El artículo examina el estado antropológico del estado con muerte cerebral del paciente. Aunque la mayoría de los expertos creen que estas personas están realmente muertas, algunos autores sugieren que las funciones orgánicas presentes en estos pacientes – como el latido del corazón, la respiración, la cicatrización de heridas y la continuación del embarazo para determinar-desmienten su muerte.
Sobre la base de la antropología aristotélica, el artículo sostiene que los eventos fisiológicos persistentes pueden asimilarse a la vida, pero a la vida vegetal, total e irreversible al margen de las facultades sensoriales e intelectuales. El artículo considera que esta situación corresponde a un estado no viable del paciente porque implica la pérdida total e irreversible de la unidad humana.
De hecho, dado el estado actual de la tecnología, es posible afirmar que la muerte determinada a través de criterios neurológicos es incompatible con la unión del alma y el cuerpo. De esta manera, los fenómenos vitales manifestados por estos cadáveres no permiten hablar propiamente en la vida. Se trata de un simple dinamismo vital residual, mantenido artificialmente.