La técnica original de la reprogramación ideada por Shinya Yamanaka y James Thomson, de las universidades de Kyoto y de Wisconsin, respectivamente, se servía de unos factores de transcripción para devolver a células adultas a un estado parecido al que tenían cuando eran células madre embrionarias; el problema de esa estrategia es que los factores, introducidos con ayuda de un vector viral, acababan integrándose en el genoma de la nueva célula, y alguna de esas proteínas parece favorecer el desarrollo de tumores.
La mejora propuesta por Matthias Stadtfeld y Konrad Hochendlinger permite lograr iPS sin adjudicarles un daño genético, lo que constituye un importante impulso para conseguir que la reprogramación sea una herramienta clínica.
Para comprobar la idoneidad de las iPS obtenidas con el nuevo método, los investigadores las han diferenciado en una serie de tipos celulares especializados (del músculo, sistema nervioso, corazón y pulmón), y han constatado que no presentan efectos secundarios indeseados.
Las células iPS obtenidas con la técnica tradicional ya empezaron a aplicarse en el laboratorio para atajar los síntomas del mal de Parkinson y de la anemia falciforme, y han cosechado éxito en ratones; los autores de la nueva técnica de reprogramación sugieren que ahora las células iPS logradas pueden empezar a utilizarse en estas enfermedades pero en estudios clínicos con humanos, aunque indican que aún habrá que determinar si estas células ofrecen tanto potencial clínico como las propias células madre embrionarias.
(Science DOI: 10.1126/ science.1162494).
Publicado en DiarioMédico 26/09/2008