A raíz del caso de la adopción de las lesbianas de Navarra, se han oído diversas opiniones por parte de pediatras y psicólogos. Lo más políticamente correcto, y por lo tanto lo menos comprometido, es afirmar que para el niño adoptado es lo mismo una familia con padre y madre …
A raíz del caso de la adopción de las lesbianas de Navarra, se han oído diversas opiniones por parte de pediatras y psicólogos. Lo más políticamente correcto, y por lo tanto lo menos comprometido, es afirmar que para el niño adoptado es lo mismo una familia con padre y madre que una pareja homosexual. Pero otros pediatras dan opiniones más matizadas.
El Prof. Alfonso Delgado, catedrático de Pediatría y Puericultura de la Universidad del País Vasco, recuerda que “cuando se trata de la adopción de un niño, en lo que debemos pensar fundamentalmente es en el bien y en la felicidad del adoptado; por esto debe buscarse el mejor perfil posible por parte de los padres adoptivos”.
Hablando a título personal, sin pretender representar la opinión de los 9.000 miembros de la Asociación Nacional de Pediatría de la que es presidente, el Prof. Delgado cree que “lo mejor es que un niño venga adoptado por una familia tradicional con un padre y una madre y a ser posible con otros hijos, para que el niño adoptado se integre en una familia lo más amplia y completa posible”. Puede haber otras opciones como un padre o una madre (familia uniparental) solteros o viudos que también pueden adoptar o incluso parejas homosexuales, que si la ley lo permiten pueden hacerlo; pero personalmente pienso que no es lo ideal, porque estoy convencido de que la inmensa mayoría de los humanos preferimos tener un padre y una madre, porque es lo habitual, lo normal”.
A su vez, el Dr. Paulino Castells, psiquiatra y pediatra, con bastantes años de experiencia de problemas familiares en su consulta, autor de varios libros sobre niños y adolescentes, es de los que piensa que “el equilibrio familiar tiene una tipología de sexo que condiciona el desarrollo armónico de sus miembros”. Por eso, “lo preferible para el niño adoptado es un padre y una madre, con funciones y sentimientos complementarios”.
No comparte la opinión de que la condición sexual de los padres no afecta a la educación de los hijos. “Es como decir que la condición y la calidad humana de los progenitores (en la cual está contenida, obviamente, la sexualidad de cada uno) no interviene en la maduración de los críos. Es de sentido común que la condición sexual de los padres deja su impronta en el desarrollo de la sexualidad de sus hijos. ¿Acaso no son los padres modelos de identificación de sus retoños? ¿Se fijarán los hijos sólo en otras cualidades humanas de sus modelos parentales y dejarán de fijarse en sus inclinaciones sexuales?”.
Según Castells, “la inclinación sexual de un hijo/a hacia una determinada dirección estará condicionada por lo que ve todo al día en su casa, a través de las muestras cotidianas de cariño y de amor que se prodigan entre sí ambos padres. Ejemplaridad que luego él/ella querrá imitar y emular en su vida amorosa”.
El estudio español
Para justificar la adopción por parte de parejas homosexuales, se dice que los niños criados en estas parejas tienen el mismo desarrollo y no presentan más problemas que los de parejas heterosexuales. En estos días, esta innovadora tesis se ha hecho valer en la opinión pública recurriendo a “según los expertos” o “de acuerdo con estudios científicos…”, sin más precisión. En realidad, son tesis aventuradas, pues escasos son los estudios científicos disponibles y presentan serias limitaciones metodológicas.
En España, solo se cita reiteradamente uno, quizá porque no se han realizado más. Es una investigación de María del Mar González, del Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla, publicado en 2002.
La primera limitación del estudio es la selección de la muestra. En este caso, como en otros estudios sobre hijos de homosexuales, las parejas evaluadas proceden de un grupo de voluntarios, seleccionados de un modo no aleatorio. El estudio español se basa en 28 familias (15 de Madrid y 13 de Andalucía), de diversa tipología: 15 eran lesbianas con hijos de parejas anteriores, 5 eran madres por inseminación artificial, 5 gays o lesbianas con hijos adoptados, y 3 homosexuales que convivían casi a diario con sus hijos aunque no tenían la custodia. También hay que tener en cuenta que, tras partir de 60 padres seleccionados, al final solo se analizó a menos de la mitad, con lo que una pérdida de muestra mayor del 50% puede suponer un sesgo significativo.
25 niños
El modo de selección de la muestra impide también que sea representativa del conjunto de parejas homosexuales: el 67% de los analizados eran padres universitarios, con una situación económica desahogada.
En total se estudiaron 25 niños, de entre 3 y 16 años, que residían en esos hogares. Al limitar la investigación a menores de 16 años, no se puede evaluar la repercusión de la homosexualidad de los padres en la identidad sexual de los hijos en una edad crítica.
Dadas las limitaciones de una muestra tan pequeña y seleccionada en esas condiciones, cabe preguntarse si este estudio puede ser muy concluyente. ¿Podríamos investigar cómo es la familia española seleccionando a un pequeño número de familias que se presentaran voluntarias? ¿El estudio de 25 niños permite crear doctrina científica sobre los niños en parejas homosexuales en general?
El Prof. Delgado no cree que haya estudios concluyentes sobre las repercusiones y la evolución de los hijos adoptados por parejas homosexuales. “Se recurre a un estudio realizado en Sevilla, pero, por los datos que tengo, la muestra es pequeña y por lo tanto poco representativa, el tiempo de seguimiento muy corto y si es un estudio tan bueno, me gustaría verlo publicado en una revista de prestigio. Un trabajo para ser válido y para que pueda ser citado como referencia debe tener rigor científico y resistir un análisis profundo, y este trabajo no cumple estos requisitos”.
Metodología deficiente
El estudio español acusa las limitaciones metodológicas de muchos estudios sobre el mismo tema. La doctora Ana Martín Ancel, pediatra, miembro de la European Society for Pediatric Research, ha revisado los datos científicos disponibles y ha publicado sus conclusiones en la revista Pediatrics (agosto 2002). En un artículo publicado en Páginas para el mes (marzo 2003) resume sus resultados: “Hoy por hoy ““dice”“, los estudios científicos disponibles son escasos. Además, en general, presentan serios problemas metodológicos”.
Entre los defectos que presentan esos estudios, “el más transcendente, que afecta a la mayoría de ellos, es la forma en la que se ha realizado la selección de la muestra que se va a estudiar”. Tales muestras presentan un sesgo desde el punto de partida: “las parejas evaluadas provienen en gran medida de pequeños grupos de voluntarios que han sido reclutados mediante anuncios en revistas o a través de asociaciones”. Así, “la mayoría de las investigaciones se han realizado en lesbianas de ámbito urbano de raza blanca, con un elevado nivel de educación”.
Otro aspecto capital es la correcta selección del grupo de control ““los sujetos con los que se compara la muestra”“, que ha de ser también representativo de la población. “Pues bien, en gran número de estudios, el grupo de control con el que se ha comparado a los hijos de parejas de homosexuales han sido hijos de mujeres heterosexuales divorciadas: niños que han sufrido las dificultades matrimoniales de sus padres, que probablemente hayan repercutido de una forma u otra en su desarrollo”. Así, el grupo de control es sesgado, pues no incluye familias íntegras. Incluso hay estudios en los que ni siquiera existe grupo de control.
“Por consiguiente ““concluye”“, la metodología científica nos obliga a subrayar que la posibilidad de generalizar los datos actualmente disponibles al conjunto de los niños con padres homosexuales es muy limitada”.
Por otra parte, estudios que han analizado hijos con edad suficiente para que sea posible identificar la tendencia sexual, han encontrado que había una incidencia significativamente mayor de relaciones homosexuales entre los que habían crecido con madres lesbianas que entre los hijos de mujeres heterosexuales divorciadas (Golombok y Tasker, en Developmental Psychology, 1996). Bailey y colaboradores, que hicieron un estudio con 75 jóvenes mayores de 17 años, hijos de padre homo o bisexuales, comprobaron que el 9% eran homosexuales, tasa significativamente mayor de la sugerida por estudios poblacionales que la cifran en un 1% de adolescentes estadounidenses (Developmental Psychology, 1995).
Revisión de estudios
El problema con muchos de estos estudios es que están animados por el afán militante de justificar la adopción por parejas homosexuales, propósito que influye en el diseño de la investigación y en su valor científico. En EE.UU., Robert Lerber y Althea K. Nagai hicieron una revisión de 49 estudios de este tipo publicados en revistas profesionales o capítulos de libros (No Basis: What the Studies Don”™t Tell Us About Same-Sex Parentig, editada por el Marriage Law Project, enero de 2001). Aplicando a estos estudios los criterios que normalmente se exigen para la investigación social, encontraban deficiencias como “hipótesis y diseños de investigación poco claros; carencia o inadecuación de los grupos de control; unidades de medida inválidas; muestras no aleatorias incluyendo a participantes que buscan a otros participantes; muestras demasiados pequeñas para que puedan dar resultados significativos; falta o inadecuación de análisis estadístico”. Su conclusión era que estos estudios no ofrecían una base científica para establecer nada seguro sobre los niños educados por parejas homosexuales.
Publicado en Aceprensa 28/04