Siempre Alice (Reseña de cine)

Cine y bioética

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Una orientación previa: situarse ante la enfermedad del Alzheimer

“Siempre Alice” es una película muy bien hecha -como lo corroboran tantos premios recibidos- cuya protagonista es una mujer joven diagnosticada de un Alzheimer precoz. Son varias y muy sugestivas las buenas películas cuyo protagonista es el enfermo de esta dolencia.

Responden a una realidad social ya que el Alzheimer, de algún modo, se está disparando en la sociedad occidental; el aumento de la esperanza de vida, y también de la calidad de la misma, conlleva que la persona por muchos adelantos y mejoras posibles, llega un momento en que sigue su proceso natural de desarrollo y de vulnerabilidad.

El tema de los débiles, es medular para la ética médica y para la bioética. Por mucha fascinación que se encuentre en la sociedad avanzada, no es posible dejar de formarse e implicarse en cómo cuidar y proteger a cualquier persona con una minusvalía, y más, si como en el caso que se menciona, el proceso es un deterioro progresivo.

La descripción de la patología en la película refleja muy bien la evolución decreciente en la enferma de sus características y cualidades; la memoria, la atención y percepción, el razonamiento, los desconciertos… y también el lenguaje y el aislamiento. Todo ello implica a su vez muchos nuevos problemas e incertidumbres, cambios del estado de ánimo y siempre desorientación espacial, temporal y afectiva.

La película: algunos datos

“Siempre Alice” (título original “Still Alice”) es un drama cinematográfico coproducido por Estados Unidos, Reino Unido y Francia en 2014, basado en la novela homónima de la escritora y neurocirujana Lisa Genova, publicada en el 2007 y considerada un best-seller.

Dirigida por Wash Westmoreland y Richard Glatzer. La protagonista es Julianne Moore, en el papel de Alice, una lingüista de la Universidad de Columbia diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano. Alec Baldwin interpreta a su esposo John. Kristen Stewart, Kate Bosworth y Hunter Parrish interpretan a sus hijos Lydia, Anna y Tom, respectivamente.

Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto, el 8 de septiembre de 2014.

Premios recibidos

Todos corresponden a la protagonista. Entre otros, obtuvo: Oscar, Bafta, Globo de Oro, Premio del Sindicato de Actores, Premio de la Crítica cinematográfica.

Sinopsis del argumento

Alice es una brillante profesora universitaria, acaba de cumplir 50 años y parece que lo tiene todo: es profesora de Lingüística en la Universidad de Columbia, en Nueva York; su marido también se dedica a la enseñanza y la
investigación y ambos tienen tres hijos, ya adultos con la vida encauzada o en vías de estarlo.

No para ni un momento entre el trabajo y la familia, pero es lo que la hace feliz. Pero Alice empieza a tener fallos en la memoria y momentos de desorientación que se revelan como los primeros síntomas de un Alzheimer familiar, y por tanto hereditario. El caso de Alice es raro a su edad, y avanza con celeridad, lo que hace sufrir a sus seres queridos y a ella misma.

¿Qué puede aportar esta película desde la bioética?

Se destaca la alta intensidad emocional que la protagonista (los premios que ha recibido lo avalan) da a toda la película, tanto a las situaciones predecibles como las inesperadas; no pone acentos trágicos, no funciona por argumentos morales, ni se conforma con las soluciones que le salen al paso.

Se está ante una extraordinaria actriz, que encarna casi prodigiosamente la enfermedad, con tanta fuerza y tantos matices, que introduce al espectador en lo que piensa, en lo que ama, en lo que hace.

Destacaría como el mejor y más emocionante momento de su actuación cuando por voluntad propia quiere dar una charla-conferencia para enfermos con su mismo mal; todo comienza bien, pero al cabo de poco tiempo de comenzar se le caen los papeles del atril, Los recoge con naturalidad y explica que es una manifestación de lo que le ocurre y sigue hablando y a todos, los del cine y los del público se les encoge el corazón.

Como han comentado otros críticos, se está ante una familia urbanita en la que hoy y ahora se habla y se opina sin más importancia de temas que sí merecen más cuidado y atención: el sentido de la vida -aquí prescinden de Dios y de toda transcendencia-; salen situaciones de descarte y hasta el planteamiento de quitarse la vida si el deterioro es fuerte.

Todos estos temas son los que convendrá considerar el espectador. A su vez es una familia estupenda; el marido la quiere, los hijos, a su estilo, siguen sus caminos, pero el clima de prescindir de lo que haga falta para cuidar a la madre está presente con toda naturalidad.

El final de la película es precioso. El marido está muy enamorado y es comprensible y cariñoso con ella…Surge también aquí unos adecuados interrogantes para una posible sesión de cine forum:

¿Es posible una actitud generosa y desprendida sin un asidero sobrenatural?

¿Se resuelven situaciones complejas solamente tomando un aperitivo?

¿Hasta dónde y cómo aceptar?

¿No es mejor ignorar?

¿Qué hacer ante tantos desconciertos?

La familia que aquí se presenta es real, y los problemas que la acechan son de verdad, y la finalidad de la película no es más que exponerlos, pero el objetivo con el que se puede ver es superior y distinto. “Siempre Alice” refleja con naturalidad lo que va ocurriendo en la enferma y la incidencia de su situación en los que la rodean: familia, amistades, equipo sanitario…; lo que puede o debe despertar en el espectador como hay que actuar e implicarse en estas situaciones se plantean cada día.

El cine entra así en diálogo alentador propio de la bioética: cuidar a esa persona, protegiendo siempre su dignidad y haciendo todo lo posible por facilitarle una vida tranquila, amable; una vida que ella misma descubra que sigue sirviendo, aunque es de otro modo -hecho no discutible- como persona- y que note el cuidado, el respeto y, en realidad el cariño que merece y del que hay que añadir un “plus”.

¿Quizás el mensaje de la película sea vivir y aprovechar sin más el momento presente?

Quizás no. Claramente los directores abordan un tema donde hay un enfoque sobrio y discreto es el mejor seguro contra el sentimentalismo descuidado. Así es ejemplar cuando Alice tiene los primeros síntomas -descuidos materiales, olvido de palabras- como lucha por compaginar su vida de siempre con la enfermedad, su trabajo, familia y sus amigos.

Más adelante, como es culta y trabajadora, procura apoyarse en lo escrito en su teléfono para recordar asuntos varios. Muy duro, cuando se le aconseja veladamente que tiene la posibilidad de suicidarse. Con otros críticos es posible compartir que se paga con creces en los momentos finales de la película, conmovedora, la confrontación poética entre las generaciones que atrae lo mejor de Moore y revela una profundidad inesperada que da veracidad a la historia.

 

 

Publicada en Cine y bioética por Gloria Tomás | 02 de diciembre de 2024 | Película: Siempre Alice

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