicas de FIV privadas: promover el desarrollo del mercado del diagnóstico genético preimplantatorio
El diagnóstico genético para conocer el riesgo de padecer ciertas enfermedades de base hereditaria, o aplicaciones como el diagnostico genético pre-implantatorio (DGP) o el diagnóstico pre-natal, representan mercados potencialmente muy lucrativos para empresas como Myriad Genetics o Celera Genomics, que patentaron genes completos o secuencias del genoma humano, con potenciales usos diagnósticos, clínicos o de investigación. Reciben cuantiosos royalties por la utilización de los test de detección del gen responsable de enfermedades y que se utiliza cada año en millones de embarazadas. Con ello se abren también ciertas posibilidades a la terapia génica, consistente en la inserción de material genético en las células de un paciente para prevenir, controlar o curar enfermedades de base hereditaria. Pero esta tecnología se resiste al mercado mucho más de lo esperable y sobre todo de lo deseable. De ahí que el salto al diagnóstico pre-implantatorio (DPI) a fin de no dar paso a ningún embrión humano con alguna característica no deseada.
Las Clínicas de FIV (sin autorización ni prohibición expresa en muchos países) utilizan el diagnóstico genético preimplantatorio (PGD) para parejas -sean estériles o no lo sean- con una cierta probabilidad de tener niño con una enfermedad genética de cierta gravedad, como una alternativa al diagnóstico prenatal. La producción de un número elevado de embriones permite generalmente que cuando estos alcanzan el tamaño de 8 células tomarle dos y hacer un sofisticado y caro análisis de DGP. Todos los portadores del gen “malo” se descartan y alguno de los no portadores es transferido a la madre para ser gestado. Quedan en el centro de investigación embriones “calificados genéticamente” de valor lucrativo e interés investigador.
Entre las enfermedades de transmisión hereditaria en la que se plantea la eliminación de los hijos portadores antes de la implantación en la madre se encuentran: la fibrosis quística, la distrofia muscular de Duchenne, la hemofilia, anemias graves, la enfermedad de Huntington, el síndrome de cromosoma X frágil, y otras también infrecuentes como la enfermedad de Tay-Sachs y el síndrome de Marfan. No puedo dejar de decir que hoy se conoce que algunas enfermedades raras (ligadas a la impronta genética) tienen una incidencia entre 2 y 3 veces superior en los nacidos que en su fase embrionaria antes de ser implantados en la madre pasaron varios días, cinco, en cultivo en el laboratorio.Las tasas de gestación a termino después del procedimiento de diagnóstico preimplantatorio parecen ser menores que las obtenidas con embriones no manipulados. Es obvio que el PGD añade un aumento de muerte embrionaria injustificable. Al tiempo que supone eliminar los hijos con alguna tara, producir un buen exceso de embriones para facilitar la selección de los mejores y por convertirse en un modo “más fácil y hasta más cómodo” de pre-abortar los hijos con deficiencias.
Los pasos siguientes a esta eugenesia se han dado ya: los llamados “bebés medicamento”, como la pequeña americana Molly, que en el año 2000 salvó su vida de una anemia de Fanconi gracias a un injerto de células madre procedentes del cordón umbilical de su hermano pequeño Adam, concebido in vitro al efecto y seleccionado en base a su histocompatibilidad. El coste de un “tratamiento” así, llevado a cabo en un hospital de Chicago, fue de 30.000 dólares. Es posible que los primeros casos en España sean gratis, pero el rendimiento económico vendrá después. Y, sabemos que sirve la sangre del cordón umbilical de cualquier recién nacido, más aún serviría también las células madre de la médula ósea de cualquiera y mejor si es de la propia familia, pero si se monta una campaña dirigida a la solidaridad con el dolor de unos padres con un hijo enfermo las clínicas ganan una nueva clientela. Por ello con frecuencia se plantea la pregunta ¿Porqué va a ser éticamente reprobable que una mujer quiera tener un hijo para salvar la vida de otro?
Es obvio que el hecho de que una madre quiera tener un hijo para salvar la vida de otro es laudable. ¿Qué malo puede haber en el deseo que se expresa en un “¡ojalá Dios me dé de entre mis hijos uno que pueda y quiera donar parte de sus tuétanos a su hermano enfermo”!. Unos padres que ven sufrir y morir joven o incluso niño un hijo están dispuestos a cualquier sacrificio, y tienen derecho a pedir a un hijo un sacrificio por un hermano. Pero lo que algunas Clínicas de FIV están planteado a padres con un hijo enfermo (y además quieren que se les apoye legalmente) no es que los padres tengan una familia numerosa de forma natural para que alguno de los hermanos sea compatible. Por fuerte que sea y suene la realidad es que esas clínicas buscan clientela de parejas que no son infecundas y no les necesitarían. ¿Se les dice a los padres que ese otro hijo (el bebé medicamento) nacerá seguramente más débil de lo normal, tal vez expuesto a graves enfermedades por el procedimiento mismo que le ha dado la existencia? ¿le dirán al hijo algún día que ha venido al mundo porque necesitaban su cuerpo para la salud de otro? ¿les dirán algún día que a otros hermanos de su misma edad no les dejaron nacer y vivir porque no eran tan útiles como él?
Y si faltaba algo, ya está en marcha una mera eugenesia basada en preferencias o expectativas. Recientemente parejas con minusvalías (sordera, enanismo) reivindican el “derecho” a que sus hijos las tengan igualmente, y acuden a la ayuda del diagnóstico genético preimplantatorio para seleccionar el hijo que porte la tara, o como ellos dicen, la “seña de identidad cultural”. Si sólo hubiera intereses económicos podríamos estar tranquilos; la investigación médica siempre ha sido cara y siempre los tratamientos han producido beneficios económicos. Pero la realidad es bien distinta: el boom de las células madre embrionarias está en el presunto derecho de la sociedad a manipular la vida humana especialmente en su inicio y está la vieja cuestión de usar la ciencia para ir hacia la raza declarada perfecta según criterio de los poderes políticos, económicos o mediáticos o según la medida que desean los padres de lo para ellos es el bebé perfecto. Conseguirles a los padres un hijo a la carta y a los investigadores embriones a la carta, para las investigaciones que se planten necesarias y urgentes en el futuro inmediato, asegura el negocio lucrativo a estos centros.
El embrión clónico del paciente como fuente de células madre
Aún se oyen voces acerca de la necesidad de llevar a cabo la “clonación terapéutica”. Es decir, producir un embrión “clónico” del paciente para obtener células madre embrionarias que pudieran curarle (de ahí el eufemismo a-científico de “terapeútica”), sin el consabido rechazo de un transplante de material ajeno. En este campo la conjunción de falacias ideológicas y de ciencia-ficción ha derramado mucha tinta. í‰tica y humanamente es repugnante pensar en copiar seres humanos, o fabricarlos para destruirlos y usar sus células para curar a otro. Hoy sabemos claramente dos cosas; una, que cualquier tipo de clonación que sea tal, no que simplemente se le llame así, es imposible desde el punto de vista técnico. La otra, que la clonación terapéutica siempre será innecesaria para la medicina. No existe hoy por hoy ninguna posibilidad de clonar un mono y menos aún un ser humano; más aún, ha sido un rotundo fracaso en todas las especies en que se ha intentado una y otra vez, hasta el punto de abandono de la patente de clonación de los creadores de Dolly.
Toda clonación tiene dos pasos: pasar el núcleo de una célula, del donante que se quiere clonar, a un óvulo (transferencia nuclear) y un segundo paso que es todo un proceso de reprogramación del material genético. Esta reprogramación no se sabe hacer, y además en el caso de primates tiene tres barreras biológicas, que hemos conocido precisamente en los más de 700 intentos fracasados llevados a cabo, para clonar monos. En ratón se ha llevado a cabo una “clonación terapéutica” con muchas dificultades y será muy difícil trasladar y extrapolar, de hecho, este proceso a los humanos. Y en todo caso sería inútil: carece de rigor usar para un transplante al paciente las células del tipo embrionario que se obtuvieran del clon del pacien