Cada persona es distinta, pero no debido a su raza. El 95% de la variabilidad genética actual existí­a ya cuando nació la especie, antes de que hubiera etnias diferenciadas (J.Sampedro)

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Pocas ideologí­as habrán causado más odio, muerte y sufrimiento que el racismo, la creencia de que la especie humana está dividida en grupos cuyo origen, color y fisonomí­a indican unas cualidades intelectuales, morales y emocionales innatamente inferiores a las del grupo (por lo general de piel clara) que formula la …

Pocas ideologí­as habrán causado más odio, muerte y sufrimiento que el racismo, la creencia de que la especie humana está dividida en grupos cuyo origen, color y fisonomí­a indican unas cualidades intelectuales, morales y emocionales innatamente inferiores a las del grupo (por lo general de piel clara) que formula la teorí­a. El racismo es seguramente tan antiguo como la humanidad (unos 50.000 años), y es probable que siga existiendo mientras perviva nuestra especie. Pero, por desgracia para sus exégetas, nunca más podrá fundamentarse en la genética.

Siete cientí­ficos de Estados Unidos, Rusia y Francia publican hoy en Science el análisis más amplio realizado hasta ahora de la diversidad genética humana. Han examinado a 1.056 personas de 52 poblaciones de todo el mundo. En cada persona han analizado 377 marcadores en el ADN (llamados microsatélites) que evolucionan especialmente rápido, y por tanto detectan muy bien cualquier mí­nima variación hereditaria ocurrida desde que la humanidad actual surgió en ífrica y empezó a colonizar el mundo, hace unos 50.000 años. Han utilizado una herramienta estadí­stica optimizada para dividir la muestra en clases genéticas aun cuando no las haya. Y el resultado es el siguiente.

No hay dos personas genéticamente iguales, salvo los gemelos univitelinos. Pero, de las variaciones en el ADN que se detectan entre dos personas cualesquiera (por ejemplo, un blanco y un pigmeo africano), sólo el 5% son debidas al hecho de que esas dos personas pertenezcan a dos razas o dos poblaciones distintas. El 95% restante no se debe a su raza, sino al mero hecho de que son dos personas distintas. Es decir, el mismo 95% de diferencia se obtiene comparando a un blanco con otro, o a un pigmeo con otro. Cada persona es distinta, pero no debido a su raza.

Entre el 5% de marcadores genéticos que distinguen a unas poblaciones de otras se encuentran, por supuesto, los genes responsables del color de la piel y otros rasgos fisionómicos que los humanos distinguimos muy bien a simple vista. Estos rasgos evolucionan muy rápidamente, y constituyen generalmente adaptaciones darwinianas al clima: la piel oscura es un protector solar, los cuerpos compactos conservan mejor el calor a temperaturas bajas, etcétera. Pero las cualidades intelectuales, morales y emocionales que tanto preocupan a los racistas no tienen nada que ver con el clima ni con la adaptación darwiniana. La inteligencia y la agresividad, por ejemplo, tienen componentes genéticas, pero éstas no se deben a la raza, sino a las diferencias entre individuos de cualquier raza.

Entonces, ¿de dónde proviene el 95% de la variación genética humana? Dos de los autores del estudio respondieron ayer a la pregunta de este diario. “Todos los seres humanos descienden de un pequeño grupo de gente que vivió en ífrica hace unos 50.000 años”, explica el autor principal, Noah Rosenberg, de la Universidad de California en Los íngeles. “Este grupo ancestral era genéticamente diverso, y por tanto las poblaciones modernas son también genéticamente diversas. Muchos de los alelos [variantes genéticas] del grupo ancestral africano se pueden encontrar ahora por todo el mundo”.

Jonathan Pritchard, de la Universidad de Chicago, añade: “La mayorí­a de la variación genética actual estaba ya presente en los primeros seres humanos, que vivieron en ífrica hace unos 50.000 o 100.000 años. Las mezclas posteriores entre unos grupos y otros tuvieron un papel también en la diseminación de las diferencias por todo el mundo, pero es difí­cil cuantificar este factor”.

Pese a todo lo anterior, el análisis de los autores es tan preciso que permite -gracias al 5% de la variación restante- dibujar un mapa de las trayectorias que siguieron nuestros ancestros africanos durante su colonización del mundo (véase gráfico).

Los autores han analizado a una veintena de ciudadanos vascos, y los datos revelan que son europeos tí­picos: el 99,3% de sus marcadores son indistinguibles del resto de las poblaciones europeas. Sin embargo, muestran unas frecuencias de marcadores algo peculiares. Mary-Claire King, del departamento de Ciencias Genómicas de la Universidad de Washington en Seattle, que publica hoy en Science un comentario sobre el trabajo, explica a este diario: “Los datos favorecen la explicación de que los vascos son europeos tí­picos, aunque han permanecido relativamente aislados en la historia”. Pritchard señala: “Mi interpretación es que los vascos son muy similares a los demás europeos, pero que han estado relativamente aislados históricamente”. Y Rosenberg añade: “Los vascos están más relacionados con las demás poblaciones de Europa que con los grupos de otras partes del mundo”.

Habrá quien siga queriendo hacer polí­tica financiando a los departamentos de antropologí­a, pero lo más probable es que con ello esté tirando su dinero.

Publicado en El Paí­s, 02-12-20

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