La noticia está en los medios de comunicación: diez parejas han solicitado al IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad) que mediante la reproducción asistida se obtengan embriones de unas determinadas características con el fin de utilizarlos en el tratamiento de sus hijos que están enfermos. La cuestión es de un alto …
La noticia está en los medios de comunicación: diez parejas han solicitado al IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad) que mediante la reproducción asistida se obtengan embriones de unas determinadas características con el fin de utilizarlos en el tratamiento de sus hijos que están enfermos.
La cuestión es de un alto grado emotivo puesto que la salud, y más si se trata de un niño pequeño, siempre es un valor muy grande. Parece que deberían ponerse todos los medios médicos para curar a estos niños. Sin embargo nos encontramos con unas barreras legales que impiden que se lleve a cabo una selección de embriones, dejando con vida unos y destruyendo otros, según tengan o no unas determinadas peculiaridades genéticas.
Algunos proponen saltarse estas barreras. El mismo IVI, que está interesado en la investigación de embriones sin ninguna restricción, lo ha solicitado en varias ocasiones. También, de hecho, una de las parejas ya se ha sometido a un tratamiento. Cuenta la mujer que le extrajeron 32 óvulos de los que se pudieron fecundar 26. De estos embriones humanos sólo 6 tenían las características buscadas, y se le implantaron 2 de ellos, pero que no llegaron a nacer.
En este asunto se mezclan varias cuestiones. Por una parte están los intereses de las empresas sanitarias dedicadas a la reproduccion humana. Se trata de empresas que lógicamente están interesadas en tener las menores trabas para la obtención de buenos resultados. Curiosamente varios miembros de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida pertenecen a estas empresas, lo cual, en mi opinión, pone en entredicho la objetividad de los dictámenes de esta Comisión.
Por otra parte está el dolor de las familias que tienen algún hijo enfermo y a las que se les asegura que con estas técnicas podrán curarlo de su enfermedad. Es lógico que su sufrimiento haga que sólo atiendan a este objetivo.
Pero además hay un tercer personaje: el embrión. Se están trayendo a la vida embriones que son humanos. Si se tiene esto en cuenta se entenderá que la sociedad haya puesto barreras a la utilización de estos embriones. ¿Es ético ayudar a que vengan a la vida seres humanos y después destruirlos porque no cumplen determinadas requisitos genéticos? En el caso que hemos contado antes, se destruyeron 20 embriones porque no poseían las mismas características inmunológicas del hijo al que sus padres querían curar.
Por tanto la pregunta que debemos hacernos no es si la sociedad debe poner todos los medios para curar a estos niños, sino si la sociedad puede admitir que se lleve a cabo una selección de embriones humanos. La pregunta nos incumbe a todos porque estas cuestiones han dejado de ser tema de círculos cerrados para hacerse presentes en nuestra vida ordinaria. Basta oir la radio, encender el televisor, o abrir el periódico, para encontrarse con opiniones y propuestas diversas a estos temas.
Cada uno debemos hacernosla y decidir dónde nos situamos con respecto al embrión humano. Después se hace necesario hacerse presentes en el debate social a través de los diversos cauces. Se trata de una cuestión tan básica para el desarrollo democrático que nadie puede dejarla en manos de lo que decidan otros, ni mucho menos quitarse de encima la responsabilidad de lo que ocurra como consecuencia de que se tomen unas opciones u otras.