Para comenzar a hablar de esta ‘difícil’ palabra, primero, se deben realizar varias preguntas a nosotros mismos, ya que es difícil para cualquier persona pensar en la aceptación de la muerte intencionada de un ser humano, cuya palabra correcta sería: asesinato.
Se debe de reconocer que hoy, todos están metidos en una “guerra cultural” que es un campo dual: tanto psicológico como social. Estos son campos mentales en los que muchos desean llegar a una determinada ‘solución.’ ¿Cuál es el distintivo esencial de dicha “guerra”?
En primer lugar, se ha llegado al punto en que se debe estar en desacuerdo unos con otros respecto a la propia ‘identidad’. Así, para llegar a una deseada paz social, no solamente se puede reflexionar sobre lo que constituye la identidad, sino que se tiene que ofrecer una alternativa.
¿Se sabe qué es lo que debe y deberá ser la identidad?
¿Se sabe de dónde y cómo se llega a este mundo y lo que significa la VIDA?
¿Se tiene ‘derecho’ a quitar la vida a cualquiera…porque se tiene el ‘derecho’ hacerlo?
¿Realmente se conoce lo que es la relación entre la vida y la mortalidad en general, o solamente lo único que preocupa es la vida propia, y no la de los demás?
¿En qué punto se está, que se difuminaron como el humo los valores éticos?
¿Las personas, que leen estas líneas son los únicos que tienen derecho a la vida, sin importar nadie más?
El deber es de aventurarse primeramente en creer en la verdad, pero, la mayor parte de las veces la verdad es manipulada políticamente para causar la muerte, pues después de todo, se coloca la culpa a esa guerra cultural en la que se vive actualmente para destruir y no para ayudar, no para mejorar como personas y como sociedad, ni como familias y tampoco para el bien del país.
¿En quiénes desquitarse? En los seres vivientes que no pueden defenderse, pero que desean una oportunidad para vivir.
La organización GIRE, que declara que su objetivo principal es “difundir información científica y laica sobre el aborto en México y posicionarlo como un tema de interés público, de salud pública y de justicia social” ha difundido lo siguiente:
“El acceso al aborto legal y seguro es parte esencial de los servicios de salud reproductiva a los que tienen derecho las mujeres. El acceso al aborto legal y seguro se fundamenta en los derechos a la vida; la salud, incluida la salud reproductiva; la integridad física; la vida privada; la no discriminación y la autonomía reproductiva de las mujeres. Estos derechos se encuentran reconocidos tanto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como en los tratados internacionales en materia de derechos humanos (GIRE, 2021).” (Fuente: Sría. Gobernación, CONAPO).
Ojalá alguien explicara este párrafo, cómo el “acceso al aborto”= muerte por asesinato de un ser humano en gestación, “se fundamenta en los derechos a la ‘vida…..” y después se menciona a la “salud reproductiva” que todos conocen es sinónimo de aborto o muerte intencional de un ser humano, en el lenguaje internacional.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (2005): “…Es la vida el patrimonio más valioso que tiene la humanidad.”
Nuevos derechos
La terminología confusa y sin clarificar usada en momentos actuales, está creando ´nuevos derechos’ humanos. La manipulación terminológica pretende extender la cultura de la muerte y el homicidio legal de los futuros ciudadanos en frases como “libertad de elección,” “derecho a decidir sobre el propio cuerpo,” “salud y derechos reproductivos,” “maternidad libre y voluntaria,” etcétera.
El reconocimiento de la “Interrupción Legal del Embarazo (ILE)” en México ha sido el logro perseguido durante décadas por colectivos feministas y partidos políticos.
El Gobierno de México informa que, de 2007 a la fecha, nueve entidades de México (Ciudad de México, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Baja California, Colima, Sinaloa, Guerrero y Baja California Sur) han reconocido la interrupción legal del embarazo entre 12 y 13 semanas de gestación. Además, es preciso mencionar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó la sanción penal que en el estado de Coahuila se imponía a las mujeres que abortaban de manera voluntaria.
Con esto se reconoce el derecho de las mujeres a decidir libremente sobre su cuerpo y sexualidad y el derecho de la libertad reproductiva, sin importar los motivos que las lleven a tomar esta decisión, siempre y cuando no exista coacción.
Declaración del médico Jerome Lejeune, profesor de genética y científico que descubrió el cromosoma del “Síndrome Down”: “Aceptar el hecho de que, de la fertilización se origina un nuevo ser humano, no es cuestión de gusto u opinión.” Y tampoco de derechos ni de políticas.
¿Es posible dudar aún cuándo comienza la vida humana?
¿Tiene derecho cualquier mujer de matar a otro ser humano, su hijo, en cualquier etapa que se encuentre en su desarrollo, por el solo hecho de estorbarle para seguir adelante con su propio proyecto de vida?
¿Es esto un derecho a su “propio cuerpo” o ya hay un ser humano allí en gestación?
¿Es posible que la alternativa de la ‘adopción’ por matrimonios dispuestos a la crianza de un menor carezca de importancia?
¿Qué ha hecho el gobierno para quizá construir una red de –centros de ayuda a la mujer embarazada—ofreciéndoles alternativas de vida para ellas y sus bebés de todas las formas posibles, no sólo económica, sino de trabajo, apoyo psicológico y/o moral, consultoría, etc.?
El relativismo moral, no tolera ninguna opinión más que la propia, se cree que lo que cada uno opine sobre lo que está bien o sobre lo que está mal es lo ‘correcto,’ y se desea que todas las opiniones se hagan cumplir por la ley. Las encuestas de mayoriteo entre la gente que se inclina a una u otra tendencia no necesariamente demuestran la evidencia verdadera de los hechos. Algunos se basan en un razonamiento neo-marxista:
“Lo que dé poder a la clase oprimida es bueno,” o “las mujeres son un sector oprimido y discriminado, y por tanto, tienen derecho al aborto.”
Otro ejemplo: Las personas con atracción al mismo sexo son otro sector oprimido, por tanto, tienen derecho a redefinir el concepto de matrimonio. Sin embargo, cuando alguien se atreve a decir que los bebés en gestación programados para ser abortados son claramente el sector más oprimido, este argumento se hace a un lado.
En estudios elaborados existe la convicción de que cualquier violencia que se ejerce al bebé en gestación en el seno de su madre y/o en el momento de nacer, es una forma condicional que actúa de molde para las relaciones posteriores y puede afectar la salud física y mental de la persona por varias décadas. Además, en cuanto a las fuentes sensoriales del feto, es relevante subrayar que estudios científicos médicos han demostrado que el feto experimenta dolor.
Un estudio del British Medical Journal mostró que, en los estados de México con leyes más permisivas para el aborto, se presentaron las tasas de mortalidad materna consistentemente más altas. Asimismo, las tasas de mortalidad materna más bajas se produjeron en estados con leyes menos permisivas al aborto. Tales hallazgos desacreditan el repetido discurso a favor del aborto que había copado el debate político hasta ahora y que justificaba la despenalización de esta práctica en la disminución de la mortalidad materna. En este estudio internacional participó el Dr. Fernando Pliego del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Por tanto, las intervenciones de salud pública basadas en evidencia para mejorar la salud materna no tienen que ver con una ley abortista, sino con varias soluciones propuestas en estudios científicos sobre la mejora de calidad de vida de la mujer y atención profesional del parto, unidades obstétricas de emergencia, centros de diagnóstico especializados, consultorías, etc.
Es necesario decir, sin extenderse en este artículo informativo que, Las agencias de la Organización de las Naciones Unidas y burócratas han formado parte de la industria global del aborto durante más de dos décadas.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que es el acuerdo ONU más importante que involucra política social durante más de dos décadas, continúa poniendo el aborto directamente en la política de la ONU bajo el disfraz de “salud sexual y reproductiva y de derechos reproductivos.” Esto no es nuevo. Pero los nuevos objetivos presentan nuevos retos a la causa provida. De esta manera no es de extrañar, que en momentos en que las personas están más interesadas en otros temas como la muy publicada reforma judicial actual o las elecciones en EEUU, se haya aprobado el “reconocimiento de la interrupción legal del embarazo (aborto) en México”
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible estarán presentes en la ONU durante los próximos 15 años. Estos siguen al modelo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ONU, conocidos por intensificar la ayuda internacional y ejercer una influencia sin precedentes en las políticas nacionales. Anticiparon con movilizar varios trillones de dólares, que es exponencialmente más dinero que cualquier esquema previo de desarrollo ONU. Pero no se puede ser ingenuos, todo este dinero no vendrá sin ligas y exigencias adjuntas.
El dinero ha sido y continúa siendo el principal punto de inflexión en la batalla internacional provida.
Los indicadores propuestos para medir el progreso en la nueva agenda del sistema ONU ya incluyen el acceso a los servicios de aborto y la posibilidad de que los adolescentes tengan acceso al aborto sin el consentimiento parental.
A pesar de las declaraciones de la organización Gire descritas al principio: Los nuevos objetivos no cambian el compromiso de la conferencia de El Cairo 1994 sobre Población y Desarrollo, esencialmente, que el aborto no es un derecho internacional, y es un tema sujeto a ser tratado exclusivamente en las leyes nacionales – un consenso que refleja cómo ningún tratado ONU incluye un derecho al aborto ni expresamente ni por implicación.
Podría ampliar este tema, sin embargo, puedo afirmar finalmente que:
La vida esconde en su origen y en su actualidad el misterio de su ‘por qué.’ Para hacer valer los verdaderos derechos humanos de las personas, ninguna instancia puede violar -legalmente- el principal derecho de las personas, que es el derecho a la VIDA.