Conferencia pronunciada en un curso organizado por la Universidad Ceu-San Pablo. Debo reconocer que no me resulta muy claro el título que me ofrecieron los organizadores del Curso para esta intervención. Confío en no caer la brutalidad de confundir valor con precio. Tal vez por mi falta de un conocimiento riguroso …
Conferencia pronunciada en un curso organizado por la Universidad Ceu-San Pablo.
Debo reconocer que no me resulta muy claro el título que me ofrecieron los organizadores del Curso para esta intervención. Confío en no caer la brutalidad de confundir valor con precio. Tal vez por mi falta de un conocimiento riguroso de la Sociología actual procuro no conformarme con las explicaciones en las que la última, o única, razón de una actuación humana concreta es el incentivo económico. Ciertamente en el campo de la biología aplicada a la medicina las legislaciones de los últimos años -que han reforzado los derechos de propiedad intelectual y las patentes sobre moléculas obtenidas por Biotecnología- han supuesto un incentivo para que científicos, biomédicos y universidades aúnen fuerzas con el sector industrial; creo que esto, en sí mismo, es muy positivo. Que algunos científicos no hayan sabido resolver los conflictos de intereses que lógicamente pueden darse, no significa que la ciencia actual esté vendida a los poderosos de la economía, o de la política.
En el debate social los intereses económicos cuentan obviamente y además una característica de la industria biotecnológica es que la mayorparte de las empresas financian su investigación mediante su capital social y requieren inversores que asuman el riesgo de comprar acciones de estas compañías para llevar a cabo su investigación. Por tanto han de conseguir patentes para atraer financiación, para lo que se muestra eficaz una mezcla bien combinada de varios factores. En primer lugar un científico – «que sea, o que se haga famoso»- defendiendo una alternativa no sólo como mejor que otra, sino como la única alternativa para. El segundo factor es ese para: el valor científico y sobre todo humanitario en relación a la salud que se persigue al tratar de obtener el ansiado producto. De aquí que se manipule la ciencia, incluso creando falsas expectativas de curación a grandes colectivos de enfermos. El tercer factor es disponer «un malo de la película» a quien echar las culpas cuando los resultados no lleguan, o tardaran años en llegar; el protagonista habitual para ese papel es la Iglesia y los católicos funfamentalistas que se oponen al progreso. Por ello si salen a la palestra católicos con razones convincentes son sistemáticamente desacreditados por «sus prejuicio religiosos». Pero, aún así, por lo general el signo de la apuesta de inversión (que deciden los inversores) es aquello que en principio es negocio: es un bien para la salud y mejor si no tiene trabas éticas; la experiencia muestra que los problemas morales no son buenos para el que invierte y tampoco muchas veces para su bolsillo; las cuestiones problemáticas pueden acarrear un rechazo social que suponga riesgos.
Pues bien, querría responder en esta sesión a dos preguntas que me he hecho muchas veces. Las respuestas obviamente son una tesis personal, y por tanto compartidas o no, y las ofrezco al debate. Las preguntas son muy sencillas: ¿Dónde está el negocio? ¿Cuál es la batalla real que estamos librando, y cuál es el precio que cada uno está pagando, o está dispuesto a pagar?. Iniciamos la primera.
1. ¿Dónde está el negocio?
¿En que situación está a 2004 el de las células troncales?
Una primera afirmación que hay que tener en cuenta es que de hecho las células troncales (o madre) de embriones y las de adulto son dos realidades biológicas diferentes. Por ello, el empleo de unas u otras para un uso terapéutico (para reparar los daños y regenerar las células destruidas por la enfermedad, o por un accidente), no es una simple alternativa; no existe una opción equivalente para ambos tipos celulares desde el punto de vista médico. Las de adulto se emplean ya y con éxito porque es esa su función propia en el organismo. Queda mucho por saber acerca de cómo regeneran o sustituyen a las células afectadas, o qué factores aportan para la regeneración; incluso qué tipo es el más adecuado según la enfermedad. Pero, aunque la investigación biomédica debe alcanzar un conocimiento preciso de qué mecanismo usan los diferentes tipos celulares con capacidad de regenerar el daño, no es imprescindible saberlo para iniciar terapias siguiendo rigurosamente los ensayos en las correspondientes fases clínicas, si se ha comprobado en modelos animales que corrigen el daño, o aminora los efectos nocivos de la lesión, sin producir efectos adversos colaterales.
Por el contrario no hay, hoy por hoy, ningún dato científico que permita asegurar que las células madre de embriones van a poderse usar para curar enfermos. Actualmente conocemos con mayor precisión cómo son los primeros días, las primeras etapas, del desarrollo embrionario. Así podemos definir qué es un embrión humano de pocas células, y lo que es un simple conjunto de células, organizado en diversas estructuras multicelulares (embrioides), sin constituir un organismo. De la masa celular interna del embrión de unos cinco días (el blastocisto) se obtienen las células madre de embriones de las que parten todos los sistemas, tejidos y órganos de un individuo, en tanto en cuanto estas células esta formando la unidad funcional vital de un organismo. Precisamente porque se tiene este conocimiento tenemos la posibilidad de cambiarles su trayectoria funcional para producir in vitro diversos tipos celulares. En el inicio de este campo de la Biomedicina se pensó que las de origen embrionario podrían ser implantadas en el paciente y sustituir la función de células dañadas por la enfermedad, o la lesión; sin embargo ha resultado ser un error porque estas células son incontrolables. Incluso si se pudieran obviar los graves problemas éticos de producción y uso de embriones como mero medio en procesos terapéuticos, la agresividad en sí de tales procesos los hace insolventes médicamente por desproporción de los riesgos, al menos por ahora.
Por todo ello, puede afirmarse que la terapia celular no necesita los embriones precoces para obtener células madre. Sin embargo su proliferación es tal que teóricamente se pueden producir en cantidades «industriales» y transformarlas en «líneas inmortalizadas»; las líneas pueden venderse no para curar pero sí para investigar en las enfermedades degenerativas, o en otras cuestiones de interés (los procesos de diferenciación celular y organogénesis que tienen lugar durante el desarrollo embrionario humano, comprender mejor el proceso tumoral y diseñar y comprobar la toxicología de algunos fármacos). Hay pues razones científicas para que sea de interés crear líneas celulares de origen embrionario, y de origen adulto; pero de nuevo su diferente naturaleza hace que la investigación que se pueda llevar a cabo con unas u otras sea diferente.
Líneas celulares derivadas de blastocistos humanos para uso de investigación
Las principales empresas que trabajan, o han trabajado, con células madre embrionarias son Geron, BioTrasplant y su socia australiana Stem Cell Sciences. Geron es propietaria de Roslin Bio-Med, una parte del Instituto Roslin de Edimburgo creado para la explotación de la tecnología de transferencia nuclear para clonación.
En Agosto de 2001 se creó en los Estados Unidos el registro (Human Embryonic Stem Cell Registry) con unas 70 líneas celulares que se habían conseguido antes de esta fecha en que el Presidente Bush tomó la decisión de no apoyar con financiación federal el uso de los embriones almacenados o creados ex profeso. El registro está mantenido por los Institutos Nacionales de Salud y las líneas provienen de laboratorios de Estados Unidos, Australia, Suecia, India e Israel y se puede ampliar con las aportaciones de otros países. Las líneas celulares registradas conseguidas por los centros se detallan en la tabla; entre paréntesis el se cita el número de líneas disponibles en junio de 2004 Se indica también el estado de los embriones procedentes de las clínicas de FIV a partir de los cuales se han obtenido.
………………….. Nº de líneas / Embriones usados (en tabla siguiente, después de espacio en blanco🙂
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Está claro que las líneas existentes son muy escasas y están dando problemas. En el 2004, se publicó1 en el Reino Unido cambios en el cariotipo de las varias líneas celulares, lo que exigiría revisar no sólo su potencial uso en posibles futuras terapias, sino confirmar los resultados que se obtengan a partir de ellas con los obtenidos desde otras sin alteraciones cromosómicas. En los mismo días, en el laboratorio de Melton consiguen 17 nuevas líneas de células troncales embrionarias que están disponibles gratuitamente para investigación (publicado el 25 de marzo en New England Journal of Medicine), que proceden de embriones humanos congelados del Centro de Fecundación Asistida de Boston (HHMI).
La obtención de líneas celulares madre embrionarias «como negocio» está en el aire. Como suele ocurrir entre científicos nos las prestamos señalando en la publicación de los trabajos quién tiene la gentileza de donarlas; y si la línea resulta eficaz la comercializa el inventor y a partir de entonces las compramos a precios asequibles en el nivel de la investigación biológica y médica
Línea celulares obtenidas de adultos y de la sangre del cordón umbilical
Varias empresas investigan con células madre de cordón umbilical y tejidos adultos (Aastrom Biosciences; Cyto-Cell, Stem Cells, Stanford y ViaCell). La empresa Osiris Therapeutics, Inc. Baltimore MD, USA trabaja en la inmortalización de células procedentes de células madre de la médula ósea de adulto diferenciándolas hasta progenitoras capaces de regenerar tejidos dañados. Y otras como ViaCell y Cryo-Cell se han especializado en la crioconservación de células madre de la sangre del cordón umbilical del recién nacido, ofreciendo este servicio a padres a los que se explica que estas células podrán salvar en el futuro la vida de su hijo si sufriera graves enfermedades, contando con que el progreso que se está produciendo en este campo. Estas células de la sangre del cordón no producen rechazo inmunológico. En un negocio que ya va siendo próspero y muy alentador desde el punto de vista médico; ya que de hecho pueden ser utilizables para otros pacientes.
El grupo de Catherine Verfaillie, de la Universidad de Minnesota, descubrió un tipo de células madre presentes en la médula ósea y con la misma capacidad de las embrionarias para diferenciarse en células de una multitud de tejidos. La versatilidad es menor que la de las células embrionarias lo que, por otro lado, tiene sus ventajas, pues se limita así el riesgo de desarrollar tumores. Iniciaron trámites para patentar y comercializar el sofisticado método de su aislamiento y purificación.
A partir del 2001 se sabe que las células madre adultas están mucho más cerca de las aplicaciones terapéuticas; esta razón unida a que la empresa la PPL Therapeutics logró «rejuvenecer» células de piel desde células madre diferenciadas y consiguió patentar el descubrimiento, han hecho girar a los inversores a favor de la investigación con células madre adultas. De hecho en Estados Unidos, donde existen unas 30 empresas biotecnológicas, menos de la mitad trabajan con células madre embrionarias y sólo dos de ellas llevan a cabo una investigación fuerte con células embrionarias. Entre ellas, incluidas dos que trabajan tanto con ambos tipos de células madre, atraen la mitad de inversión que las 13 empresas que trabajan exclusivamente con células madre adultas.
La batalla que ha enfrentado durante unos cinco años a los partidarios de las células derivadas de embriones y a los partidarios de las de adulto la han ganado estas últimas por ser lo que son y como son. La verdad científica, el cómo es una realidad concreta, se acaba imponiendo por su propio peso si se llega a tiempo de que otros intereses no consoliden una vía falsa.
Las clínicas de fecundación in vitro (FIV) y los embriones sobrantes
No ocurrió así con la práctica de la fecundación in vitro; que ha consolidado la vía falsa. Por ello, es hacia los centros donde se practica la FIV hacia donde hay que mirar para encontrar un claro interés económico por enzima terapéutico. La clásica relación médico-paciente ha sido sustituida por la relación productora-cliente.
El presupuesto ideológico del que parten es doblemente erróneo: por un lado afirman que la vida humana en su inicio no es un valor en sí misma y depende del que queramos darle; y por otro, la transmisión de la vida humana (y con ello el valor la relación paterno-filial) no es más que un mero proceso fisiológico sustituible por un proceso de producción técnica, Por ello se rige con la lógica propia del ámbito productivo: exigencia de resultados según la relación calidad del producto/precio, selección del producto y por tanto producción en exceso y de la forma más cómoda posible, en número y tipo deseado, etc. Se olvida algo tan esencial como el hecho de que sea como fuere la forma y el modo como ha llegado a la vida, cada embrión vivo es un ser humano con el carácter personal propio y específico de todos los individuos de la especie humana. No cambia la gravedad de abandonarlos, destruirlos, etc. por el hecho de que hayan sido producidos y no engendrados. Sin embargo, los potenciales padres en su deseo de serlo, consienten en ser reducidos a simples donantes de sus gametos, al tiempo que se sienten «dueños» del hijo encargado. Sin apenas percibirlo, adquieren la mentalidad de clientes del centro de FIV con sus derechos de preferencias y sus deberes de aceptar los medios para conseguir ese hijo «a cualquier precio».
El impacto económico de las tecnologías de reproducción asistida es muy alto. Son miles y miles los ciclos de fecundación los que se realizan anualmente; y se ha ido expandiendo la práctica desde los casos iniciales de infecundidad de la mujer por obstrucción de las trompas, a problemas de infertilidad grave masculina y a una cada vez más alta frecuencia de acudir a ellas como una opción a la procreación natural. A esto se une un aumento de los porcentajes de parejas con algún tipo de infecundidad o un simple retraso de la edad a que se desea procrear. Han pasado demasiados años desde que la FIV se introdujo como solución de emergencia de la falta de fertilidad y amparada en la compasión del sufrimiento de las parejas sin hijos. La solución de emergencia ha creado problemas más graves para la vida del embrión y de los nacidos de los que ha solucionado (véase el resumen de los datos publicados al respecto). Más aún, ha creado la falsa expectativa de que toda persona en cualquier situación puede reclamar un hijo sobre la base de un ambiguo derecho reproductivo. Aparece una nueva forma de sufrimiento: la del miembro de la pareja infertil al que se le impone como imperativo moral someterse a un proceso de tal calado para satisfacer a su conjugue el deseo de paternidad biológica.
Así, la «demanda» ha producido una gama de sofisticadas manipulaciones: a) inducción de multiovulación, con los tratamientos adecuados; b) inseminación de múltiples óvulos, con transferencia de varios embriones de forma simultánea al útero, lo que en muchos casos añade al proceso una «reducción embrionaria» o aborto selectivo; c) sistemas de evaluación de la «calidad biológica» de los diversos embriones en sus diversos días de vida en el laboratorio; d) cultivo de embriones y almacenamiento crioconservación de los embriones «sobrantes» para un posible nuevo ciclo.
Todo ello encarece el proceso, requiere productos bioquímicos y requiere maquinaria y ofrece, por tanto, pingues ganancias a los centros y a las empresas suministradoras de equipamientos e instalaciones. La imagen humanitaria, propia de la investigación biomédica, que lucha por aliviar el dolor de la esterilidad encubrió la avaricia de poder de muchos equipos biomédicos. La posibilidad de guardar congelados algunos embriones «por si acaso», y la acumulación de cientos de miles almacenados en le frío, ha terminado por diluir da la responsabilidad natural de los padres con el embrión y a una progresiva despersonalización en la relación paternidad-filiación.
Datos significativos de las técnicas de reproducción asistida en un total de 920 centros de EEUU y Europa.
- El porcentaje de niños nacidos por TRA respecto al total es de un 0,9-1,6 %.
- Número de ciclos iniciados/año (con una media de 10 embriones producidos/ciclo es de 357.099.Tranferencias a útero sin congelación de embriones: 463.391. Y sólo nn 25% tras congelación.
- Embarazos (con o sin nacimientos sin congelación por cada transferencia de varios embriones)es de un 31,6%. Tras congelación sólo un 20,3% por transferencia.
- El resultado de las diferentes técnicas (medido en nacimiento por transferencia) es: FIVET sin ISCI un 28,6%; ISCI un 31%; GIFT el 24,5%; ZIFT el 29,2% y por combinación un 32,0 %. Sin embargo a pesar de la similitud de eficacia el porcentaje de uso de las diversas técnicas es muy desproporcionado, sin motivo: FIVET sin ISCI un 52,3%; ISCI un 45,8%; GIFT el 0.7%; ZIFT el 1,0% y por técnicas de combinación un 0,1%.
- En cuanto a la frecuencias de los diagnósticos de esterilidad: el factor masculino supone el 18,9%; los factores múltiples femeninos más masculinos, el 17,6%. El factor tubárico el 16,1%), factores femeninos múltiples un 12,5%, mientras que las disfunciones ováricas suponen un 5,4% y la endometriosis el 7,8%. Hasta un 10,5% de los casos de las parejas con infertilidad son por causas no explicadas.
- En cuanto a la eficacia, se encuentra un porcentaje cercano al 30% en caso de factor masculino, de disfunción ovárica, endometriosis y en los casos de causas no explicadas. Es menor en caso de factor tubárico y disminuye en casos de causas múltiples hacia el 20% y sólo se consigue un 11,5% si está disminuida la reserva de óvulos.
- La eficacia muy dependiente de la edad de la madre, pasando de un 35% con menos de 35 años, a un 25% entre los 35 «“40 y a una disminución al 13% y 6% de los 41 a mas de 42. Si los óvulos proceden de donantes jóvenes se mantiene la cifra de alrededor del 35 % entre los 30 y los 45 años de la madre gestante.
- Menos del 10% de las transferencias es de un único embrión. Dos o tres embriones simultáneos supone mas del 60% y cuatro o más embriones menos del 20%. Sin embargo la mayoría de las gestaciones y de los nacimientos son únicos: un 55-60%; un 30% gemelos, un 10% trillizos y un 0.5% son cuatrillizos. Lo que demuestra la incongruencia de producir y transferir más de dos embriones.
- Los niños de embarazos múltiples tienen mayor riesgo de enfermedades: el 87% de los trillizos y el 42% de los gemelos son prematuros frente a un 8% de las gestaciones únicas. La mortalidad perinatal fue del 40 por mil en los trillizos frente al 8 por mil de los bebés únicos. La gestación por embrión es menor con embriones congelados (7.3%) que en embriones frescos (9.2%) y el daño experimentado por los embriones como resultado de la congelación-descongelación es del orden del 30% (La revisión de Kendall Powell acerca de las dudas que suscitan las TRA merece ser conocida y analizada: Powell K (2003) Seeds of doubt. Nature 422, 656-658. Doi:10.1038/422656).
Nota. Los datos de Europa se recogen en el European registers by ESHRE y los publica la Society of Human Reproduction and Embryology en la revista Human Reproduction.
El terreno estaba abonado para que saltara el uso de embriones sobrantes para investigación y obtención de materiales biológicos de interés tecnológico. En los primeros tres años, casi hasta el 2001, se confió mucho en el potencial en todos los sentidos de las células procedentes de los embriones de unos cinco días. Las Clínicas de FIV que aportaban los embriones «sobrantes» se mostraron muy generosas para ofrecerlos a las empresas y para producir nuevos embriones ex profeso «genéticamente más fiables» para fines de investigación.
La alarma social acerca del destino de los embriones almacenados había tenido muy poca fuerza; era un mal menor frente a la felicidad de tener cubierto el proyecto reproductor. No fue considerado, por tanto, un nuevo y grave problema añadido plantear a los padres que decidan si dan para la investigación esos hijos conservados en el frío; que ellos decidan su destino. Paulatinamente se había instalado ya al imperativo moral de la compasión a los enfermos que obliga a la investigación destructiva y consumidora de embriones. La imagen humanitaria de quien lucha por salvar vidas humanas, por curar la enfermedad y para paliar el dolor, a la que se apela para atreverse a tal petición, no es coherente; es una contradicción con el fin declarado de curar enfermedades de unos, emplear a otros. Pero las clínicas de FIV encontraron una «salida más digna» que destruir los embriones almacenados: la promesa de curación de graves enfermedades degenerativas.
Como hemos indicado antes, las células derivadas de los embriones no es fácil que adquieran estabilidad y las de adulto las han desbancado en la medicina y en las empresas biotecnológicas. Pero esto no ha sido un problema para estos centros porque para entonces habían asegurado el aumento de demandas y por tanto de clientela. Estas demandas de centran en la selección del embrión e incluso del tipo de criatura que llegue al mundo en función de poder útiles como «donante obligado de por vida» de algunas de sus células.
Un prometedor negocio de las Clínicas de FIV privadas: promover el desarrollo del mercado del diagnóstico genético preimplantatorio
El diagnóstico genético para conocer el riesgo de padecer ciertas enfermedades de base hereditaria, o aplicaciones como el diagnostico genético pre-implantatorio (DGP) o el diagnóstico pre-natal, representan mercados potencialmente muy lucrativos para empresas como Myriad Genetics o Celera Genomics, que patentaron genes completos o secuencias del genoma humano, con potenciales usos diagnósticos, clínicos o de investigación. Reciben cuantiosos royalties por la utilización de los test de detección del gen responsable de enfermedades y que se utiliza cada año en millones de embarazadas. Con ello se abren también ciertas posibilidades a la terapia génica, consistente en la inserción de material genético en las células de un paciente para prevenir, controlar o curar enfermedades de base hereditaria. Pero esta tecnología se resiste al mercado mucho más de lo esperable y sobre todo de lo deseable. De ahí que el salto al diagnóstico pre-implantatorio (DPI) a fin de no dar paso a ningún embrión humano con alguna característica no deseada.
Las Clínicas de FIV (sin autorización ni prohibición expresa en muchos países) utilizan el diagnóstico genético preimplantatorio (PGD) para parejas -sean estériles o no lo sean- con una cierta probabilidad de tener niño con una enfermedad genética de cierta gravedad, como una alternativa al diagnóstico prenatal. La producción de un número elevado de embriones permite generalmente que cuando estos alcanzan el tamaño de 8 células tomarle dos y hacer un sofisticado y caro análisis de DGP. Todos los portadores del gen «malo» se descartan y alguno de los no portadores es transferido a la madre para ser gestado. Quedan en el centro de investigación embriones «calificados genéticamente» de valor lucrativo e interés investigador.
Entre las enfermedades de transmisión hereditaria en la que se plantea la eliminación de los hijos portadores antes de la implantación en la madre se encuentran: la fibrosis quística, la distrofia muscular de Duchenne, la hemofilia, anemias graves, la enfermedad de Huntington, el síndrome de cromosoma X frágil, y otras también infrecuentes como la enfermedad de Tay-Sachs y el síndrome de Marfan. No puedo dejar de decir que hoy se conoce que algunas enfermedades raras (ligadas a la impronta genética) tienen una incidencia entre 2 y 3 veces superior en los nacidos que en su fase embrionaria antes de ser implantados en la madre pasaron varios días, cinco, en cultivo en el laboratorio.Las tasas de gestación a termino después del procedimiento de diagnóstico preimplantatorio parecen ser menores que las obtenidas con embriones no manipulados. Es obvio que el PGD añade un aumento de muerte embrionaria injustificable. Al tiempo que supone eliminar los hijos con alguna tara, producir un buen exceso de embriones para facilitar la selección de los mejores y por convertirse en un modo «más fácil y hasta más cómodo» de pre-abortar los hijos con deficiencias.
Los pasos siguientes a esta eugenesia se han dado ya: los llamados «bebés medicamento», como la pequeña americana Molly, que en el año 2000 salvó su vida de una anemia de Fanconi gracias a un injerto de células madre procedentes del cordón umbilical de su hermano pequeño Adam, concebido in vitro al efecto y seleccionado en base a su histocompatibilidad. El coste de un «tratamiento» así, llevado a cabo en un hospital de Chicago, fue de 30.000 dólares. Es posible que los primeros casos en España sean gratis, pero el rendimiento económico vendrá después. Y, sabemos que sirve la sangre del cordón umbilical de cualquier recién nacido, más aún serviría también las células madre de la médula ósea de cualquiera y mejor si es de la propia familia, pero si se monta una campaña dirigida a la solidaridad con el dolor de unos padres con un hijo enfermo las clínicas ganan una nueva clientela. Por ello con frecuencia se plantea la pregunta ¿Porqué va a ser éticamente reprobable que una mujer quiera tener un hijo para salvar la vida de otro?
Es obvio que el hecho de que una madre quiera tener un hijo para salvar la vida de otro es laudable. ¿Qué malo puede haber en el deseo que se expresa en un «¡ojalá Dios me dé de entre mis hijos uno que pueda y quiera donar parte de sus tuétanos a su hermano enfermo»!. Unos padres que ven sufrir y morir joven o incluso niño un hijo están dispuestos a cualquier sacrificio, y tienen derecho a pedir a un hijo un sacrificio por un hermano. Pero lo que algunas Clínicas de FIV están planteado a padres con un hijo enfermo (y además quieren que se les apoye legalmente) no es que los padres tengan una familia numerosa de forma natural para que alguno de los hermanos sea compatible. Por fuerte que sea y suene la realidad es que esas clínicas buscan clientela de parejas que no son infecundas y no les necesitarían. ¿Se les dice a los padres que ese otro hijo (el bebé medicamento) nacerá seguramente más débil de lo normal, tal vez expuesto a graves enfermedades por el procedimiento mismo que le ha dado la existencia? ¿le dirán al hijo algún día que ha venido al mundo porque necesitaban su cuerpo para la salud de otro? ¿les dirán algún día que a otros hermanos de su misma edad no les dejaron nacer y vivir porque no eran tan útiles como él?
Y si faltaba algo, ya está en marcha una mera eugenesia basada en preferencias o expectativas. Recientemente parejas con minusvalías (sordera, enanismo) reivindican el «derecho» a que sus hijos las tengan igualmente, y acuden a la ayuda del diagnóstico genético preimplantatorio para seleccionar el hijo que porte la tara, o como ellos dicen, la «seña de identidad cultural». Si sólo hubiera intereses económicos podríamos estar tranquilos; la investigación médica siempre ha sido cara y siempre los tratamientos han producido beneficios económicos. Pero la realidad es bien distinta: el boom de las células madre embrionarias está en el presunto derecho de la sociedad a manipular la vida humana especialmente en su inicio y está la vieja cuestión de usar la ciencia para ir hacia la raza declarada perfecta según criterio de los poderes políticos, económicos o mediáticos o según la medida que desean los padres de lo para ellos es el bebé perfecto. Conseguirles a los padres un hijo a la carta y a los investigadores embriones a la carta, para las investigaciones que se planten necesarias y urgentes en el futuro inmediato, asegura el negocio lucrativo a estos centros.
El embrión clónico del paciente como fuente de células madre
Aún se oyen voces acerca de la necesidad de llevar a cabo la «clonación terapéutica». Es decir, producir un embrión «clónico» del paciente para obtener células madre embrionarias que pudieran curarle (de ahí el eufemismo a-científico de «terapeútica»), sin el consabido rechazo de un transplante de material ajeno. En este campo la conjunción de falacias ideológicas y de ciencia-ficción ha derramado mucha tinta. í‰tica y humanamente es repugnante pensar en copiar seres humanos, o fabricarlos para destruirlos y usar sus células para curar a otro. Hoy sabemos claramente dos cosas; una, que cualquier tipo de clonación que sea tal, no que simplemente se le llame así, es imposible desde el punto de vista técnico. La otra, que la clonación terapéutica siempre será innecesaria para la medicina. No existe hoy por hoy ninguna posibilidad de clonar un mono y menos aún un ser humano; más aún, ha sido un rotundo fracaso en todas las especies en que se ha intentado una y otra vez, hasta el punto de abandono de la patente de clonación de los creadores de Dolly.
Toda clonación tiene dos pasos: pasar el núcleo de una célula, del donante que se quiere clonar, a un óvulo (transferencia nuclear) y un segundo paso que es todo un proceso de reprogramación del material genético. Esta reprogramación no se sabe hacer, y además en el caso de primates tiene tres barreras biológicas, que hemos conocido precisamente en los más de 700 intentos fracasados llevados a cabo, para clonar monos. En ratón se ha llevado a cabo una «clonación terapéutica» con muchas dificultades y será muy difícil trasladar y extrapolar, de hecho, este proceso a los humanos. Y en todo caso sería inútil: carece de rigor usar para un transplante al paciente las células del tipo embrionario que se obtuvieran del clon del paciente, por haber trasteado en algo tan absolutamente delicado como la reprogramación del genoma. También hay que pensar en los cientos y cientos de mujeres donantes de sus óvulos para la ocasional puesta punto de la técnica.
Clonar, insisto, no es simplemente hacer una transferencia de un núcleo a un óvulo; para clonar es preciso este proceso de reprogramación que no se consigue técnicamente, y que será sin duda abandonado con el tiempo por no ser económicamente «rentable» para nadie. La búsqueda desenfrenada de protagonismo científico ha llevado a algunos al límite del ridículo. Si se lograra algún día reprogramar una célula de un adulto humano a la situación de inicio de la vida y emprendiera un desarrollo embrionario como si de un verdadero cigoto se tratara y llegara a nacer, solo sería clon en tanto no procedería de un padre y una madre sino de una manipulación genética desde el material genético procedente de una célula de un organismo ya construido. Si se lograra, la supuesta copia no tendría mucho de idéntico al supuesto clonado, al menos no mucho más que el que pueda tener un hermano.
Voy a detenerme en esta afirmación «la clonación humana es biológicamente ciencia-ficción» para poder dar respuesta a la segunda pregunta que anunciaba acerca de comprender de qué va la batalla de la clonación. Hay una cuestión indiscutible hoy día: el material aportado por los progenitores en una fecundación natural (o en la mas sofisticada práctica de fecundación artificial) no es toda la información genética que tiene un individuo de una especie compleja como es la nuestra; y por otra parte sea como sea la forma en que un material genético de origen paterno se reúna con otro de origen materno para que arranque a vivir un nuevo individuo, se necesita un proceso «constituyente». Podemos decir, resumiendo mucho esta importante cuestión, que todo un organismo vive y se construye a partir de varios niveles de información; más complejos y más delicadamente coordinados cuanto más complejo es el individuo mamífero.
El primer nivel es la secuencia, el orden en que están las 4 bases que componen el DNA de los cromosomas. Ese nivel primero es idéntico en todas y cada una de las células de los diferentes órganos y tejidos de ese individuo y lógicamente de las de un gemelo que fuera homocigótico. Pero hay otras capas de información que sólo van apareciendo con el proceso mismo de desarrollo y con el transcurrir de la vida misma. Es la llamada información epigenética que de forma dependiente de los elementos del medio (intra-celular o extra-celular e extra-organismo) y por tanto con un margen de variabilidad, hace que lo genéticamente idéntico en el primer nivel lo no sea ni genética ni en su fenotipo (o características) en el segundo nivel. Empezar a existir supone un proceso constituyente por el que el material recibido, los cromosomas, alcanza la organización estructural característica de inicio y pueda actualizarse el principio vital de esa existencia.
Si el material heredado es el correcto (está fusionada la información de los gametos de sus progenitores) la fecundación acabara en un individuo hijo con su propio genoma diferente en la organización de la suma de la de los gametos de los padres. Es propia del hijo no sólo en cuanto nuevo ser sino de un ser que está iniciando su vida. Sólo entonces aparece y empieza a funcionar ese programa de desarrollo, el principio vital nuevo y único, por el que es posible que de forma ordenada en el espacio y en el tiempo emerja desde el nivel uno la información de las capas del nivel dos. El orden espacial permite que del mismo nivel uno aparezca en un individuo algo tan diferente entre sí como un pulmón y un brazo; y el orden temporal permite que el mismo individuo sea plenamente el mismo en estado de embrión de una o de dos células o de anciano.
El segundo nivel información es de suyo irreversible espacial y temporalmente. Por ello es tan difícil clonar y por ahora no es posible clonar un primate. Porque ¿cómo hacer pasar los diferentes pares de cromosomas de una célula, incluso la menos diferenciada o más inmadura posible de un adulto, al estado de los cromosomas de un joven embrión en fase de arrancar a vivir?. Si no se logran una manipulación de tal calibre por la que arranque de hecho un nuevo principio vital no habrá clon por mucha transferencia de núcleos a óvulos sin núcleo que se lleven a cabo. Hasta en el caso de la famosa oveja clonada hay que tener en cuenta que no arrancó a vivir un joven embrión de oveja, sino que al arrastrar la información de la capa que marca el paso del tiempo de la madura oveja que se clonó, nació vieja y vivió poco. No fue la copia idéntica que todos imaginamos cuando se habla de un individuo clónico.
¿Células madre embrionarias por clonación terapéutica?
Diversos estudios han demostrado que la dificultad de conseguir que un nuclóvulo de primate (las células derivada de la transferencia de un núcleo a un óvulo al que se elimine el suyo) se reprograme a cigoto, y dé inicio al desarrollo de un verdadero embrión blastocito, es muy alta. Datos recientes apuntan a la posibilidad de obtener lo que podríamos llamar «blastocistos embrioides» (que no son embriones) bien por clonación o bien por partenogénesis (activación de un óvulo sin fecundar); es decir, conjuntos celulares embrioides, con morfología similar al blastocisto y que permite una diferenciación de algunas de las células derivadas del nuclóvulo, o del óvulo activado, con peculiaridades de célula troncal embrionaria.
En ambos caso se precisa la donación de óvulos humanos, lo que supone una limitación del material biológico de partida más aún cuando la mujer donante debe ser sometida a un proceso de multiovulación que no es inocuo para ella. Para paliar este problema se ha planteado el uso de óvulos de coneja como donantes de los factores necesarios para regular la expresión de genes del inicio del desarrollo. Esto puede tener mercado que mueva millones de dólares antes de que pase este decenio.
Hoy sabemos que nadie se puede fiar de esas células tan manipuladas, pero es significativo que el día en que ACT anunció haber clonado embriones humanos (se supo en cuanto se pudo leer el experimento que era falso, sólo habían hecho una simple transferencia de núcleos), subieron las acciones de esa empresa y de otras distintas empresas de biotecnología, incluyendo Stem Cells y Geron, a pesar de que usaban tecnologías distintas. De ahí el interés de llamar embrión clónico cualquier cosa.
Organismos mundiales, como Naciones Unidas, no han dudado en condenar la clonación que de lugar a seres humanos a los que se permitiera desarrollarse y nacer y vivir. Es muy positivo un acuerdo negativo universal de lo que sería un atentado a los derechos humanos. Pero no olvidemos que es técnicamente imposible y por ello fácil de prohibir. No obstante, no se ha llegado a un acuerdo para prohibir la clonación dirigida a producir embriones para la investigación biomédica. En USA se aceptaron patentes de procedimiento de clonación por transferencia de núcleos a óvulos enucleados, y de creación de embriones no viables mediante partenogénesis. La Directiva europea (artículo 6) excluye contundentemente la explotación comercial e industrial de embriones humanos, pero deja abierta la puerta abierta a patentes de células madre obtenidas de embriones donados, y tampoco precisa exactamente qué embriones son los que tienen esa prohibición de explotación comercial. De este modo, algunos consideran que los embriones no viables obtenidos por partenogénesis o por clonación mediante transferencia nuclear estarían excluidos de esa prohibición. Además la Directiva está llena fisuras; por ejemplo en Julio del 2002 se vio obligada, a modificar una patente concedida hacía tres años a la Universidad de Edimburgo a fin de excluir la clonación humana ya que se aprobó, sin más especificaciones para «animales mamíferos».
De nuevo hay que decir que producir auténticos embriones humanos, aunque sólo sean de cinco días, no parece factible y, que en todo caso, sería innecesario. Los científicos trabajamos a fondo para producir células del tipo que deseamos manipulando células y no manipulando seres humanos. Los primeros descubrimientos en esta línea están ya conseguidos. Y se acaban de crear los Bancos de líneas celulares de interés científico. Células reprogramadas hacia atrás o hacia delante; células derivadas de tumores, o de adultos con determinadas alteraciones genéticas y los en los que las derivadas de fetos o de embriones, no son las más apreciadas. Ahora bien, en estas últimas las clínica de FIV tendrían su gran aportación tecnológica en este negocio: adquisición y tratamiento de los óvulos, cultivo in vitro de los ovonúcleos, etc.
La decisión del Presidente Bush del 9 de agosto de 2001 ha quedado contrapuesta en la arena política de las elecciones del 2004 de USA por su posible contrincante Kerry; y por los que tras la muerte del anciano ex-Presidente Reagan con enfermedad de Alzheimer, claman por la investigación con embriones. De igual manera cómo en España la reforma de la ley de RHA de noviembre de 2003 ha sido y es bandera política del partido ahora en el Gobierno.
La transferencia de núcleos (las supuestas clonaciones humanas) con fines reproductivos en el contexto de la práctica de la FIV.
Las técnicas de reproducción artificial surgieron en el ámbito de la medicina como un medio extremode sustituir el engendrar propio de los padres por un proceso artificial en que los padres se reducen a ser donantes de óvulos y esperma para que les hagan un hijo. Era una solución provisional para permitir la fusión de los gametos de un hombre y una mujer -que desean un hijo pero algún tipo de alteración que hace imposible esa fusión-, «sólo» hasta que la medicina pudiera curar la esterilidad. Sin embargo, se han convertido en centros de experimentación con gametos y embriones, firmemente protegidos por una legislación permisiva y nefasta y una Comisión Nacional para el seguimiento de las prácticas de RHA partidista e ineficaz.
En el contexto ambicioso de éxitos y de conseguir los primeros lo que otros no logran, predominante en los centros privados de FIV, se han iniciado vías de manipular gametos y sistemas altamente sofisticados de conseguir cigotos humanos; y puesto que algunos de estos métodos usan transferencia de núcleos de unas células a otras hablan de clonaciones o semiclonaciones, como formula mágica de llamar la atención.
Manipulación de células pluripotentes para la obtención de gametos
Cultivo de ES
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Células germinales primordiales
íŸ íŸ
Espermatocito
Oocito
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ESPERMIO
íŸ Inyectado a un óvulo
BLASTOCISTO
En algunas investigaciones se está tratando de llevar a cabo la transferencia de los núcleos de células precursoras de los gametos de ambos progenitores a óvulos a los que previamente se ha eliminado el núcleo. No se trataría, por tanto, si se consigue de técnicas de clonación, ya que el núcleo del posible cigoto es el resultado de la dotación paterna y materna de las células precursoras de gametos y no de una única célula somática. Estas llamadas impropiamente clonaciones, son en realidad fecundaciones sin fusión de gametos. Se plantean diversas vías para llevarlas a cabo, que en definitiva consisten en inducir una división meiótica del núcleo o núcleos diploides transferidos, o bien en eliminar un prónucleo de un cigoto triploide obtenido por transferencia de un núcleo diploide y una fecundación. Y algunos ofrecen al mismo nivel elegir el sexo del hijo o clonación.
También de forma arbitraria se ha llamado clonación a la transferencia del núcleo de un cigoto procedente de un óvulo con alguna alteración en las mitocondrias, a un cigoto desnucleado producido también por fecundación in vitro a partir del óvulo de una mujer sana. Según los datos publicados, tres de los embriones desarrollados a partir de estos cigotos manipulados se transfirieron al útero de la madre biológica y se implantaron. Posteriormente se eliminó uno de los fetos para que no prosiguiera una gestación múltiple y de los dos a los que permitieron seguir desarrollándose, uno murió a las 24 semanas y el otro a las 29 semanas de gestación. Se desconoce si la causa de la muerte prematura es debida a la manipulación de los cigotos o al problema ya detectado en experimentos con animales de incompatibilidad entre el DNA las mitocondrias procedentes del óvulo de una hembra diferente a la que aporta el DNA nuclear
Por ello, cuando desde el ámbito de la política se dice que nunca se aprobará la clonación reproductiva, lo único que está afirmando es que sabe que es imposible técnicamente «”al menos por ahora»” y sobre todo que no se han encontrado «razones presentables» socialmente para impulsar que se trabaje en esa dirección. Y son los mismos que, no descarta que sí se apruebe la terapéutica (igual de inmoral que la otra o más aun porque ni se deja al embrión clon desarrollarse y nacer) cuando los resultados sean fiables. Tiene una aparente y solidaria razón: producir seres humanos de pocos días para matarlos en beneficio de la salud de aquel de quien es copia. Pero esto es hoy por hoy casi ciencia-ficción. Por ello lo que muestra es que se le ofrece una ocasión para atacar a la Iglesia: si no salen pronto buenos resultados, cosa claramente de esperar, la culpa será siempre de los que mantiene una convicciones religiosas, que se oponen al progreso humanitario.
2. ¿Cuál es la batalla real y cuál es el precio?
El gran debate ético, lo que está en juego, es la pretensión de disponer de la transmisión de la vida humana transgrediendo así hasta el último límite el designio del Amor de Dios al crear a cada uno de los hombres. Dios al crearnos a cada uno a su imagen y semejanza ha querido establecer una alianza procreadora con los padres. í‰l, que no contó con nadie para hacer el Universo y las criaturas irracionales, quiere dar Su imagen a cada uno de los hijos de los hombres, contando con los progenitores de una forma muy peculiar; tan peculiar y profunda que permite que toda paternidad en la tierra proceda de su engendrar eternamente al Hijo. Realmente la materia preparada en el engendrar de los progenitores es potenciada por Dios al llamar a cada uno a vivir libremente en relación con í‰l otorgándole así a cada uno de los hijos de los hombres el carácter personal. De tal forma es una alianza que el fruto de la entrega personal corporal de los padres y de la llamada de Dios a la existencia es la persona del hijo. Es, podríamos decir, con-creación del hijo.
Al convertir con la reproducción artificial el engendrar de los padres en una cuestión de producción por encargo, por muy buenas que sean las intenciones, se realiza de hecho una pérdida, o al menos una debilitación, del sentido mismo de la relación padres-hijo. Sin caer en los extremos abusivos de que los óvulos o el semen procedan de un tercero donante anónimo; o, que la criatura aparezca en la vida en una situación filial y familiarcompleja (madres de hijos sin padre, madres ancianas, madres de alquiler, donación de embriones, hijos a la carta, selección de un embrión que sea «bebé medicamento» para un hermano enfermo, etc.) la paternidad-maternidad se ha reducido, de hecho, a ser donantes de sus propios gametos.
La trivialización de las últimas décadas del ejercicio de la capacidad humana de la sexualidad, hace a veces muy difícil comprender que existe una diferencia fuerte entre engendrar y fecundar artificialmente los propios materiales biológicos. Cuesta a muchos entender que por mucho que un hombre y una mujer deseen un hijo, porque se aman, la decisión de entrar en la dinámica de la producción del hijo es un asunto muy serio. Hasta el punto de alcanzarse la falta de aprecio a la vida del hijo naciente, a la que se ha llegado y siempre en pro de terceros; en pro de satisfacer el deseo del hijo, o de curar no se sabe ya qué enfermedades.
Sin embargo, es razonable entender que se le ofende en un derecho profundo de toda persona: recibir la vida en la expresión personal del amor de sus padres entre sí, que es el suelo firme donde pisamos y nos sentimos seguros en la vida a pesar de todo. Es racional entender que se le roba en el inicio de la vida la libertad de la naturaleza. Es designio del Creador que el origen de cada ser humano, el momento en el que comienza la existencia, el tiempo que permanecemos en ella, nuestra constitución genética incluso, escape a nuestra voluntad y sobre todo a la voluntad de los demás. Llegar a la existencia en el amor de nuestros progenitores con lo que tiene de aleatoria la naturaleza, sin programación externa, es la mejor garantía de que se respeta nuestra más esencial libertad. El hijo encargado, aunque sea por el amor que se tienen sus progenitores, lleva consigo tantas veces el «precio» de ser un encargo; y por eso se ha pasado con tanta rapidez, facilidad y frecuencia, a que el encargado, pueda ser elegido, o ser «sobrante» y congelado, seleccionado, y por ello también abandonados y rechazado. Sólo en el engendrar de los padres se reconoce el valor incondicionado propio de la persona, se reconoce y respeta la dignidad humana. Si el engendrar, que es un acto plenamente humano se suplanta por un acto técnico, necesariamente se deteriora el carácter personal de relaciones humanas tan fundamentales como son las vinculaciones familiares de paternidad / maternidad, filiación y fraternidad.
En efecto, cuando un hombre y una mujer se unen corporalmente se da una comunicación personal única. Es una comunicación de dos personas que hacen realmente que sean el uno del otro. Solo en esa unidad personal de dos personas en una única carne se engendra. Ciertamente «yo soy mi cuerpo» y no simplemente «mi cuerpo es mío» y menos aún es «mío» al modo como son míos mis gametos o mis pulmones. Entregar al otro libremente el propio cuerpo en donación sexuada personal y recibir la entrega del otro expresada en la donación de su cuerpo sexuado, es constituir esa unidad que les capacita potencialmente para hacerse mutuamente padres del fruto de esa entrega: la persona del hijo. Por eso el hijo encargado para que sea producido técnicamente, a partir de los gametos donados, no tiene el origen digno que le corresponde y menos si los gametos son aportados por una tercera persona.
La procreación tiene carácter de misterio y la paternidad carácter de don sin precio. De ahí también la obligación y el derecho de criar al hijo, porque es carne de su carne; y el derecho a la patria potestad. Cuando la técnica sustituye el engendrar de los padres se trastoca hasta tal punto la realidad de la transmisión de la vida que el hijo -el gran deseado- se convierte en propiedad de unos padres con derecho a aceptarlo o excluirlo de su proyecto parental. Lo producido no se percibe como un don incondicional; en la lógica reductora de la procreación a la mera reproducción, lo producido puede ser destruido; ¿dónde reside en tales casos la patria potestad?
Los precios a pagar
Es comprensible que para aquellos para quienes el hombre es sólo un primate evolucionado, el valor de la vida incipiente sea bajo si se compara con otros valores. Es comprensible, aunque no aceptable, que encuentre «apasionante» ejercer no sólo un poder sobre la vida y la muerte, sino sobre el futuro de la humanidad incidiendo en el origen de los hombres. En su proclamación de plena autonomía respecto a un utópico Creador pagan (y hacen pagar a todos) la construcción de un mundo inhumano y cruel.
Pero ¿qué ocurre para quien piensa que cada hombre tiene un alma inmortal dada por Dios pero no está dispuesto a que la transmisión de la vida sea sacra por ser sacra la vida humana desde la concepción? La cuestión sería más sencilla si el problema de fondo fuera simplemente que no se pudiera saber con seguridad si es o no un ser humano un embrión de cinco días; incluso si lo es menos el producido y mantenido in vitro. Pero, de hecho, la ciencia biológica, en la cuestión sobre cuándo estamos ante un individuo o ante una simple célula, o un grupo de ellas, ha dicho su última palabra: el cigoto es ya individuo. Pero no es esa la batalla.
Quien acepta, y quiere, que el designio creador de la transmisión de la vida humana quede superado por la ciencia biológica madura y a elección humana, tiene que pagar un precio altísimo para ese nuevo «seréis como dioses»: el rebajar el valor absoluto que el ser humano posee como don de Dios desde la concepción a un valor relativo; valor que es alto pero tasado por los mismos hombres y ponderable según las circunstancias. El precio a pagar por ser dueños autónomos de la transmisión de la vida (ya sea en la opción anticonceptiva, o en la fecundación artificial, o en la clonación humana) es nada más y nada menos que mantener (frente al Magisterio de la Iglesia) que existe un tiempo (no importa cuanto) en que se pueda ser «ser humano biológico» pero todavía no persona. Algo así como rescatar la idea de una animación retardada, que se corresponde con una biología errónea y una filosofía que para ellos mismos está trasnochada. Sólo si la alianza con-creadora entre el engendrar de los padres y la llamada de Dios a la existencia personal del hijo fuera metafórica y no real, entonces el valor de la vida naciente podría ser, durante un periodo más o menos indefinido, solamente un valor ponderable frente a otros.
El disenso de la Humanae vitae es la raíz de esta acelerada cuesta abajo. Tan acelerada que la dignidad de la transmisión de la vida humana está muy poco pensada, proclamada, cantada y defendida; se oye y se razona demasiado poco que engendrar es de las cuestiones serias de la vida. Quizás porque el fin de desear hijos se percibe como bueno, se percibe con dificultad que la dignidad de la persona del hijo exige de los padres engendrarlo. Y, al mismo tiempo, nos bombardea por todos los ángulos y bien orquestado, el deslumbramiento por la biotecnología, la confianza ciega en el progreso científico-técnico y sobre todo el afán de autonomía sobre el propio cuerpo, que conduce a no ser capaz de percibir que los padres al engendrar dan el don de la vida a la persona del hijo y la vida del hijo ya es del hijo, no de los padres; que los padres no son dueños del hijo, ni del cuerpo del hijo.
Pienso que existe una tarea común para quienes amamos el designio creador porque estamos seguros del Amor de Dios a cada uno: no cansarse de buscar la verdad y decir la verdad sin miedo a la ciencia. Si bien, en defensa de la dignidad de todo ser humano por débil, indefenso o discapacitado que sea, se alzan voces, quizás falten voces que defiendan la dignidad del engendrar y el derecho de todo ser humano a ser un don incondicional e incondicionado. Siempre se necesitará perseverancia porque el desgaste es fuerte. La tarea de contribuir a hacer más justas, o por lo mínimo menos injustas, las leyes es un deber de todo ciudadano; como lo es participar con conocimientos claros de los temas en debate sociedad- ciencia.
Hay preguntas que necesariamente debemos poder contestar con profundidad: ¿qué hay de malo traer hijos al mundo aunque sea de esta manera? ¿Porqué negarse a que la técnica alivie el sufrimiento, real e intenso, de no poder tener hijos de sus propios genes? ¿cómo puede alguien oponerse a que esta preciosa criatura haya venido al mundo, sea como sea el modo en cómo se ha hecho? Pero, al tiempo es preciso que hagamos otras que deben responder los que piensan que estamos ante un progreso tecnológico sin igual, que justifica todo. ¿cómo se puede apelar al imperativo científico del progreso si no se está investigando ni las causas, ni los procedimientos para paliar la infertilidad? ¿cómo justificar y defender mantener en la legalidad una investigación directa con embriones humanos, en el contexto de la reproducción asistida, o en el de la terapia regenerativa, sin el requisito mínimo y esencial de una previa investigación con animales? Quién está convencido de la gran utilidad para el progreso médico de la investigación con las células madre embrionarias ¿porqué no se esfuerzan en obtenerlas sin producir ni destruir embriones? La ciencia biomédica tiene muchas otras opciones que sustituir la unión corporal de los padres o destruir embriones humanos. Es preciso hacer pensar.
Buscar la verdad requiere conocer a fondo desde dos perspectivas; la ética y la científica. Y requiere esfuerzo, estudio, preguntar y pensar. El juicio en las cuestiones bioéticas referidas al hombre exige integrar en una unidad de sentido y de fin aquellas dimensiones humanas, que, a su vez, están asociadas a la corporalidad. Los hechos biológicos tienen un significado natural y propio, que no está ese sometido a la decisión de los hombres aunque la técnica pueda intervenir en esos procesos biológicos. Hay mucho de la realidad y de los procesos personales que se escapa al estudio y descripción de los actos del hombre desde las ciencias positivas. Por ello la biología humana no es simple zoología. Y al mismo tiempo que la antropología y la bioética requieren un conocimiento riguroso de los procesos naturales conocibles por las ciencias positivas.
Pienso que es esencial conocer y precisar rigurosamente desde la ciencia cuál es el hecho biológico natural; más necesario aún cuando, como ocurre actualmente, la capacidad de intervención en la vida biológica del hombre, el desarrollo de la biotecnología, conduce a hacer difusa o incluso borrar los limites de lo natural que se confunde con lo que la técnica puede hacer.
Quienes tienen profesionalmente capacitación para ese análisis están obligados a hacerlo y todos tenemos una obligación muy concreta: leer y preguntar hasta poder distinguir con claridad meridiana lo que la realidad es y lo que resulta de una concreta manipulación; sólo ese conocer permite hacer el tan imprescindible juicio ético. Pongo algunos ejemplos.
En primer lugar, no toda manipulación con gametos acaba en un nuevo individuo: un cigoto humano es un individuo humano, una persona, si ha sido el resultado de un fecundación acabada in vivo o in vitro (incluso más o menos sofisticada). No es un cigoto humano y por tanto no es persona un óvulo activado, o la célula resultante de una transferencia de núcleo de una células somática. Le falta a cada una de esas células para ser un cigoto un proceso de reprogramación que hoy por hoy no está resuelto técnicamente. Por eso, es conveniente que a lo que es diferente se denomine de forma diferente (ovonúcleo por ejemplo). Algunos prefieren que se use la misma denominación porque «“dicen- algún día los científicos podrían conseguir dar ese paso y entonces, apoyados en la diferencia de término que les designa, lo usarían como «cosa» para cualquier fin. Prefiero llamar con nombres distintos a lo son realidades distintas desde el principio; si algún día se consigue clonar solo habría que decir que al fin se ha conseguido transformar el ovonúcleo en cigoto con todas sus consecuencias para la dignidad humana. Pienso que quien está dispuesto a respetar la vida humana incipiente o madura no tratará jamas de clonar un ser humano y quien no lo esté los problemas de terminología sólo le ayudan a que la sociedad acepte mejor las aberraciones que esconden sus promesas de progreso; y lo harán de cualquier forma.
Un segundo ejemplo es el conjunto de situaciones o condiciones en que puede estar un embrión de pocos días in vitro. En efecto, puede estar vivo o muerto; pero también viviendo pero con su vida detenida por efecto de una congelación y por tanto muriendo muy lentamente. Sacarle de la situación de vida detenida no es sólo descongelarle sino además de subirle la temperatura es preciso reanimarle. Por otra parte, un embrión cultivado in vitro puede estar vivo y ser viable y por tanto con capacidad de si es implantado en útero continuar su desarrollo y nacer; o puede estar enfermo o con tales malformaciones que no tiene posibilidad, aunque fuera implantado en útero de completar su desarrollo y nacer; es por tanto inviable, pero está vivo. O puede ser viable o inviable pero estando vivo se le niega la posibilidad de continuar su desarrollo y sobrevivir; le han convertido en un ser humano «no-implantable«, esto es, desechado y abandonado por sus padres. Pues bien ninguna de estas situaciones es confusa o indeterminada; son situaciones reales, que pueden ser constatadas o diagnosticadas. Darles adjetivos diferentes a los embriones que están de hecho en situaciones vitales muy diferentes no rebaja la dignidad que tiene todo embrión humano como persona, sino que hace evidente la injusticia de ponerle en una situación en que la vida se le hace necesariamente precaria o imposible.
Y un tercero es el término célula totipotente. En rigor, o mejor dicho, de forma natural sólo lo es el cigoto, ya que sólo un individuo en su fase inicial unicelular puede desarrollarse a un cuerpo completo con todos los tipos celulares que forman los diversos órganos y tejidos. Ahora bien el proceso de desarrollo es «reversible» artificialmente y de forma relativamente fácil cuando la edad del embrión in vitro no es mucho mayor de cinco días. Las células de la masa interna del embrión de cinco días, sacadas de él y multiplicadas en cultivo y puestas en medios adecuados pueden ser conducidas hacia algunos tipos, incluso a todos, pero el resultado no es un organismo, sino diversos cultivos de células. No deben ser llamadas totipotentes sino pluripotentes. De igual forma que si una o varias células de un embrión de 8 células se toman de él y se ponen en situación de reiniciar un desarrollo independiente del otro, se habría generado artificialmente dos gemelos homocigóticos (o una gemelación múltiple en caso de que fuera factible repetir el proceso varias veces) desde la única fecundación. De ninguna forma un gemelo natural o artificial es un clon. Son hermanos entre sí e hijos de los padres o donantes de los gametos.
Un individuo clónico no es un hermano gemelo del copiado diferido en el tiempo. No es hijo de nadie, sino «copia» del genoma de otro y no en su estado inicial sino en el envejecido y parcial de una célula de su cuerpo. Si ya manipular la fecundación es grave, intentar clonar un ser humano es una aberración de tal nivel que posiblemente no pueda ser superada la dificultad tecnológica que existe. Hay una esperanza, fundada en el impresionante designio del Amor Creador de Dios hacia cada ser humano, para confiar en que no lo consentirá. La libertad humana puede llegar a extremos impensables, pero su poder no es infinito. No se trata de tener miedo a la ciencia, sino confianza en que tras la Redención no conseguirá el orgullo humano de ser como dioses transgredir el designio de Dios con esa gravedad radical. Por eso, hago mías y con ello acabo lo que afirma el Cardenal Joseph Ratzinger: «ignoramos lo que sucederá en el futuro en este ámbito, pero de una cosa estamos convencidos: Dios se opondrá al último desafuero, a la ultima autodestrucción impía de la persona. Se opondrá a la cría de esclavos que denigra al ser humano. Existen fronteras últimas que no debemos traspasar sin convertirnos personalmente en destructores de la creación superando de ese modo con creces el pecado original y sus consecuencias negativas«.
Draper JS (2004) Recurrent gain of chromosomes 17q and 12 in cultured human embryonic stem cells. Nature Biotechnology 22, 53-54
A finales de junio de 2004, los días 24 y 25, la prensa australiana (Sydney Morning Herald) recoge la guerra fría entre los centros de FIV de Sydney que emplean los embriones para obtener líneas embrionarias y venderlas para investigación. Y su competidor esencial la empresa Stem Cell Sciences, que ha desarrollado líneas con otra licencia de «recursos de la humanidad» que las hace libremente disponibles para los investigadores de todo el mundo. Ante lo cual las opiniones de los políticos se dividen: Bob Carr, New South Wales Premier, dice que el proyecto de los centros de FIV de Sydney son prometedores y la investigación don células madres embrionarias debe ser potenciada; por el contrario el Senador de Tasmania, Brian Harradine, afirma que los embriones humanos han sido tratados como ratas de laboratorio para beneficio económico de los centros de FIV.
Katz P, Nachtigall R. And Showstack (2002) The economic impact of the assisted reproductive technologies. Nature Medicine 8, S1, S29-S32 y Nature Cell Biology 4, S1, S29-S32.
Se obtuvieron células madre de embriones creados ex profeso a partir de gametos seguros; la empresa Advanced Cell Technology, declaró que habían creado 110 embriones procedentes de 162 óvulos dedicados directamente a su destrucción para obtener células madre. Las donantes de óvulos recibieron de 1500 a 2000 $ cada una; los donantes de esperma recibieron 50$ cada uno.
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Surani M.A. (2004) How to make egg and sperm. Nature 427,106-107.
El Dr.Panos Zavos, considerado un oportunista ha abierto un despacho en Londres en que ofrece a las parejas clonación o selección del sexo; ambas prácticas son banderas políticas en el UK y los científicos y políticos británicos están furiosos con que Zavos pueda legalmente reclutar clientes in UK y tratarlos en otros países, según el Sunday Times, del 13 junio de 2004.
Esta formulación viene a sustituir el termino pre-embrión ajeno a la ciencia y en base a la posible formación de gemelos por fisión del embrión; se lo inventaron algunos bioéticos y legisladores que pretendían con ese eufemismo restar importancia a un ser humano en sus primeros días de vida y de esa forma de aliviar la carga moral que supone destruirlos tanto con la anticoncepción abortiva, como en la práctica de la FIV. La ciencia actual conoce bien el proceso por el que crece y se desarrolla el nuevo organismo desde su concepción hasta que queda bien anidado en el útero de su madre.
(*) J. Ratzinger. «Dios y el mundo. Creer y vivir en nuestra época. Una conversación con Peter Seewald». 2002. Galaxia Gutenberg. Circulo de Lectores; pag 126.