Congelar el desarrollo de Ashley es “tremendo”. “Es tratarla como si fuera un bonsai”. “Los padres no tienen autoridad moral para hacerlo”. El rechazo entre los bioéticos españoles a la decisión de los padres y los médicos de Ashley, una niña de nueve años de Seattle (Estados Unidos) de congelar … Congelar el desarrollo de Ashley es “tremendo”. “Es tratarla como si fuera un bonsai”. “Los padres no tienen autoridad moral para hacerlo”. El rechazo entre los bioéticos españoles a la decisión de los padres y los médicos de Ashley, una niña de nueve años de Seattle (Estados Unidos) de congelar su desarrollo sólo ha recibido críticas en España.
La pequeña sufre una enfermedad incurable llamada encefalopatía estática. Esta dolencia hace que no pueda moverse ni hablar, y que su desarrollo mental se mantenga como el de un bebé de tres meses. Pero esta discapacidad no es motivo para “mutilarla”, afirma la bioética Carmen Sánchez Carazo. “Lo que le han hecho es tremendo; es tratarla peor que a un animal”, afirma el presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (Sibi), Marcelo Palacios. La niña “tiene una dignidad como persona” que podría verse dañada por una determinación de la que no obtendrá “beneficios biológicos claros”, dijo el presidente de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica (Aebi), Manuel de Santiago a Europa Press.
La noticia de que los médicos habían propuesto a los padres de Ashley someterla a lo que ellos califican como terapia de “atenuación del crecimiento” se conoció el jueves, aunque el tratamiento había comenzado hace dos años, según relatan los padres de la niña en su web (http://ashleytreatment.spaces.live.com).
Extirpación de ovarios
Desde entonces, a la niña se le han extirpado los ovarios y las glándulas mamarias, y se la somete a un régimen de hormonas que impiden su crecimiento. El objetivo, según los padres, es evitarle molestias de mayor, como los “dolores de la menstruación” o las “incomodidades” de estar toda la vida prostrada “con unos pechos desarrollados”.
Pero estos argumentos no convencen a los expertos españoles. “Mientras más lo pienso, más me horroriza”, afirmó Sánchez Carazo. “Es una total despersonalización” de la niña, añadió. “Siempre te has de poner en el caso de los otros; en éste, entre la afectada y sus padres, hay que optar por los padres”, añadió Palacios, quien coincidió con Sánchez Carazo en que el tema le “espeluzna”.
Algunos expertos opinan que detrás de la decisión de los padres puede haber otros motivos, aunque éstos no lo mencionen: por un lado, la simple comodidad de los padres, que reconocen que les será más fácil mover a una niña de 1,30 metros y 40 kilogramos que si llega a medir 1,60 metros y a pesar 55 kilogramos.
Por último, hay otro factor que no descartan que haya influido: el miedo a que en un futuro la niña se desarrolle y sea víctima de abusos sexuales. De Santiago recordó que en la ley española está previsto en este caso que se pueda esterilizar a la niña, siempre con el consentimiento de sus padres y un juez.
Publicado en El País, EMILIO DE BENITO – Madrid – 06/01/2007