La Homosexualidad a la luz de la Genética (Dr. N. Jouve de la Barreda)

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El tema del determinismo genético de la homosexualidad, no puede desligarse del trasfondo moral que conlleva. La perspectiva moral de este rasgo del comportamiento humano serí­a muy distinta de tratarse de una opción voluntariamente aceptada, sin una base genética demostrada, que de tratarse de un comportamiento inevitable dependiente de un condicionamiento congénito. Pero hay que señalar que la base genética de cualquier rasgo de la personalidad y de la propia inteligencia son de los más difí­ciles de estudiar en Genética, por las dificultades propias de la metodologí­a analí­tica de las dos ramas implicadas, la Genética del Comportamiento y la Genética Cuantitativa, y por la propia dificultad de los análisis genéticos en el hombre.

La Genética Cuantitativa, trata de desvelar la componente genética de fenotipos de expresión cuantitativa muy dependientes del ambiente en su manifestación, entendiendo por ambiente toda una compleja gama de influencias positivas o negativas en la educación, ya desde el nacimiento y en particular durante las etapas infantil y adolescente. La Genética del Comportamiento, se ocupa del análisis del control genético de las acciones, entendiendo como acción todo tipo de formas de conducta, que varí­an en su manifestación de unos organismos a otros. La inteligencia, y el aprendizaje, son componentes especí­ficos de la condición especie humana, derivadas de su capacidad de reflexión y del análisis racional de los estí­mulos o situaciones que plantea el mundo exterior de cada persona, y muy dependientes de la formación adquirida a través del ambiente familiar, social y cultural. Es evidente que en el caso humano las acciones razonadas predominan frente a las instintivas y reflejas, pero no podemos ignorar la influencia externa durante el desarrollo de la personalidad sí­ deseamos contestar a las preguntas ¿qué es la homosexualidad? , ¿Cómo influye el ambiente?. La cuestión es sí­ existe un determinismo genético de la homosexualidad, o ésta conducta es consecuencia de una influencia externa durante las etapas crí­ticas del desarrollo de la personalidad.

Parece obvio resaltar que la tolerancia o la aceptación moral de la conducta homosexual es muy dependiente de sí­ hay una tendencia congénita, y por tanto determinada genéticamente, o sí­ por el contrario, es una opción libremente aceptada como un modo de vida en cualquier caso irregular y desordenado. Conviene indicar que la frecuencia de varones o mujeres homosexuales en las poblaciones humanas ha sido estimada en un 2% a un 5%, lo cual son valores significativos, aun cuando no existen estadí­sticas realmente rigurosas al respecto. También debe entenderse que un análisis de la posible base genética debe abstraerse de todo juicio moral, presión social, intereses polí­ticos, etc. a

La demostración de una base genética de la homosexualidad se ha abordado históricamente mediante dos tipos de aproximaciones experimentales:

1) El análisis neuroanatómico, mediante un estudio comparado de diferencias en regiones del cerebro de personas homo y heterosexuales. Estos estudios no resuelven adecuadamente cuando el rasgo anatómico es causa o efecto del carácter que se analiza.

2) un estudio directo de los determinantes genéticos del carácter que se analiza. La dificultada se encuentra en poder discriminar entre el efecto de los genes y la influencia ambiental. Para este análisis se han abordado dos tipos de aproximaciones experimentales:

· el análisis de gemelos y genealogí­as familiares

· el análisis de ligamiento con marcadores moleculares en el ADN

1) A principios de los 90, Simon LeVay, publicó una serie de trabajos sobre el dimorfismo sexual del área preóptica del cerebro, y más en particular del hipotálamo. Sus estudios, a priori parecí­an demostrar que la región INAH-3 de 16 varones presumiblemente heterosexuales duplicaba con creces a la región equivalente de 19 varones homosexuales. Los resultados de LeVay fueron sometidos a un análisis crí­tico muy fuerte. William Byne, que objetó que el estudio de LeVay se habí­a realizado en autopsias de varones homosexuales que habí­an muerto a causa del SIDA, y que ello podrí­a haber afectado al tamaño de los núcleos hipotalámicos estudiados.

2.1.) Estudios con gemelos y genealogí­as familiares. Los gemelos monocigóticos constituyen la única posibilidad real de que haya dos personas con la misma identidad genética. En el caso de la homosexualidad se recurre a la comparación de los porcentajes de concordancia o discordancia observados entre pares de gemelos monocigóticos (CMZ) y dicigóticos (CDZ). Los primeros estudios, llevados a cabo por Kallman se realizaron en los años cincuenta, y son dudosos por la finitud de las muestras analizadas y la falta de patrones de comparación adecuados, dándoseles muy poco crédito. En los estudios de gemelos es obligado incluir parejas que se hubieran criado en ambientes distintos, en lugares y en familias muy diferentes, así­ como incluir también estudios de adopción. Ya en la década de los noventa se han analizado los rasgos de comportamiento homosexual en gemelos varones y mujeres. Las concordancias obtenidas, es decir, las probabilidades de que siendo homosexual un varón su hermano gemelo monocigótico, dicigótico, adoptado o normal lo fuese también, fueron respectivamente del 52%, 22%, 11% y 9%. Se objeta que el factor ambiental, educación e influencias, podrí­a explicar por sí­ solo la incidencia de la homosexualidad.

2.2.) Análisis de ligamiento con marcadores moleculares del cromosoma X. En 1993, Dean H. Hamer, estudió las genealogí­as de 114 varones homosexuales. Las elevadas tasas de homosexualidad que enconito en los parientes por ví­a materna sugerí­an que podrí­a existir una herencia genética ligada al cromosoma X. A partir de los años setenta, aparecieron los llamados “marcadores moleculares”, que consisten en sistemas polimórficos basados en la detección de pequeñas diferencias existentes en las secuencias del ADN. Se trata por tanto de “polimorfismos moleculares” relativos a diferencias de bases nucleotí­dicas que se pueden detectar por una gama diversa de técnicas, y que se pueden utilizar como “alelos moleculares”. Hamer y su equipo desarrollaron un análisis de ligamiento para determinar sí­ habí­a algún marcador del cromosoma X que se heredaba con una proporción superior al azar de la tendencia homosexual. El análisis genético realizado indicaba- un nivel de significación estadí­stico de más del 99% de que al menos un tipo de comportamiento homosexual masculino está genéticamente influido. Sin embargo, la existencia de 7 pares de hermanos homosexuales en los que no se daba el ligamiento entre los marcadores de la región Xq28 y la orientación sexual poní­a en entredicho las posibles conclusiones. ¿Qué interpretación se puede dar a los resultados obtenidos?. Hay que resaltar que la región Xq28 está constituida por unos cuatro millones de pares de bases, lo cual a la luz de lo que sabemos del Genoma Humano (unos 70.000 genes en 3.175 megabases de secuencias de ADN), podrí­a traducirse en varias decenas de genes. La región Xq28 es de hecho una región donde se han encontrado genes implicados en diversas enfermedades (hemofilia, deficiencias para G6PDH, varios tipos de daltonismo, favismo, sí­ndrome del frágil X, etc.). Es pues evidente, que se trata de una región muy importante en un conjunto diverso de manifestaciones fenotí­picas. No puede decirse -como difundí­an los medios de comunicación- que ya se haya detectado el “gen gay”. En cualquier caso, sí­ hubiese alguna influencia de la región Xq28 en la orientación sexual, tal vez debí­a hablarse más de predisposición que de una determinación. En 1996, surgió un trabajo de unos neurólogos canadienses, desarrollado en muchos más grupos familiares que los estudiados por Hamer y que no demuestran ninguna relación entre el comportamiento homosexual y los pretendidos marcadores moleculares. En su estudio, George Rice y George Ebers, registraron familias con más de un miembro homosexual, referidas a más de 400 genealogí­as y concluyeron que no existe ningún soporte experimental que demuestre la idea de que la homosexualidad masculina se encuentre asociada a marcadores Xq28, del cromosoma X.

Aparte de los poco convincentes trabajos de neuroanatomí­a y genealógicos, han habido otra serie de argumentos que pretenden demostrar la base biológica de la homosexualidad, a pesar de la debilidad o ausencia de un mí­nimo de rigor en el planeamiento empí­rico. En cualquier caso, son todaví­a muchas las incógnitas a resolver, pero atendiendo solamente a la experimentación genética, podemos mantener las siguientes conclusiones:

· Se trata de un carácter complejo, cuantitativo y como mucho dependiente de una predisposición genética, más que de una determinación genética por genes cualitativos, que no han sido descubiertos.

· Aun cuando los rasgos genéticos y neuroanatómicos parecieran estar correlacionados con la orientación sexual, la relación causal no es ni mucho menos conocida.

· La singularidad humana hace que en nuestra conducta predominen las acciones razonadas frente a las instintivas o reflejas, y la conducta homosexual puede explicarse fundamentalmente por el componente ambiental que influye de forma muy decisiva en los caracteres cuantitativos, pero poco o nada en caracteres cualitativos. En el caso de factores de comportamientos humano, y de forma predominante influye la formación adquirida a través del ambiente familiar, social y cultural.

Ponencia en Jornada sobre La Homosexualidad: una reflexión cientí­fica y moral (24 de Noviembre de 2001, Instituto Pontificio Juan Pablo II)

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