La Modificación de la ley de Reproducción Humana Asistida ha levantado, como no podía ser menos, una serie de reacciones contrapuestas de entusiasmo y decepción. Eran previsibles dado el delicado asunto y la trascendencia en cuanto a la perspectiva antropológica desde la que sitúa al ciudadano favorable o contrario a …
La Modificación de la ley de Reproducción Humana Asistida ha levantado, como no podía ser menos, una serie de reacciones contrapuestas de entusiasmo y decepción. Eran previsibles dado el delicado asunto y la trascendencia en cuanto a la perspectiva antropológica desde la que sitúa al ciudadano favorable o contrario a la decisión. No voy a ser yo quien le diga a nadie como tiene que pensar, pero lo que sí importa es que la información que se tenga a la hora de emitir un juicio sea completa y veraz. Este comentario viene al caso porque, vistas algunas reacciones y oídos ciertos comentarios, me atrevo a asegurar que no ha quedado claro lo que, de verdad, ha aprobado el Gobierno.
Dos ideas subyacen sutilmente en la redacción del Decreto:
· Se puede seguir congelando embriones
· Los “preembriones” ya congelados, rebajados al nivel de “estructuras biológicas”, se utilizarán para investigación.
· Esta Modificación distingue dos categorías de embriones:
a) Los que se descongelan en un medio apto para ser implantados en la propia madre o transferidos a otras parejas. Entre estos los que durante el proceso de descongelación sufrieran algún deterioro y no sean aptos para su implantación, se dedicarán a la investigación.
b) Los que deliberadamente se dediquen a investigación desde antes de ser descongelados. El Centro Nacional de Investigación Celular, que creará el Ministerio de Sanidad, “se encargará de la aplicación del procedimiento de descongelación de los embriones cuyas estructuras vayan a ser utilizadas en el ámbito de la investigación biomédica y la medicina regenerativa”
Este último punto es el verdaderamente problemático; debido a estrategias semánticas e información parcial, ha pasado bastante inadvertido. Se ha interpretado que solo se iban a utilizar para investigar los embriones que, al ser descongelados para su ulterior desarrollo, presentaran alguna deficiencia que los hiciera inviables. No se ha percibido su destrucción deliberada al aplicarles un procedimiento de descongelación, especialmente previsto para ellos, que los fragmenta para obtener sus estructuras biológicas.
Se carga con toda la responsabilidad a los padres lo que no es conforme a Derecho, porque la patria potestad no puede ser ejercida si no es en favor del hijo. El Ejecutivo conoce obviamente la ley y les llama “parejas progenitoras” que deberán elegir si mantener congelados los embriones, hasta que le sean transferidos, donarlos o permitir que “el material biológico obtenido tras la descongelación pueda ser utilizado con fines de investigación” u optar por su descongelación.
El punto clave a la hora de decidir el destino de los embriones congelados es conocer si realmente estamos en presencia de seres humanos, que poseen dignidad ontológica y merecen el mayor respeto como individuos de la especie humana, o si se trata de un montón de células. Ningún científico duda que la vida del embrión es una vida humana, con una identidad genética propia. Quienes dicen que no es persona ni explican que significa para ellos ser persona, ni demuestran que el embrión no lo sea.
Lo es también averiguar si hay alguna alternativa para lograr los mismos beneficios terapéuticos que se auguran de los embriones. Es cada vez más evidente la utilidad y el potencial de las células madre de adulto para regenerar tejidos dañados o envejecidos, sin necesidad de sacrificar embriones. A título de ejemplo el último número de la revista Stem Cells acaba de publicar un trabajo sobre el trasplante de células madre de adulto del hipocampo cerebral en ojos deteriorados de rata, que no solo no causan la reacción del sistema inmunológico del receptor, sino que se mantienen y proliferan hacia diferentes especialidades celulares con potencial aplicación en la corrección de retinitis pigmentosa, degeneración de la mácula, y otras afecciones de carácter degenerativo celular. Este hallazgo es de una importancia trascendental.
Las “estrategias semánticas” y “eufemismos que se utilizan en el texto, son formas de suavizar el rechazo que produce todo lo que pone en peligro los principios y valores que constituyen el entramado, la estructura moral que es la base de nuestro comportamiento personal y social. Porque si se quiebra la unidad de nuestras convicciones más íntimas, si se abre una grieta en ese edificio construido a través de los siglos, desde Hipócrates hasta nuestros días, en el que habitan los valores y principios que dan sentido a nuestra existencia. Si nuestro ordenamiento jurídico deja de ser el propio de un Estado de Derecho en el que prima el respeto al sujeto y el referente es la dignidad de la persona. Si renunciamos a mantener la coherencia de nuestras instituciones, la fortaleza de nuestras creencias, la claridad de nuestros juicios y el valor de nuestras tradiciones nos veremos pronto sumergidos en otra forma de sociedad en donde el hombre está supeditado a otros intereses que no son los suyos propios.