1. La tecnología moderna ofrece cada vez más medios -químicos, quirúrgicos, genéticos- para intervenir en el funcionamiento del cuerpo humano y modificar su aspecto. Estos avances tecnológicos han permitido curar muchas enfermedades humanas y prometen curar muchas más. Ha sido una gran bendición para la humanidad. Sin embargo, la tecnología moderna no sólo permite intervenciones útiles, sino también intervenciones que son perjudiciales para el verdadero florecimiento de la persona humana. Es necesario un cuidadoso discernimiento moral para determinar qué posibilidades deben realizarse y cuáles no, para promover el bien de la persona humana. Para hacer este discernimiento, es necesario emplear criterios que respeten el orden creado inscrito en nuestra naturaleza humana.
El orden natural
2. Un principio fundamental de la fe cristiana es que existe un orden en el mundo natural que fue diseñado por su Creador y que este orden creado es bueno (Gn 1:31; Sal 19:1ss.). La Iglesia siempre ha afirmado la bondad esencial del orden natural y nos ha exhortado a respetarlo. El Concilio Vaticano II enseñó: «Desde el hecho de ser creada, cada cosa posee su propia estabilidad, verdad y bondad, y sus propias leyes y orden, que deben ser respetados por nosotros al reconocer los métodos apropiados a las diversas ciencias y artes.» 1 El Papa Benedicto XVI explicó que el mundo natural tiene un «orden incorporado», una «gramática» que «establece fines y criterios para su uso sabio, no para su explotación imprudente.» 2 El Papa Francisco ha advertido contra un «paradigma tecnológico» que trata el mundo natural como «algo informe, completamente abierto a la manipulación«3. Observa que los seres humanos siempre han intervenido en la naturaleza,
pero durante mucho tiempo esto significó estar en sintonía y respetar las posibilidades que ofrecían las propias cosas. Se trataba de recibir lo que la propia naturaleza permitía, como de su propia mano. Ahora, por el contrario, somos nosotros los que ponemos nuestras manos sobre las cosas, intentando extraer de ellas todo lo posible mientras ignoramos u olvidamos con frecuencia la realidad que tenemos delante. que tenemos delante.4
3. Lo que es cierto para la creación en su conjunto lo es también para la naturaleza humana en particular: existe un orden en la naturaleza humana que estamos llamados a respetar. De hecho, la naturaleza humana merece el máximo respeto, ya que la humanidad ocupa un lugar singular en el orden creado, al haber sido creada a imagen de Dios (Gn. 1:27). Para realizarnos como personas humanas, para encontrar la verdadera felicidad, debemos respetar ese orden. Nosotros no creamos la naturaleza humana; es un don de un Creador amoroso. Tampoco somos «dueños» de nuestra naturaleza humana, como si fuera algo de lo que podemos hacer uso libremente. Así pues, el respeto genuino a la dignidad humana exige que las decisiones sobre el uso de la tecnología estén guiadas por un respeto genuino a este orden creado. por este orden creado.
4. Un aspecto crucial del orden de la naturaleza creado por Dios es la unidad cuerpo-alma de cada persona humana. A lo largo de su historia, la Iglesia se ha opuesto a las concepciones dualistas de la persona humana que no consideran el cuerpo como parte intrínseca de la persona humana, como si el alma estuviera esencialmente completa en sí misma y el cuerpo fuera un mero instrumento utilizado por el alma 5. En oposición a los dualismos antiguos y modernos, la Iglesia siempre ha sostenido que, si bien existe una distinción entre el alma y el cuerpo, ambos son constitutivos de lo que significa ser humano, ya que el espíritu y la materia, en el ser humano, «no son dos naturalezas unidas, sino que su unión forma una sola naturaleza«6. El alma no viene a la existencia por sí misma y de alguna manera sucede que está en este cuerpo, como si pudiera estar igualmente en un cuerpo diferente. Un alma nunca puede estar en otro cuerpo, y mucho menos en el cuerpo equivocado. El alma sólo existe junto con este cuerpo. Lo que significa ser una persona humana incluye necesariamente la corporeidad. «Los seres humanos son seres físicos que comparten un mundo con otros seres físicos».7
5. La corporeidad humana está, a su vez, intrínsecamente relacionada con la diferenciación sexual humana. Así como toda persona humana tiene necesariamente un cuerpo, también los cuerpos humanos, como los de los demás mamíferos, se diferencian sexualmente como macho o hembra: «Macho y hembra los creó» (Gn 1, 27).8 San Juan Pablo II nos recordó que, en el libro del Génesis, aprendemos que «el hombre es creado ‘desde el principio’ como macho y hembra: la vida de toda la humanidad -ya sea de pequeñas comunidades o de la sociedad en su conjunto- está marcada por esta dualidad primordial».9 El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «El hombre y la mujer han sido creados, es decir, queridos por Dios: por una parte, en perfecta igualdad como personas humanas; por otra, en sus respectivos seres de hombre y mujer. Ser hombre» o «ser mujer» es una realidad buena y querida por Dios».10
Así como la corporeidad es un aspecto fundamental de la existencia humana, también el «ser hombre» o el «ser mujer» es un aspecto fundamental de la existencia como ser humano, que expresa la finalidad unitiva y procreadora de la persona. La Congregación para la Doctrina de la Fe insiste en que
es necesario señalar la importancia y el significado de la diferencia sexual, como realidad profundamente inscrita en el hombre y en la mujer. «La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual, dejando su impronta en cada una de sus expresiones». No puede reducirse a un puro e insignificante hecho biológico, sino que «es un componente fundamental de la personalidad, uno de sus modos de ser, de manifestarse, de comunicarse con los demás, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano.» Esta capacidad de amar -reflejo e imagen de Dios que es Amor- se revela en el carácter esponsal del cuerpo, en el que se expresa la masculinidad o feminidad de la persona.11
6. En nuestra sociedad contemporánea hay quienes no comparten esta concepción de la persona humana. El Papa Francisco ha hablado de una ideología que promueve «una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente separadas de la diferencia biológica entre varón y mujer», en la que «la identidad humana se convierte en una elección del individuo, que además puede cambiar con el tiempo».12 En respuesta a esto, el Papa Francisco afirmó:
Es necesario subrayar que «el sexo biológico y el papel sociocultural del sexo (género) pueden distinguirse, pero no separarse». … Una cosa es ser comprensivos con la debilidad humana y las complejidades de la vida, y otra aceptar ideologías que pretenden escindir lo que son aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de intentar sustituir al Creador. Somos criaturas y no omnipotentes. La creación es anterior a nosotros y debemos recibirla como un don. Al mismo tiempo, estamos llamados a proteger nuestra humanidad, y esto significa, en primer lugar, aceptarla y respetarla tal como fue creada.13
Intervenciones tecnológicas
7. La persona humana, cuerpo y alma, hombre o mujer, tiene un orden y una finalidad fundamentales cuya integridad debe ser respetada. A causa de este orden y finalidad, ni los pacientes ni los médicos ni los investigadores ni ninguna otra persona tienen derechos ilimitados sobre el cuerpo; deben respetar el orden y la finalidad inscritos en la persona encarnada. El Papa Pío XII enseñó que el paciente «no es dueño absoluto de sí mismo, de su cuerpo, de su mente. No puede disponer de sí mismo como le plazca «14. El Papa continuó afirmando que, con respecto a las facultades y poderes de la propia naturaleza humana, un paciente «es el usuario y no el propietario» y, por tanto, «no tiene un poder ilimitado para realizar actos de destrucción o de mutilación de tipo anatómico o funcional. «15 El cuerpo no es un objeto, un mero instrumento a disposición del alma, del que cada uno puede disponer según su voluntad, sino que es parte constitutiva del sujeto humano, un don que hay que recibir, respetar y cuidar como algo intrínseco a la persona. Como afirma el Papa Francisco «La aceptación de nuestro cuerpo como don de Dios es vital para acoger y aceptar el mundo entero como don del Padre y casa común, mientras que pensar que gozamos de un poder absoluto sobre nuestro propio cuerpo se convierte, a menudo sutilmente, en pensar que gozamos de un poder absoluto sobre la creación».16
8. Existen esencialmente dos escenarios reconocidos por la tradición moral de la Iglesia en los que las intervenciones tecnológicas sobre el cuerpo humano pueden estar moralmente justificadas: 1) cuando tales intervenciones tienen por objeto reparar un defecto del cuerpo; 2) cuando el sacrificio de una parte del cuerpo es necesario para el bienestar de todo el cuerpo. Este tipo de intervenciones tecnológicas respetan el orden fundamental y la finalidad inherentes a la persona humana. Sin embargo, hay otras intervenciones tecnológicas que no pretenden ni reparar algún defecto del cuerpo ni sacrificar una parte por el bien del conjunto, sino que pretenden alterar el orden fundamental del cuerpo. Tales intervenciones no respetan el orden y la finalidad inscritos en la persona humana.
Reparar un defecto del cuerpo
9. Gran parte de la práctica de la medicina consiste en utilizar la tecnología disponible para reparar defectos del cuerpo, normalmente cuando éste se ha visto afectado por alguna lesión o dolencia.17 La intención de reparar defectos del cuerpo muestra respeto por el orden fundamental del cuerpo, lo cual es encomiable. De hecho, cada uno de nosotros tiene el deber de cuidar su cuerpo. Las Directrices éticas y religiosas para los servicios sanitarios católicos afirman que «toda persona está obligada a utilizar los medios ordinarios18 para preservar su salud».19 Sin embargo, esta obligación deja de ser válida cuando los beneficios de la intervención ya no son proporcionales a las cargas que conlleva.20 Así pues, juzgar si una intervención médica reparadora es moralmente lícita es preciso considerar no sólo el objeto del acto y la intención al emprenderlo, sino también las consecuencias de la acción, lo que incluiría una evaluación de la probabilidad de un beneficio perceptible para la persona y una comparación de los beneficios esperados con las cargas previstas. A veces los beneficios esperados (como la mejora de la salud o de la función) superarán las cargas esperadas (como el coste o el dolor físico que conlleva el procedimiento), pero otras veces no.
10. Un análisis similar es necesario para considerar la moralidad de las intervenciones realizadas para mejorar el cuerpo no en términos de su funcionamiento, sino más bien en términos de su apariencia, que puede implicar tanto la restauración de la apariencia como su mejora. A este respecto, el Papa Pío XII reconoció que la belleza física de una persona «es en sí misma un bien, aunque subordinado a otros muy superiores, y por consiguiente precioso y deseable. » 21 Continúa señalando que la belleza física «no se sitúa en la cumbre de la escala de valores, pues es un bien que no es espiritual ni esencial»; de hecho, es «un bien, pero corporal… Como bien y don de Dios, debe ser estimado y cuidado, sin que por ello deba recurrirse a medios extraordinarios como deber. «22 Puesto que el análisis moral requiere que los beneficios esperados de un procedimiento sean proporcionales a las cargas y riesgos esperados, se puede justificar un mayor nivel de carga y riesgo en el caso de alguien que busca reparar defectos para lograr una apariencia normal que en el caso de alguien que ya tiene una apariencia normal y que, como dijo el Papa Pío XII, busca «la perfección de sus características»23 Sin embargo, ambas podrían ser moralmente lícitas, si se llevan a cabo con la intención correcta y en las circunstancias correctas.24
El sacrificio de una parte por el bien del todo
11. El predecesor del Papa Pío XII, el Papa Pío XI, también subrayó la necesidad de respetar el orden fundamental del cuerpo, afirmando que, como norma, a uno no le está permitido «destruir o mutilar» miembros del propio cuerpo. Al mismo tiempo, sin embargo, afirmó que puede haber excepciones cuando está en juego el bienestar del cuerpo en su conjunto.
La doctrina cristiana establece, y la luz de la razón humana lo hace más claro, que los individuos privados no tienen otro poder sobre los miembros de sus cuerpos que el que corresponde a sus fines naturales; y no son libres de destruir o mutilar sus miembros, o de cualquier otra manera inhabilitarse para sus funciones naturales, excepto cuando no se puede hacer otra cosa para el bien de todo el cuerpo.25
Esta enseñanza fue desarrollada por el Papa Pío XII, quien explicó que
cada órgano particular está subordinado al cuerpo en su conjunto y debe ceder ante él en caso de conflicto. Por lo tanto, a quien se le ha dado el uso de todo el organismo tiene derecho a sacrificar un órgano particular, si su retención o su funcionamiento causa un daño significativo al conjunto, daño que no puede evitarse de ninguna otra manera.26
12. El Papa Pío XII estipuló tres condiciones que deben cumplirse para que una intervención médica «que implique una mutilación anatómica o funcional» sea moralmente permisible:
En primer lugar, la conservación o el funcionamiento de un determinado órgano en el conjunto del organismo causa un daño grave a éste o constituye una amenaza.
En segundo lugar, este daño no puede evitarse, o al menos disminuirse apreciablemente, de otro modo que no sea mediante la mutilación en cuestión, y la eficacia de la mutilación está bien asegurada.
Por último, cabe esperar razonablemente que el efecto negativo, es decir, la mutilación y sus consecuencias, se vea compensado por el efecto positivo: supresión del peligro para todo el organismo, disminución del sufrimiento, etc.27.
Estas condiciones garantizan el debido respeto del orden fundamental de la persona humana en la medida en que establecen que el sacrificio de la parte del cuerpo no es en sí mismo lo que se busca, que se trata verdaderamente de un último recurso necesario para el bienestar del cuerpo, no existiendo otras opciones para asegurar el bienestar del cuerpo en su conjunto.
Intentos de alterar el orden fundamental del cuerpo humano
13. Mientras que los dos tipos anteriores de intervenciones tecnológicas dan por supuesto el orden fundamental de la persona humana y no pretenden alterarlo, existe otro tipo de intervención que considera este orden insatisfactorio en algún sentido y propone un orden más deseable, un orden rediseñado. Algunas propuestas de ingeniería genética encajan en esta categoría: no las que pretenden reparar algún defecto, sino las que son manipulaciones no terapéuticas del material genético humano. La Congregación para la Doctrina de la Fe ha explicado que «los procedimientos utilizados en células somáticas con fines estrictamente terapéuticos son, en principio, moralmente lícitos», ya que estos procedimientos «buscan restaurar la configuración genética normal del paciente o contrarrestar los daños causados por anomalías genéticas o los relacionados con otras patologías».28 Por el contrario, la ingeniería genética «con fines distintos al tratamiento médico» no es moralmente permisible.29 En este caso, la intención es sustituir el orden natural con lo que se imagina ser un orden nuevo y mejor. La Congregación advierte que «en el intento de crear un nuevo tipo de ser humano se puede reconocer un elemento ideológico en el que el hombre intenta ocupar el lugar de su Creador». 30 Del mismo modo, algunas propuestas de «mejora cibernética» también pretenden rediseñar el orden fundamental del ser humano y producir un nuevo tipo de ser humano sustituyendo algunos o todos31 los órganos corporales por dispositivos artificiales. En la mayoría de los casos, este tipo de intervenciones tecnológicas se encuentran actualmente en fase de desarrollo o de estudio teórico.
14. Estas intervenciones implican el uso de técnicas quirúrgicas o químicas que pretenden intercambiar las características sexuales del cuerpo de un paciente por las del sexo opuesto o por simulaciones del mismo. En el caso de los niños, el intercambio de características sexuales se prepara mediante la administración de bloqueadores químicos de la pubertad, que detienen el curso natural de la pubertad e impiden el desarrollo de algunas características sexuales en primer lugar.
15. Estas intervenciones tecnológicas no están moralmente justificadas ni como intentos de reparar un defecto del cuerpo ni como intentos de sacrificar una parte del cuerpo por el bien del conjunto. En primer lugar, no reparan un defecto del cuerpo: no hay ningún trastorno en el cuerpo que haya que tratar; los órganos corporales son normales y están sanos. En segundo lugar, las intervenciones no sacrifican una parte del cuerpo por el bien del conjunto. Cuando una parte del cuerpo se sacrifica legítimamente por el bien de todo el cuerpo, ya sea mediante la extirpación total o la reconfiguración sustancial de un órgano corporal, la extirpación o reconfiguración del órgano corporal se tolera a regañadientes como única forma de hacer frente a una amenaza grave para el cuerpo. Aquí, por el contrario, la extirpación o reconfiguración es en sí misma el resultado deseado.33
16. En cambio, más que reparar algún defecto del cuerpo o sacrificar una parte en aras del todo, estas intervenciones pretenden transformar el cuerpo para que adopte en la medida de lo posible la forma del sexo opuesto, contraria a la forma natural del cuerpo. Son intentos de alterar el orden fundamental y la finalidad del cuerpo y de sustituirlo por otra cosa.
1 7. Existe una amplia gama de intervenciones utilizadas con este fin, que se corresponden con la variedad de formas en que la diferenciación sexual afecta a diversas partes del cuerpo. En la actualidad, no todas las personas que buscan este tipo de tratamiento se someten a todas las intervenciones disponibles, ya sea porque no pueden hacerlo o porque deciden no hacerlo por algún motivo; en su lugar, suelen someterse a una selección limitada de las intervenciones disponibles. Estas intervenciones difieren en la magnitud de los cambios producidos en el organismo. Sin embargo, se parecen en que todas tienen el mismo propósito básico: transformar las características sexuales del cuerpo en las del sexo opuesto.
18. Tales intervenciones, por tanto, no respetan el orden fundamental de la persona humana como unidad intrínseca de cuerpo y alma, con un cuerpo diferenciado sexualmente. La corporeidad es un aspecto fundamental de la existencia humana, y también lo es la diferenciación sexual del cuerpo. Los servicios sanitarios católicos no deben realizar intervenciones, ya sean quirúrgicas o químicas, que tengan por objeto transformar los caracteres sexuales de un órgano humano en los del sexo opuesto o participar en el desarrollo de tales procedimientos. Deben emplear todos los recursos apropiados para mitigar el sufrimiento de quienes luchan contra la incongruencia de género, pero los medios utilizados deben respetar el orden fundamental del cuerpo humano. Sólo empleando medios moralmente apropiados los profesionales sanitarios muestran pleno respeto por la dignidad de cada persona humana.
Conclusión: límites morales de la manipulación tecnológica del cuerpo humano
19. El uso de la tecnología para manipular el mundo natural tiene una historia que se remonta al primer uso de herramientas. Lo que es diferente en nuestros días son las capacidades enormemente ampliadas que ofrece la tecnología moderna y el rápido desarrollo de posibilidades siempre nuevas. Como los límites de lo tecnológicamente posible siguen ampliándose, es imperativo identificar criterios morales que guíen nuestro uso de la tecnología. A medida que se amplía el abanico de lo que podemos hacer, debemos preguntarnos qué debemos o no debemos hacer. Un criterio indispensable para tomar tales decisiones es el orden fundamental del mundo creado. Nuestro uso de la tecnología debe respetar ese orden.
20. Sin duda, muchas personas buscan sinceramente formas de responder a problemas y sufrimientos reales.34 Ciertos enfoques que no respetan el orden fundamental parecen ofrecer soluciones. Sin embargo, confiar en tales planteamientos para encontrar soluciones es un error. Un enfoque que no respete el orden fundamental nunca resolverá realmente el problema en cuestión; al final, sólo creará más problemas. La tradición hipocrática de la medicina exige a todos los profesionales sanitarios ante todo «no hacer daño». Cualquier intervención tecnológica que no esté de acuerdo con el orden fundamental de la persona humana como unidad de cuerpo y alma, incluida la diferencia sexual inscrita en el cuerpo, en última instancia no ayuda sino que, más bien, perjudica a la persona humana.
21. Se debe tener especial cuidado en proteger a los niños y adolescentes, que todavía están madurando y que no son capaces de dar un consentimiento informado. Como ha enseñado el Papa Francisco, los jóvenes en particular
necesitan ser ayudados a aceptar su propio cuerpo tal como ha sido creado, ya que «pensar que gozamos de un poder absoluto sobre nuestro propio cuerpo se convierte, a menudo sutilmente, en pensar que gozamos de un poder absoluto sobre la creación… La valoración de nuestro cuerpo como varón o mujer es también necesaria para nuestra propia autoconciencia en el encuentro con otros diferentes de nosotros. De este modo podemos aceptar con alegría los dones específicos de otro hombre o mujer, obra de Dios Creador, y encontrar un enriquecimiento mutuo».35
22. La búsqueda de soluciones a los problemas del sufrimiento humano debe continuar, pero debe orientarse hacia soluciones que promuevan verdaderamente el florecimiento de la persona humana en su integridad corporal. A medida que se desarrollan nuevos tratamientos, también éstos deben ser evaluados según principios morales sólidos, basados en el bien de la persona humana como sujeto con su propia integridad. Los servicios sanitarios católicos están llamados a ofrecer un modelo de promoción del auténtico bien de la persona humana. Para cumplir con este deber, todos los que colaboran en la pastoral sanitaria católica deben esforzarse al máximo, utilizando todos los medios apropiados a su alcance, para proporcionar la mejor atención médica, así como el acompañamiento compasivo de Cristo, a todos los pacientes, independientemente de quiénes sean o de qué enfermedad padezcan. La misión de los servicios sanitarios católicos es nada menos que llevar a cabo el ministerio de curación de Jesús, proporcionar curación a todos los niveles, físico, mental y espiritual.36
1 Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, no. 36; en Decrees of the Ecumenical Councils, ed., Norman P. Tanner, S.J. Norman P. Tanner, S.J. (Washington, D.C.: Georgetown University Press, 1990).
2 Papa Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate (2009), no. 48 (https://www.vatican.va/ content/benedict-xvi/en/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.html).
3 Papa Francisco, Carta Encíclica Laudato Si’ (2015), n.º 106 (https://www.vatican.va/content/francesco/en/ encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html).
4 Papa Francisco, Laudato Si’, n.º 106.
5 Mientras que en el pensamiento antiguo y medieval el dualismo se expresaba típicamente en términos de alma y cuerpo, en el pensamiento moderno suele expresarse en términos de mente y cuerpo.
6 Catecismo de la Iglesia Católica, no. 365 (https://www.vatican.va/archive/ENG0015/ P1B.HTM): «La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que hay que considerar el alma como la «forma» del cuerpo: es decir, es por su alma espiritual que el cuerpo hecho de materia se convierte en un cuerpo vivo y humano; espíritu y materia, en el hombre, no son dos naturalezas unidas, sino que su unión forma una sola naturaleza.»
7 Comisión Teológica Internacional, Comunión y Corresponsabilidad: Personas humanas creadas a imagen de Dios (2002), n.º 26 (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_ cfaith_doc_20040723_communion-stewardship_en.html).
8 Las personas afectadas por Trastornos del Desarrollo Sexual no se salen de las dos categorías de varón y mujer, pero muestran indicadores ambiguos o anormales de diferencia sexual, de modo que el sexo de sus cuerpos es difícil de determinar, aunque no imposible para las modernas técnicas médicas y genéticas.
9 San Juan Pablo II, Carta a las familias (1994), n. 6 (https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/en/ letters/1994/documents/hf_jp-ii_let_02021994_families.html). Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2333.
10 Catecismo de la Iglesia Católica, no. 369.
11 Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo (2004), n. 8 (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_ doc_20040731_collaboration_en.html); citas de Congregación para la Educación Católica, Orientación educativa en el amor humano: Esquemas para la educación sexual (1983), núm. 5 y no. 4, respectivamente.
12 Papa Francisco, Exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia (2016), núm. 56; citando la Relatio Finalis del Sínodo sobre la Familia (2015), n.º 8 (https://www.vatican.va/content/francesco/en/apost_exhortations/ documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.html).
13 Papa Francisco, Amoris Laetitia, no. 56; citando la Relatio Finalis, no. 58.
14 Papa Pío XII, «Discours aux participants au Congrès International d’Histopathologie du Système Nerveux», 14 de septiembre de 1952 (https://www.vatican.va/content/pius-xii/fr/speeches/1952/documents/hf_p-xii_spe_ 19520914_istopatologia.html). Véase también su «Discours à la VIIIe Assemblée de l’Association Médicale Mondiale», 30 de septiembre de 1954 (https://www.vatican.va/content/pius-xii/fr/speeches/1954/documents/hf_p-xii_spe_19540930_viii- assemblea-medica.html).
15 Papa Pío XII, «Discours», 14 de septiembre de 1952.
16 Papa Francisco, Laudato Si’, n.º 155. En el mismo párrafo, el Papa Francisco cita al Papa Benedicto XVI, quien afirmó: «También el hombre tiene una naturaleza que debe respetar y que no puede manipular a su antojo» (Discurso al Bundestag,
22 de septiembre de 2011 (https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/en/speeches/2011/september/documents/hf_ben- xvi_spe_20110922_reichstag-berlin.html).
17 A veces la tecnología no se utiliza para devolver el cuerpo a un estado anterior, sino para compensar alguna falta de desarrollo normal del organismo.
18 El uso de medios extraordinarios nunca es moralmente obligatorio. Cf. Papa Pío XII, «Discours du Pape Pie XII en réponse à trois questions de morale médicale sur la réanimation», 24 de noviembre de 1957 (https://www.vatican.va/ content/pius-xii/fr/speeches/1957/documents/hf_p-xii_spe_19571124_rianimazione. html); Congregación para la Doctrina de la Fe, «Comentario sobre las respuestas a ciertas preguntas de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos relativas a la nutrición e hidratación artificiales», 1 de agosto de 2007 (https://www.vatican.va/roman_ curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20070801_nota-commento_en.html).
19 Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Directrices éticas y religiosas para los servicios católicos de atención sanitaria, sexta edición (2018), núm. 32 (https://www.usccb.org/about/doctrine/ethical-and-religious-directives/upload/ ethical-religious-directives-catholic-health-service-sixth-edition-2016-06.pdf); cf. núm. 56. Véase también Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración sobre la eutanasia (1980), Pt. IV (https://www.vatican.va/roman_curia/ congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19800505_euthanasia_en.html).
20 USCCB, Directrices éticas y religiosas, no. 32: «…ninguna persona debe ser obligada a someterse a un procedimiento sanitario que la persona haya juzgado, con conciencia libre e informada, que no proporciona una esperanza razonable de beneficio sin imponer riesgos y cargas excesivas al paciente o gastos excesivos a la familia o a la comunidad».
21 Papa Pío XII, «Discorso ai partecipanti al X Congresso Nazionale della Società Italiana di chirurgia plastica,» 4 oct. 1958, III (https://www.vatican.va/content/pius-xii/it/speeches/1958/documents/hf_p-xii_spe_1958 1004_chirurgia-plastica.html).
22 Papa Pío XII, «Discorso», 4 de octubre de 1958, III.
23 Papa Pío XII, «Discorso», 4 de octubre de 1958, III.
24 El Papa Pío XII da algunos ejemplos de intenciones incorrectas, como aumentar el propio poder de seducción o proteger a un culpable de la justicia. También pone como ejemplo de intervención cosmética ilícita aquella «que causa daño a las funciones regulares de los órganos físicos» («Discorso», 4 de octubre de 1958, III).
25 Papa Pío XI, Carta Encíclica Casti Connubii (1930), nº 71 (https://www.vatican.va/content/pius-xi/en/ encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19301231_casti-connubii.html). Énfasis añadido.
26 Papa Pío XII, «Discours aux Participants au XXVIe Congrès Organisé par la Société Italienne d’Urologie», 8 de octubre de 1953, I (https://www.vatican.va/content/pius-xii/fr/speeches/1953/documents/hf_p-xii_spe_ 19531008_congresso-urologia.html). Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae II-II, q. 65, a. 1; I-II, q. 90, a. 2.
27 Papa Pío XII, «Discours», 8 de octubre de 1953, I.
28 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre algunas cuestiones de bioética (Dignitas Personae) (2008), n.º 26 (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_ 20081208_dignitas-personae_en.html). La Congregación añade las salvedades de que el paciente no debe ser «expuesto a riesgos para su salud o integridad física excesivos o desproporcionados en relación con la gravedad de la patología cuya curación se pretende» y que el paciente o su legítimo representante deben dar su consentimiento informado.
29 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre algunas cuestiones de bioética (Dignitas Personae), n. 27.
30 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre algunas cuestiones de bioética (Dignitas Personae), nº 27.
31 Algunos incluso prevén transferir lo que imaginan que es la esencia de la persona humana del cerebro a un ordenador, dejando así atrás por completo la existencia corporal.
32 El término «disforia de género» se introdujo en 2013 en la quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Arlington, VA: American Psychiatric Association, 2013), 452-53. El término «incongruencia de género» se introdujo en 2022 en la undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades publicada por la Organización Mundial de la Salud (https://icd.who.int/browse11/l-m/en#/http%3a%2f%2fid.who.int% 2ficd%2fentity%2f411470068).
33 En algunos procedimientos de esta categoría, la extirpación del órgano está directamente destinada a permitir su sustitución por una simulación del órgano correspondiente del sexo opuesto; en otros procedimientos, la extirpación del órgano está directamente destinada porque la ausencia del órgano es una característica del sexo opuesto; en otros, la reconfiguración del órgano está directamente destinada a hacer que el órgano se parezca lo más posible al órgano correspondiente del sexo opuesto.
34 Con respecto a quienes se identifican como transexuales o no binarios, hay una serie de cuestiones pastorales que deben abordarse, pero que no pueden tratarse en este documento.
35 Papa Francisco, Carta Encíclica Amoris Laetitia, n.º 285; cita de su Carta Encíclica Laudato Si’, n.º 155.
36 Véase USCCB, Ethical and Religious Directives for Catholic Health Care Services, Introducción general.
Comité de Doctrina de la USCCB
- Reverendísimo Daniel E. Flores Obispo de Brownsville, Presidente
- Reverendísimo Michael C. Barber, S.J. Obispo de Oakland
- Reverendísimo Richard G. Henning. Obispo Auxiliar de la Diócesis de Rockville Centre
- Reverendísimo Steven J. Lopes. Obispo del Ordinariato Personal de la Cátedra de San Pedro
- Reverendísimo James Massa. Obispo Auxiliar de Brooklyn
- Reverendísimo Robert J. McManus. Obispo de Worcester
- Reverendísimo Michael F. Olson. Obispo de Fort Worth
- Reverendísimo Kevin C. Rhoades. Obispo de Fort Wayne-South Bend
- Reverendísimo William E. Lori. Arzobispo de Baltimore, Obispo Consultor
Nota Doctrinal sobre los Límites Morales de la Manipulación Tecnológica del Cuerpo Humano es una declaración del Comité de Doctrina. Fue autorizada por el Comité Administrativo de la USCCB en su reunión de marzo de 2023. Ha sido dirigida para su publicación por el abajo firmante.
Rev. Michael J. K. Fuller Secretario General, USCCB