Francesco D”™Agostino, Bioética. Estudios de filosofía del Derecho, Ediciones Internacionales Universitarias. Madrid (2003). 264 págs. 19 ‚¬. T.o.: Bioetica. Traducción: Guylaine Pelletier y María Jimena Licitra. F rancesco D”™Agostino, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata (Roma), es uno de los renovadores de la doctrina del derecho natural. Es …
Francesco D”™Agostino, Bioética. Estudios de filosofía del Derecho, Ediciones Internacionales Universitarias. Madrid (2003). 264 págs. 19 ‚¬. T.o.: Bioetica. Traducción: Guylaine Pelletier y María Jimena Licitra.
F rancesco D”™Agostino, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata (Roma), es uno de los renovadores de la doctrina del derecho natural.
Es de los autores que, partiendo de la filosofía de Aristóteles y Tomás de Aquino y en diálogo con la hermenéutica contemporánea, descartan que existan dos órdenes normativos distintos y, en ocasiones, contrapuestos ““el derecho natural y el derecho positivo”“, y proponen un concepto del derecho como un orden único cuyo conocimiento sólo se alcanza por medio de la atenta interpretación de las relaciones coexistenciales entre los seres humanos.
Junto al trabajo académico de D”™Agostino, también debe destacarse su participación en la vida pública italiana a través del Comité Nacional de Bioética, que preside desde 2002, como ya lo hiciera entre 1995 y 1998. El libro, que recoge artículos suyos aparecidos a lo largo de más de quince años, pone de manifiesto esa doble condición de sus reflexiones bioéticas: en unos casos tienen carácter más académico, en otros son intervenciones presentadas en términos de divulgación o de controversia.
La primera parte de la obra (Problemas de método) se ocupa básicamente de las relaciones entre el derecho, la bioética y la medicina. Partiendo de la esencial condición relacional del ser humano, D”™Agostino entiende el derecho como la salvaguarda de la coexistencialidad del ser humano, y la medicina como la alianza terapéutica entre el médico y el paciente. Precisamente porque la medicina es alianza más que contrato, tal como la entendía Hipócrates, los males que afligen a la medicina actual no se superan dejando de lado el juramento hipocrático sino profundizando en él. En cuanto a las relaciones entre derecho y ética, sostiene que ambos están llamados a “salvar el carácter relacional del ser humano: éste es el sentido que los une. Pero lo salvan de diferente manera”¦ Mientras la ética salva las diferencias, el derecho potencia las semejanzas” (p. 68).
La segunda parte trata de cuestiones bioéticas fundamentales: la bioética del cuerpo humano, la sexualidad, la fecundación asistida, la infancia, la biotecnología, la eutanasia, los derechos de los animales, etc. En todas ellas comparece el intelectual familiarizado por igual con el pensamiento clásico y el contemporáneo, y en su discurso se van alternando las consideraciones de carácter teórico con las propuestas legislativas o de políticas públicas.
Bajo el rótulo de la última parte, bioética mínima, se agrupan un conjunto de capítulos breves en el que se tratan cuestiones de actualidad con un tono más periodístico pero no menos sugerente.
El libro proporciona unos materiales muy valiosos para la reflexión. Quizá su principal novedad resida en la perspectiva jurídica desde la que se aproxima a la bioética.
Una perspectiva que no siempre es tenida en cuenta por los otros artífices de la bioética ““médicos y filósofos principalmente”“ pero que, como pone D”™Agostino de relieve, es fundamental para acertar en las respuestas a los retos actuales de la biomedicina. Vicente Bellver Capella.
(Publicado en Aceprensa, 35/04)
En el mes de junio de 1996, los profesores e investigadores Carlo Flamigni, Armando Massarenti, Mauricio Mori y Angelo Petroni publicaron, en el diario italiano Il Sole 24 Ore, un Manifiesto de Bioética laica, paradigma de los textos de esta naturaleza. De entre sus equilibrados argumentos se colige uno que genera un inquietante desasosiego: ha sido necesario llegar a un pensamiento laico, que representa la madurez social, para rechazar todo fundamento de divinización de la naturaleza y, por tanto, de desacralización o desvelamiento del fundamento de lo real, con lo cual se ha dado vía libre para que campe a sus anchas el conocimiento y la investigación científica, como únicas formas viables de progreso. Este pensamiento laico es, a decir de los autores del Manifiesto, el único capaz de preservar el principio de equidad en todos los órdenes sociales. El acabamiento de la denominada ética religiosa, fundada en principios religiosos, supone, según el decir de los epígonos de los textos de adjetivación laica, un riesgo para la convivencia y el entendimiento entre los ciudadanos.La diferencia, según confiesa el profesor D´Agostino en varios de los capítulos de este libro dedicados a desentrañar las falacias de la bioética laica, no está entre quienes se mueven al dictado de los dogmas de fe o por los simples ““aparentemente”“ principios racionales. La diferencia radica entre quienes consideran que puede existir, y existe, una ética sin verdad y quienes consideran, sin embargo ““y no sólo por el hecho de ser y confesarse cristianos”“, que, sin arraigo en la verdad, la ética «se vuelve una palabra vacía». ¿Qué significa que la ética esté arraigada en la verdad? Nada más y nada menos que considerar que lo que es el deber ético no depende de la voluntad individual, arbitraria, y menos aún de los intereses, o de las estrategias de poder, o de los imperativos de la conciencia colectiva y colectivizada, sino de la verdad de lo que nos rodea, de lo que el ser humano es. La necesidad de relacionarnos con los demás hombres ““señala el profesor D´Agostino”“ deviene de nuestra verdad como seres humanos y no de los cálculos estratégicos o de mi voluntad más conspicua. El autor considera llegado el momento de desarrollar una epistemología bioética ante la desenfrenada pendiente de la generación de, según el decir de H.T. Engelhardt, extraños morales, radiografía de la situación espiritual de muchos de los habitantes de este mundo que nos rodea. Una epistemología que está implícita en los capítulos dedicados tanto a las cuestiones bioéticas fundamentales como a lo que el autor ha denominado bioética mínina, que lo es de máximos. Este texto nos ofrece, quizá, lo más granado de este autor, uno de los filósofos del Derecho vivos con un pensamiento más claro y clarificador ante las nuevas realidades de ciencia y de conciencia que se están generando en torno al origen y al final de la vida. Es éste un libro muy recomendable para aquéllos dedicados al mundo de la salud, de la vida y de su defensa.
José Francisco Serrano, en Alfa y Omega
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¿De casualidad tienen conocimiento si el libro Bia: violenza e giustizia nella filosofía e nella letteratura della Grecia Antica se encuentra traducido al español?
Es muy bueno