Dos noticias relacionadas con los embriones y fetos humanos concitan la atención de la opinión pública: la obtención de las primeras líneas celulares desarrolladas en nuestro país a partir de embriones humanos congelados, excedentes de fecundación in vitro, conseguida por investigadores del Instituto Valenciano de Infertilidad y la divulgación por …
Dos noticias relacionadas con los embriones y fetos humanos concitan la atención de la opinión pública: la obtención de las primeras líneas celulares desarrolladas en nuestro país a partir de embriones humanos congelados, excedentes de fecundación in vitro, conseguida por investigadores del Instituto Valenciano de Infertilidad y la divulgación por la televisión inglesa de unas fascinantes imágenes tridimensionales que permiten ver la realidad humana de fetos de tan sólo 12 semanas, fetos que serán destruidos en gran número, si se aprueba la ampliación de la ley del aborto propuesta por el Gobierno, pero que ahora ya se están eliminando al amparo de la legislación vigente.
Llama la atención la vinculación que se ha establecido entre la obtención de estas dos líneas celulares y la posibilidad de tratar diversas enfermedades incurables.
Así presentado, ¡quién puede negar la legitimidad de unos trabajos de investigación encaminados a curar a los afectados de tan graves enfermedades! Sin e m b a rgo, conviene dejar constancia de que la opinión unánime de todo el mundo científico es que, al menos, habrán de transcurrir entre cinco y diez años para que las células madre (no las embrionarias, sino las adultas), puedan ser utilizadas en la práctica clínica para curar algunas de estas enfermedades. De las células madre obtenidas de embriones humanos, ni se especula cuándo podrán ser aplicadas con finalidad curativa. Por ello, unir este hecho experimental con el tratamiento de enfermedades incurables, para garantizar su aceptación social, me parece que es intentar utilizar el dolor de los enfermos para justificar unas experiencias biomédicas que, ineludiblemente, llevan unida la destrucción de un elevado número de embriones humanos, algo inadmisible desde un punto de vista ético.
Cuarenta embriones matados En el comunicado emitido por los responsables de estas experiencias científicas, se especifica que «se empezó con 16 embriones, de un total de 40 embriones congelados que llegaron al nivel de blastocisto ». Lo que significa que, al menos, se requirió la destrucción de 40 embriones humanos para poder obtener las dos líneas comentadas. Pero lo que no conocemos es de cuantos embriones se partió para obtener los 40 blastocistos ú t i l e s.
Probablemente, de más de un centenar; la opinión científica mayoritaria, sostiene que, para obtener una línea celular utilizable en difíciles y costosas experiencias biomédicas, hay que partir de entre 100 y 200 embriones humanos. Hay investigadores a quienes, sin duda, les parecerá éticamente correcto destruir a 100 embriones humanos para obtener una línea de células madre embrionarias para sus investigaciones básicas biomédicas; pero a mí me parece que esto es una torpeza ética injustificable desde cualquier punto de vista que se considere. Sin duda, la investigación básica de todo lo relacionado con las primeras etapas de la vida embrionaria humana es muy importante, pero habría que buscar otros medios para lograrlo, utilizando metódicas experimentales que no lleven aparejada la destrucción de embriones humanos, tan dignos de respeto como cada uno de nosotros, incluidos los propios investigadores.
Además, conviene no olvidar que, para poder curar a un enfermo concreto, hay que utilizar células madre obtenidas de embriones clonados a partir de material genético del propio enfermo que se quiere tratar, cosa que hasta ahora no se ha conseguido, y que por supuesto no se da en las experiencias realizadas en el Instituto Valenciano de Infertilidad. Nunca las células madre obtenidas de embriones congelados excedentes de fecundación in vitro, pueden ser útiles para curar directamente a un paciente, aunque sí para realizar experiencias que es posible que, en un futuro, aporten alguna luz para este tipo de tratamientos, pero en el momento actual no se puede afirmar que con estas dos líneas celulares se va a poder tratar patologías humanas hasta ahora incurables. Esto es desinformar a la opinión pública y crear en los pacientes falsas expectativas de curación.
La ley que debe regular la utilización de embriones congelados sobrantes de fecundación in vitro para experiencias biomédicas, fue aprobada por el Parlamento, el pasado 23 de noviembre; pero, para su aplicación definitiva, debía redactarse un reglamento que regulase las condiciones por las que los padres biológicos de los embriones deberían autorizar su uso, reglamento que todavía no ha visto la luz, por lo que en el momento actual no existe una legislación específica que regule en España este tipo de experiencias.
Además, los mismos responsables de estas investigaciones, han manifestado que éstas se iniciaron hace dos años y medio, mucho antes de que se aprobara la ley; por supuesto, antes de que se publicara, cosa que aún no se ha hecho, el reglamento regulador. No sólo no creo necesario que estas experiencias se desarrollen dentro del marco legal; aún creo más importante que lo hagan dentro de un marco ético, pues hay acciones que, aun siendo legales, no son éticamente admisibles, como puede ser todo lo relacionado con la actual práctica del aborto.
Las experiencias que comento, no sólo son éticamente inadmisibles, sino también ilegales desde cualquier punto de vista que se considere, algo que habrá que tener muy en cuenta al emitir un juicio sobre ellas.