Cambio de mentalidad sobre el aborto

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Consideramos necesario transmitir al resto de la clase médica, así como a la sociedad en general, la inquietud que nos embarga ante las dimensiones que ha adquirido en España la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo o aborto procurado. Según datos oficiales, desde 1985 hasta ahora hemos sobrepasado los …

Consideramos necesario transmitir al resto de la clase médica, así como a la sociedad en general, la inquietud que nos embarga ante las dimensiones que ha adquirido en España la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo o aborto procurado. Según datos oficiales, desde 1985 hasta ahora hemos sobrepasado los 900.000 abortos quirúrgicos. (84.895 sólo en el último año computado por el Ministerio de Sanidad, el 2004). Ante esta situación queremos hacer públicas las siguientes consideraciones:

1. Las razones que nos mueven a hablar son de estricto sentido profesional y humano. Y, desde luego, planteamos esta reflexión completamente al margen del personal credo religioso o ideario político.

2. Como es sabido, en 1985 la práctica del aborto se despenalizó en nuestro país en los supuestos de malformaciones del feto, grave peligro para la salud de la madre, o en la eventualidad de un embarazo producido por violación. Sin entrar a valorar ahora esta legislación, que continúa vigente, de hecho se ha llegado a una situación de aborto libre. El 98% de las IVE (Interrupción voluntaria del embarazo) se acogen al supuesto de grave peligro para la salud psíquica de la madre. El abuso llega al extremo de que, en la mayor parte de los casos, son los propios establecimientos donde se practica el aborto los que expiden la certificación correspondiente. No existe ninguna
supervisión de la legalidad de estas prácticas por parte de la autoridad judicial.

3. Recientes estudios epidemiológicos de lo que se ha denominado síndrome post-aborto ponen de manifiesto la correspondencia real entre la práctica del aborto y el incremento de probabilidades de contraer cáncer de mama, además de otras secuelas físicas y psíquicas bien conocidas por los colegas de otras especialidades, si bien no
suficientemente divulgadas en la opinión pública.

4. Algunos parecen querer poner trabas al ejercicio de la objeción de conciencia del personal sanitario. Deseamos insistir en que nosotros aquí no hablamos más que a título de médicos. Y, en calidad de tales, ya no podemos ocultar más nuestro juicio frente a esta situación. No es coherente con nuestro compromiso y esfuerzo por mejorar la salud de los niños la actitud de mirar hacia otro lado cuando se sacrifican sus vidas, a millares, en el seno materno. Aunque se les llame “fetos”, nosotros sabemos que es un niño o una niña, un ser humano: pequeñito, pero humano. Y la profesión médica existe para defender la vida humana, no para destruirla. Nos preocupa la identidad de nuestra profesión. La masiva destrucción de vidas humanas fetales es una conducta que no se puede considerar digna ni saludable. Cualquiera que haya visto un feto humano masacrado por el aborto puede hacerse una idea cabal de a qué nos referimos.

5. Se está creando un “estado de insensibilidad hacia la infancia” que está dando lugar a situaciones trágicas para ello como, la pederastia, violaciones, malos tratos, riesgo social, eutanasia, etc.

6. Llama igualmente la atención la desasistencia a las mujeres con embarazo problemático por parte de las autoridades públicas. A menudo es el desamparo social y administrativo el que les lleva a la práctica del aborto. No es comprensible la inexistencia de centros oficiales de acogida para orientar y ayudar a estas personas a llevar a término su embarazo. No es comprensible que la única “solución” que se les ofrezca es el aborto. No es comprensible que el embarazo se vea socialmente como una enfermedad, y la maternidad como un estigma.

Convocamos a la clase médica, al conjunto de la ciudadanía y a los poderes públicos a una reflexión seria acerca del grave problema del aborto procurado en nuestro país. Nos gustaría que esta reflexión, responsable y sin prejuicios, consolidara un cambio de mentalidad que nosotros, como médicos, entendemos necesario para la sociedad a la que
servimos. El cuidado y la protección de los miembros más vulnerables de la sociedad es nuestro compromiso profesional, y sólo desde ahí proponemos esta reflexión, en la esperanza de que se tomen medidas para que sea democráticamente protegida toda vida humana, en especial la de los más débiles e indefensos, los niños aún no nacidos.

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