EUTANASIA: el debate continua (Zenit)

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EUTANASIA: EL DEBATE CONTINUA El debate internacional sobre la eutanasia se ha intensificado en las últimas semanas. La semana pasada, el Tribunal Supremo de Canadá dictó una sentencia de un mí­nimo de diez años de cárcel contra Robert Latimer, condenado por el asesinato de su hija minusválida. Según informaba el «Canadian …

EUTANASIA: EL DEBATE CONTINUA

El debate internacional sobre la eutanasia se ha intensificado en las últimas semanas. La semana pasada, el Tribunal Supremo de Canadá dictó una sentencia de un mí­nimo de diez años de cárcel contra Robert Latimer, condenado por el asesinato de su hija minusválida. Según informaba el «Canadian Globe and Mail» (19 enero), aunque los jueces alababan la dedicación de Latimer a su hija Tracy, al mismo tiempo consideraron que la decisión de quitarle la vida fue un grave error.

En su juicio el tribunal dijo que Latimer tení­a otras alternativas abiertas mucho menos irrevocables que su decisión de aplicar gas a su hija con el fin de evitarle una vida de dolor y desfiguración. «Matar a una persona con el fin de liberarla del sufrimiento producido por una condición mental o fí­sica médicamente tratable no es una respuesta proporcionada al daño representado por el sufrimiento de un tratamiento no dirigido a la vida, resultante de esta decisión», dijo el tribunal.

No es probable que esta sentencia decida la controversia sobre la eutanasia en Canadá. Según el National Post (19 enero), los partidarios de la eutanasia afirmaron que, aunque la sentencia de Latimer puede disuadir a algunos de quitar la vida a enfermos o minusválidos, no acabará con las peticiones de un relajamiento de la ley.

Svend Robinson, parlamentario, se propone introducir una moción en la Cámara de los Comunes este año que pretende una revisión de las medidas del Código Penal referentes a la eutanasia. Mientras que la «Canadian AIDS Society», que apoya el suicidio asistido voluntario, afirma que el Gobierno debe actuar ya para prevenir que aumenten los casos de eutanasia en la clandestinidad.

Sin embargo, el «National Post» indicaba que expertos en cuidados paliativos, y grupos que promueven la equiparación de derechos de las personas con minusvalí­as, dijeron que la mayorí­a de los canadienses que deciden acabar con sus vidas no habí­an recibido la oferta de un tratamiento médico adecuado. Indicaron que la depresión, la soledad y el temor a ser una carga para la familia están entre las primeras razones por las que las personas con enfermedades incurables busca la muerte con asistencia médica.

Médico australiano continúa su actividad Recientemente ha saltado a la actualidad el médico australiano partidario de la eutanasia, Philip Nitschke. Según el periódico de Melbourne «The Age» (15 enero), una junta médica de Australia Occidental ha decidido permitir al controvertido doctor, activista en favor de la eutanasia, practicar la medicina en el estado.

El doctor Nitschke se hizo famoso porque ayudó a cuatro personas a morir cuando la eutanasia era legal en el Territorio del Norte. La ley de este territorio fue anulada posteriormente por el Parlamento Federal.

El controvertido médico pondrá en marcha clí­nicas que enseñan a morir en Australia Occidental tras ganar una batalla de dos años para conseguir el registro legal en el estado. Ha rechazado las acusaciones de que, en sus clí­nicas, anima a la gente a suicidarse, diciendo que proporciona a las personas los datos suficientes como para que hagan una elección informada sobre cómo morir.

Sin embargo, justo una semana después de la aprobación en Australia Occidental el «Sydney Morning Herald» (23 enero) informaba de que la policí­a estaba investigando la muerte de Norma Hall, de 72 años, que murió en su casa de Sidney mientras recibí­a tratamiento del doctor Nitschke. La mujer eligió morir de hambre, tras quedar inválida debido al cáncer. Es la primera vez que el doctor Nitschke ha sido implicado en una investigación policial en torno a una muerte.

El doctor Nitschke, que habí­a estado en casa de la señora Hall los dí­as anteriores a su muerte, declinó ser interrogado por la policí­a y volvió a su casa en Darwin. El «Sydney Morning Herald» citaba un reportaje televisivo, emitido la ví­spera del dí­a en que la señora Hall habí­a decidido, antes que seguir luchando contra el cáncer, hace unas dos semanas, rechazar la comida y el agua.

Según lo acordado con la señora Hall, el doctor Nitschke se quedó en su casa y ella le dio permiso escrito para que la sedara, una vez que hubiera dejado de comer y beber. Debido a que recibió la advertencia de que podrí­a ser legalmente peligroso para él sedar a la señora Hall, el doctor Nitschke reunió un equipo de médicos, partidarios de la eutanasia voluntaria, para firmar conjuntamente una prescripción de sedantes. Entre ellos se encontraba el Dr. Peter Baume, un ex ministro federal de Sanidad.

Situación europea Mientras tanto, en Europa el debate sobre la eutanasia volvió a la actualidad a finales de noviembre, cuando la cámara baja del Parlamento holandés hizo que Holanda fuera el primer paí­s en el mundo que legalizaba la eutanasia. Aunque la eutanasia habí­a sido despenalizada, siempre que se siguiera un largo procedimiento, seguí­a siendo técnicamente ilegal. Por 104 votos a favor y 40 en contra, la cámara aprobó una norma que permite a los médicos ayudar a los pacientes a morir.

La Iglesia Católica en Holanda declaró que la ley facilitaba demasiado que la gente se diera por vencida. «Quienes están enfermos se ven a sí­ mismos como una carga para su familia, éste es el problema», dijo Peter van Zoest, portavoz de la Conferencia Episcopal.

La nueva ley fue también condenada en Roma, según informaba la CNN (28 noviembre). El padre Gino Concetti, un experimentado teólogo moral del Vaticano, comentó que «La vida es inviolable. Por tanto, cualquier ley que la destruye o aprueba su destrucción es inhumana».

Poco antes del voto en Holanda, una crónica de la BBC mostraba que la eutanasia está aumentando, independientemente de que sea o no legal. Según la crónica (24 noviembre) más de una de cada diez muertes en Bélgica se debe a la eutanasia o a fármacos proporcionados por médicos para acelerar la muerte.

El dato procede de un informe sobre muertes registradas durante los cuatro primeros meses de 1998. El estudio revelaba que miles de muertes son consecuencia de la administración de fármacos letales «sin la explí­cita petición del paciente». La eutanasia es ilegal en Bélgica.

Mientras tanto, en Gran Bretaña la opinión pública de este mes se ha visto sorprendida por las revelaciones sobre el caso del doctor Harold Shipman, culpable ya de la muerte de 15 de sus pacientes. Según informaba «The Times» (5 enero), las autoridades sospechan ahora que Shipman podrí­a haber asesinado a 265 personas a lo largo de un cuarto de siglo. Aunque este caso sea un asunto penal y no forme parte de un movimiento en favor de la eutanasia, demuestra la extrema vulnerabilidad de pacientes ancianos.

La carrera de Shipman fue examinada por Richard Baker, profesor especialista en la calidad de los cuidados sanitarios, y director de administración clí­nica, investigación y desarrollo en la Universidad de Leicester. El número de ví­ctimas está en relación con el «exceso de muertes» que resulta de medir las cifras de Shipman en relación a las de otros colegas médicos.

«The Telegraph» (6 enero) informaba que las ví­ctimas eran en su mayorí­a mujeres con más de 75 años. Su segunda presa favorita eran las mujeres de entre 65 y 74 años y el tercer grupo más elevado era el de los hombres de más de 75 años. Muchos de sus pacientes, el 75%, murieron en casa.

Los enfermos no terminales, ví­ctimas de Kervokian Se confirman más abusos en un estudio de 69 personas que murieron con la ayuda del doctor Jack Kevorkian, en Estados Unidos, que revela que sólo el 25% eran enfermos terminales y que cinco no tení­an problemas fí­sicos. Según Associated Press (7 diciembre), las 69 personas investigadas murieron en el condado de Oakland, Michigan.

Kevorkian dijo que habí­a ayudado a unas 130 personas a acabar con su vida, entre 1990 y 1999. Fue encontrado culpable y sentenciado a prisión en 1998 por la muerte de un enfermo terminal cuyo fallecimiento grabó en ví­deo.

Según los análisis, las autopsias indicaron que 17 de los 69 pacientes, o el 25%, no tení­an esperanzas de vida superiores a los seis meses. Las autopsias no revelaron problemas fí­sicos en cinco de los pacientes muertos.

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(Publicado en Zenit, 27-ene-2001)

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