El estudio sobre los españoles y “la soledad”, promovido por las fundaciones ONCE y AXA es una aproximación de sociología científica a un fenómeno con factores psicológicos difícilmente cuantificables .
Datos
La soledad es un hecho objetivo perfectamente cuantificable pero en la sensación de soledad entran factores subjetivos permanentes o esporádicos que hacen difícil reducirla a parámetros que la hagan manejable mediante estadísticas significativas.
Analizar con rigor estadístico este fenómeno multifacético es lo que pretende el estudio “La Soledad en España”, promovido por las Fundaciones ONCE y AXA y dirigido por Juan Díez Nicolás y María Morenos Páez. Su análisis tiene un gran interés para la sociología de la familia ya que ese fenómeno de la soledad se da siempre relacionado con ella o con su ausencia.
Según el resumen facilitado por ambas fundaciones “se trata de un estudio innovador en cuanto a que investiga de forma empírica la soledad subjetiva en la población española” y “…es un sentimiento subjetivo del individuo de falta de integración social, muy relacionada con la exclusión social”.
Resultados
Para los que deseen profundizar en el planteamiento y resultados de este estudio publicamos el resumen citado pero para los que prefieran ir directamente a los resultados, intentamos hacer una síntesis de los mismos.
- Un 19,5% de los españoles viven solos y un 80,1% acompañado, mientras que las respectivas proporciones entre las personas con alguna discapacidad son 18,4% y 79,7%.Y de los que viven solos, un 59,5% dice que lo hace porque quiere, voluntariamente, y esa proporción es del 57,6% en la muestra de personas con alguna discapacidad. En este sentido, se podría decir que sólo un 7,9% de la muestra global de los españoles mayores de 18 años se puede considerar como realmente aislado, en cuanto a que vive solo por obligación, y no por voluntad propia. Este porcentaje es casi idéntico entre las personas con discapacidad (7,8%).
- Al analizar la distribución de los entrevistados según vivan solos o vivan acompañados se observa que los que viven acompañados residen principalmente con su cónyuge y/o hijos (76,9% de los que viven acompañados). Y observamos que de los que viven solos, sólo un 59,4% lo hace por su propia voluntad, mientras que el 40,6% restante lo hace de forma obligada. Entre las personas con alguna discapacidad, la distribución de los que viven solos (voluntarios u obligados) es similar a la muestra general. Pero entre las personas con discapacidad que viven acompañadas se observa que sólo un 58% vive acompañada de su cónyuge y/o hijos, mientras que el otro 42% vive acompañada de otras personas.
La hipótesis principal de esta investigación era que el aislamiento social y la soledad son dos conceptos distintos y que, aun estando relacionados, no son lo mismo; se puede estar socialmente aislado y no sufrir soledad, y se puede estar socialmente muy acompañado y sufrir soledad.
Con los datos de la muestra de la población española se comprueba (y así se demuestra) que un 27,5% de los españoles que viven solos afirma no sentir ninguna soledad en absoluto, mientras que un 52,6% de los españoles que viven acompañados afirma haber sentido la soledad en algún momento. Y si se utiliza el Índice de Convivencia se comprueba que un 17,7% de los “solos obligados” y un 35% de los “solos voluntarios” no ha sentido la soledad en ningún momento, mientras que un 61,9% de los “acompañados otros” y un 49,9% de los “acompa- ñados nucleares” ha sentido la soledad en alguna ocasión.
En la muestra de personas con alguna discapacidad, un 9,2% de los que viven solos no ha sentido ninguna soledad y un 87,6% de los que viven acompañados ha sentido soledad alguna vez. Y utilizando el Índice de Convivencia se observa que un 0% de los “solos obligados” y un 14,7% de los “solos voluntarios” no ha sentido la soledad en ningún momento, mientras que un 94,6% de los “acompañados otros” y un 82,4% de los “acompañados nucleares” ha sentido la soledad en alguna ocasión.
Del análisis de los Índices de Sociabilidad y Soledad se extraen dos importantes conclusiones.
En relación con el Índice de Sociabilidad, los “solos voluntarios” (que viven solos porque quieren) son los que presentan el valor más alto de “sociabilidad” de los cuatro grupos basados en el Índice de Convivencia, tanto en la población española global (2,7) como entre las personas con alguna discapacidad (3,2). De hecho, los “solos voluntarios” con discapacidad presentan un valor de “sociabilidad” superior al de los “solos voluntarios” sin discapacidad y superior a la media registrada en la población en general. Por tanto, parece importante asegurar su autonomía personal, en la medida en la que esta sea voluntaria.
En relación con el Índice de Soledad, éste varía desde un mínimo de 0,7 para las personas que viven acompañadas de cónyuge y/o hijos (“acompañados nucleares”) a un 1,9 para las personas que viven solas por obligación (“solos obligados”) en la muestra de la población española global. Y varía desde 1,9 para los “acompañados nucleares” a 3,6 entre los “solos obligados” en la muestra de personas con alguna discapacidad. Aunque el comportamiento con respecto al Índice de Soledad es igual en ambas muestras, los valores del Índice entre las personas con discapacidad son consistentemente mayores para todas las categorías del Índice de Convivencia. Así, mientras en la población en general el Índice de Soledad es 0,9, entre las personas con discapacidad es de 2,1. Se concluye que las personas con discapacidad sienten la soledad con mayor intensidad que la población en general.
¿A quién acuden los españoles o a quién consideran imprescindible en sus vidas? Los que viven acompañados de su cónyuge o pareja son los que casi unánimemente afirman que la persona más imprescindible en su vida es su cónyuge o pareja. Los demás, tanto si viven solos voluntariamente o por obligación, como si viven acompañados de otras personas, consideran más imprescindibles a sus padres o hijos, a otros familiares y a sus amigos. Y el patrón es parecido entre las personas con alguna discapacidad. Resultados similares se encuentran cuando se pregunta a quién acudirían cuando se sienten mal, cuando necesitan dinero, cuando tienen problemas o necesitan consejo, o cuando se sienten solos, tanto en la muestra de la sociedad española como en la de personas con alguna discapacidad. Cabe destacar que las personas con discapacidad valoran en mayor proporción que el resto de la población a las asociaciones o grupos en los que participan.
- En relación al nivel de satisfacción de los españoles con su vida y el nivel de control de sus vidas, los que viven acompañados de su cónyuge y/o hijos son los que se sienten más satisfechos de cualquier aspecto de su vida, excepto cuando se trata del trabajo. En ese caso, son los “solos voluntarios” los que muestran el mayor grado de satisfacción. Mientras, entre las personas con alguna discapacidad los más satisfechos parecen ser los “solos voluntarios”, de manera que los “acompañados nucleares” solo son los más satisfechos en relación con su vida afectiva y con su trabajo, y los “acompañados por otros” son los más satisfechos con su salud. Se ha medido también la opinión de los entrevistados respecto a si tienen o no control sobre sus vidas o si, por el contrario, sus vidas están condicionadas por otras personas o por las circunstancias. Curiosamente, utilizando una escala de 0 a 10 puntos, el promedio en ambas investigaciones muestra un muy alto grado de control, 7,95 puntos.
- Según la opinión de los españoles, el grupo social más vulnerable a padecer soledad son los mayores, las personas sin hogar, las personas en situación de pobreza y los parados. Estos mismos grupos sociales son mencionados también por las personas con alguna discapacidad como más proclives a padecer la soledad.
- Las causas de la soledad son principalmente la falta de comunicación con otras personas, la nostalgia, tristeza o depresión, y la carencia de afecto, tanto para los españoles en general como para las personas con alguna discapacidad. Cabe destacar que el 2,5% de las personas con discapacidad atribuyen las ideas suicidas a la soledad, frente al 0,6% en la población general.
- Existe bastante consenso en las dos investigaciones en creer que la soledad debe ser abordada por las instituciones públicas. No obstante, cuando se pregunta quién debería ocuparse principalmente de las personas que se sienten solas, la mayoría menciona a la familia y, solo en segundo lugar, a los servicios de asistencia social.
Conclusiones y sugerencias
En resumen, estas conclusiones sugieren que en efecto:
- Se ha demostrado que soledad no es equivalente a aislamiento social, y que vivir solo no significa vivir aislado socialmente; un 52,6% de los españoles que viven acompañados afirma haber sentido la soledad en algún momento y un 27,5% de los españoles que viven solos afirman no sentir ninguna soledad en absoluto.”
- La sociabilidad (es decir, el no estar aislado socialmente) se basa sobre todo en las relaciones interpersonales cara-a-cara, pero también puede lograrse a través de las nuevas tecnologías; concretamente, a través de las redes sociales y del uso de los medios de comunicación activos y pasivos, así como de los medios de transporte.
- Las variables que mejor explican la sociabilidad y el aislamiento social son las “propiedades individuales; es decir, las variables socio-demográficas (sexo, edad, nivel educativo, etc.) y no las actitudinales o ideológicas.”
- El aislamiento social depende de variables tales como la situación laboral, el nivel “educativo, el lugar de residencia y los ingresos económicos.”
- Las nuevas tecnologías de la comunicación, internet y las facilidades en el “transporte, están modificando el concepto de soledad”.
- Las personas, tanto con o sin discapacidad, que se ven obligadas a vivir en soledad, “sienten más esta situación”.
- “Las personas con discapacidad sienten la soledad con mayor intensidad que la población en general. El estudio muestra que son las personas con discapacidad psico-social las que más sufrirían estos sentimientos. Las personas con algún tipo de discapacidad intelectual compondrían el segundo de los grupos con mayor nivel de soledad, en relación a la sociabilidad. “Las personas con discapacidad que viven solas voluntariamente se sienten menos solos y aislados que las personas sin discapacidad”.
- “La familia sigue siendo el mejor antídoto contra la soledad.” “Las personas con discapacidad valoran en mayor proporción que el resto de la población a las asociaciones o grupos en los que participan”.
- “Las personas con discapacidad que viven solas, si tienen un problema, acuden para solucionarlo en mayor número a asociaciones o grupos.”
Los españoles opinan que los grupos sociales más proclives a sufrir la soledad son los mayores, los que no tienen hogar, los pobres, los parados y los inmigrantes. Las personas con algún tipo de discapacidad sufren habitualmente un alto riesgo de padecer soledad, por lo que actualmente este fenómeno debería ser considerado. Por último, del análisis de las dos investigaciones realizadas (con la muestra representativa de la población española y con la muestra de personas con alguna discapacidad), podemos extraer la conclusión de que los resultados de ambas investigaciones son similares, exceptuando aquellas cuestiones en que la discapacidad puede tener alguna influencia, más sobre comportamientos que sobre actitudes u opiniones. Esto sugiere que la población con alguna discapacidad constituye una sub-muestra representativa de la población española global que solo se diferencia de ésta en el hecho de la discapacidad, pero sin que esa diferencia tenga consecuencias importantes sobre actitudes u opiniones.