“Libertad y autonomía, las dos marcas del ADN moderno, están detrás del imaginario sentimental masculino y femenino”
En los dos últimos siglos, las mujeres han protagonizado una auténtica revolución social de alcance incalculable a partir de sus reivindicaciones en pro de la incorporación a la sociedad como ciudadanas: el trabajo profesional remunerado y el derecho al voto al nivel de los varones han sido la punta de lanza de un proceso que generó cambios a todos los niveles. Un proceso aún abierto y en debate, con incidencias tanto en la esfera pública como en la privada.
Un fenómeno que muchos denominaron Feminismo en singular y que, a día de hoy, es definitivamente plural. Y mucho más complejo de lo que ciertos medios se empeñan en airear. Hay demasiada bibliografía redundante y simplificadora al respecto. Y se repiten fórmulas cercanas al sufragismo decimonónico, al Segundo sexo (1949), de Beauvoir, o a los movimientos sesentayochistas ya trasnochados. Hoy se impone una revisión ponderada y “científica” de los Feminismos, para superar el toque reduccionista del ambiente, a veces muy ideologizado, que ha tocado fondo.