1.- El cuidado: vocación primigenia de los humanos
Recientes descubrimientos de fósiles humanos en la Sima de los Huesos (Atapuerca) nos han mostrado la existencia de una niña, bautizada por los paleontólogos como Benjamina, nacida con grandes deformidades craneales y neurológicas. Incapacitada de nacimiento con parálisis cerebral, se estima que, por el tamaño y longitud de los huesos encontrados, pudo vivir entre diez y doce años conviviendo con su familia hace aproximadamente 530.000 años.
Declara uno de los paleontólogos descubridores –Ignacio Martinez– que, por primera vez en sus cuarenta años excavando en Atapuerca, había dado con “el fósil del amor o la fosilización del amor”. Argumenta que solo el amor de sus padres y hermanos pudo salvar a Benjamina, sin abandonarla por ser discapacitada sino cuidada por los suyos, por el grupo al que pertenecía. Años antes el conocido paleontólogo francés Yves Coppens también mencionaba en su obra los enterramientos humanos descubiertos de lisiados, anormales, deformes, enfermos.
La familia humana versus la selección natural
Solo una humanidad cuidadora de sus miembros más frágiles manifiesta la capacidad racional del amor humano para saltarse la selección natural que opera en la naturaleza. La mayoría de animales rechazan instintivamente a sus crías deficientes por no ser aptas reproductivas y no poder transmitir sus genes a las siguientes generaciones. Son individuos desintegrados del resto de miembros de la manada o grupo que acaban muriendo a la intemperie. En cambio, las familias humanas cuidan por igual a todos los hijos que tengan, ayudando a sobrevivir a todos sin distinción.
Publicada en Red de investigaciones filosóficas por Emilio García Sánchez | La Humanidad Cuidadora