Cuando se le cayó un tejado que las llamas devoraban, Donald Herbert tenía 34 años, Bill Clinton estaba en la Casa Blanca, las Torres Gemelas exhibían su perfil glorioso y Sadam Husein acaso pensaba en uno de sus palacios de Bagdad que no tenía nada que temer del porvenir. Herbert, bombero …
Cuando se le cayó un tejado que las llamas devoraban, Donald Herbert tenía 34 años, Bill Clinton estaba en la Casa Blanca, las Torres Gemelas exhibían su perfil glorioso y Sadam Husein acaso pensaba en uno de sus palacios de Bagdad que no tenía nada que temer del porvenir.
Herbert, bombero de Buffalo, al norte del Estado de Nueva York, se quedó en blanco en 1995: casi ciego, perdió la memoria y dejó de hablar. No reconocía ni a su esposa ni a sus cuatro hijos, amigos o allegados. Hasta el sábado pasado por la mañana, en que dejó de una pieza a la enfermera que le atendía en la residencia de Orchard Park, a las afueras de Buffalo, donde llevaba internado desde hacía siete años: «Quiero hablar con mi mujer», dijo. Un empleado de la residencia telefoneó a Linda, su esposa, pero quien se puso al aparato fue su hijo Nicholas, de 13 años: «No puede ser», saltó Herbert, «no es más que un bebé. No puede hablar». No es el primer caso en Estados Unidos: hace dos años, una persona que había sufrido gravísimas heridas en un accidente de automóvil recuperó el habla tras 19 años de silencio, y antes, como recordaba la agencia Ap, un policía que había quedado paralizado tras ser alcanzado por un disparo volvió a hablar tras ocho años de mutismo. Donald Herbert pensaba que había estado ausente del mundo durante tres meses y no daba crédito cuando, en una intensa puesta al día y recuperación del tiempo perdido con besos, abrazos y risas con su mujer, y sus cuatro hijos, le dijeron que casi diez años habían transcurrido desde que algo se apagó en su cerebro. Recuperación inexplicable Por lo general, aseguran los especialistas, quienes sufren este tipo de lesiones comienzan a recuperarse a lo largo de los dos primeros años de convalencencia, y casi siempre de forma gradual. ¿Cómo explicar entonces la súbita luz que encendió otra vez la memoria de Herbert? «La verdad es que no lo sabemos con certeza», admitió a Ap el responsable de neuropsicología en el departamento de rehabilitación médica de la Universidad de Emory, Anthony Stringer. Las causas pueden tal vez encontrarse en algún tipo de cambio en el cerebro que se ha ido produciendo a lo largo del tiempo. La memoria y el habla pueden haber sufrido un repentino impulso gracias a la medicación o alguna alteración en el tratamiento. Por lo insólito de estos casos, no se les han dedicado estudios suficientes para aventurar una explicación científica convincente. |
Publicado en ABC, 05-mayo-2005