Un paciente de 57 años recibe el tratamiento experimental en el Clínico de Madrid Un hombre de 57 años ha sido el primero en recibir un tratamiento genético experimental destinado a regenerar la circulación en una parte dañada de su corazón. El ensayo se llevó a cabo el pasado día 13 …
Un paciente de 57 años recibe el tratamiento experimental en el Clínico de Madrid
Un hombre de 57 años ha sido el primero en recibir un tratamiento genético experimental destinado a regenerar la circulación en una parte dañada de su corazón. El ensayo se llevó a cabo el pasado día 13 en el hospital Clínico de Madrid. Consistió en la inyección mediante un catéter de un adenovirus modificado para que actúe de vector de transmisión del gen que produce un factor de crecimiento que estimula la producción de nuevos vasos sanguíneos, según explicó ayer a este diario el director del Instituto Cardiovascular del hospital, Carlos Macaya.
El paciente ya había agotado todas las posibilidades farmacológicas (betabloqueantes, anticoagulantes) y quirúrgicas, como el uso de pequeños tubos de malla para abrir los capilares (stents) o cirugía (bypass) para restablecer el riego en una parte de la pared de su ventrículo izquierdo. Esta parte del corazón es la que realiza el mayor esfuerzo, ya que es la responsable de bombear la sangre oxigenada a todo el cuerpo.
El nuevo tratamiento consiste en hacer llegar hasta las zonas obstruidas el adenovirus modificado. í‰ste llegó congelado desde Estados Unidos con su material genético modificado. Por un lado, se le quitaron algunos genes para evitar que proliferara en el cuerpo del paciente y causara una infección. Por otro, se le introdujo el gen del factor de crecimiento de los fibroblastos 4 (FGF-4). Este gen contiene las instrucciones para fabricar una proteína que estimula la generación de tejido de vasos sanguíneos, un proceso que se denomina angiogénesis.
Fijación del adenovirus
“El adenovirus tiene como diana tanto células de las paredes de los vasos sanguíneos como las del tejido miocárdico”, explica Macaya. El objetivo del ensayo es que el adenovirus (un vector frecuente en terapias génicas porque puede desactivarse, y porque su infección sólo produce una especie de catarro) es que se fije a esos tejidos y les pase su material genético, en el que va incluido el gen del factor de crecimiento. Una vez que las células diana hayan incorporado las instrucciones para estimular la angiogénesis, a partir de ellas se deben desarrollar los vasos sanguíneos que solucionen el problema de la falta de riego, aclara el científico.
Ensayos previos han demostrado que la mayoría de los adenovirus se quedan en las zonas donde se inyectan. Para hacerlos llegar hasta la pared del corazón que se quiere regar se utiliza un catéter que se introduce en el paciente a partir de la ingle, y luego se hacen varias inyecciones en lugares escogidos.
“La técnica en sí no es complicada. Lo que es peligroso es el manejo del adenovirus. Hay que evitar que entre en contacto con las mucosas del personal sanitario que participa en la intervención, porque podrían infectarse”, aclara el médico. Por eso los cinco profesionales que participaron en la operación “iban equipados con un tipo de escafandras, como si fueran buzos”, explica.
Los posibles efectos del tratamiento deberán notarse “en unos pocos meses”, indica Macaya. El paciente, que fue operado el día 13, fue dado de alta el 16, pero aún es demasiado pronto para saber si la terapia ha funcionado. El primer control se hará en un mes, y consistirá en una prueba de esfuerzo y una revisión para medir si el riego de la zona afectada ha aumentado y si ha desaparecido el dolor que sufre el paciente. Si todo va bien, está previsto que los demás controles se hagan cada tres meses.
Pero, aparte de vigilar el estado del corazón, los científicos mantendrán durante años la atención en otro aspecto. Uno de los posibles riesgos de la introducción de factores de crecimiento en un paciente es que se produzca un crecimiento descontrolado de los vasos sanguíneos, y aparezca un angioma u otro tipo de tumor.
De hecho, los genes que se han introducido en el adenovirus provenían de un sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer de piel frecuente en personas con las defensas bajas. Se escogen genes de células cancerosas porque en ellas los factores de crecimiento son más activos.
Selección rigurosa
Pero el uso de activadores implica que hay que hacer una selección muy rigurosa de los voluntarios. Hay que descartar que los pacientes tengan cualquier factor de riesgo para desarrollar un tumor.
“Nosotros hemos tenido la suerte de encontrar un par de candidatos pronto [la búsqueda comenzó después del verano], por eso hemos podido empezar antes los ensayos”. La semana que viene está previsto repetir el proceso con otro paciente.
Además del Clínico de Madrid, también participan en el ensayo, que se llama Agent-4, el Clínic de Barcelona y otros 30 hospitales de ocho países. “Se trata de un ensayo en fase II / III. Ello quiere decir que a alguno de los pacientes se les inyectará un placebo [una sustancia sin propiedades terapéuticas] para que haga de control”, explica el cardiólogo. También se utilizarán los ensayos para probar distintas concentraciones de adenovirus, que van desde mil millones de virus por centímetro cúbico de sangre a diez mil millones, para ver cuál es más eficaz.