Sharon y Candy son una pareja de lesbianas sordomudas que vive en Washington. Gracias a un tratamiento de fertilización «in vitro» han logrado tener un hijo. Hasta ahí, todo es más o menos normal. El problema es que las dos mujeres han hecho todo lo posible porque su retoño sea … Sharon y Candy son una pareja de lesbianas sordomudas que vive en Washington. Gracias a un tratamiento de fertilización «in vitro» han logrado tener un hijo. Hasta ahí, todo es más o menos normal. El problema es que las dos mujeres han hecho todo lo posible porque su retoño sea también sordomudo.
WASHINGTON. La posibilidad de crear «bebés de diseño» al gusto del consumidor puede que haya llegado al colmo en el caso de Sharon Duchesneau y Candy McCullough, empeñadas en tener hijos sordomudos como ellas. Tras comprobar que los bancos de esperma en Estados Unidos no aceptan donantes con evidentes discapacidades, la pareja de lesbianas ha hecho todo lo posible por encontrar un donante que cumpliera con sus deseos. Al final, la pareja ha seleccionado a un amigo sordo congénito, con un árbol genealógico de al menos cinco generaciones sin capacidad auditiva.
El resultado de este planificado embarazo «in vitro» es un bebé de cuatro meses, llamado Gauvin, y que presenta una profunda sordera en el oído izquierdo y solamente un rastro de habilidad para detectar sonidos en el oído derecho. Las felices madres, especialistas en salud mental y terapia de sordomudos, no han dudado en compartir su controvertida historia con el dominical del «Washington Post», creando reacciones de suma repugnancia por todo el mundo pero también demostrando la existencia de una subcultura de sordomudos que se resisten a ser considerados como discapacitados.
Una pareja reincidente
Además, resulta que Sharon y Candy son reincidentes, ya que tienen otra hija de cinco años también concebida con premeditación para que sea sordomuda. Las dos lesbianas, que llevan ocho años conviviendo como pareja de hecho en la zona de Bethesda, cercana a la capital federal, insisten en que su decisión es similar a seleccionar el sexo de un bebe. Según estas mujeres, ellas van a ser mejores madres de un niño sordo porque le pueden comprender y ayudar como nadie.
Las mujeres, muy criticadas, también insisten en que su decisión es coherente con una nueva generación de sordos que por lo menos en Estados Unidos insiste en que su condición no es una desventaja sino una «seña de identidad cultural». La madre biológica, Sharon Duchesneau, considera que el haber tenido un bebé sordomudo es «una bendición especial». Y bajo esa lógica, estas dos lesbianas no ven bien que sus hijos utilicen implantes cocleares, ingenios costosos pero capaces de transformar señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. Tecnología que ciertos sectores radicales entre los sordomudos califican como una forma de abuso infantil y el equivalente a un «genocidio cultural».
Estos planteamientos tan difíciles de digerir han creado toda una polémica internacional sobre los extremos a los que se puede llegar en la búsqueda de «bebés de diseño». En opinión del doctor Richard Nicholson, editor del «Bulletin of Medical Ethics», una vez que se permite a las parejas tener opciones sobre cómo van a ser sus hijos, es muy difícil atacar sus decisiones y sus deseos de normalidad. Él mismo ha oído sobre parejas de sordomudos que han preferido un aborto antes de tener niños «normales» o parejas de enanos que han insistido en tener descendencia como ellos. Otros especialistas norteamericanos en bioética no han dudado en calificar como una total vergüenza imponer límites de antemano sobre el potencial de cualquier hijo.
Para Nancy Raru, de la Asociación Americana de Sordos, no es una excepción que las personas sordomudas prefieran hijos similares, pero el caso de las dos lesbianas le resulta lamentable. Según admite Raru, «he tenido muchas discusiones con mi comunidad sobre esto. La gente dice que el cielo es el límite para nosotros pero ser sordo te impide llegar hasta donde quieres. No tienes tantas opciones. No puedo entender que nadie quiera traer al mundo un niño con desventajas».
Un coto a la perfección
En contraste, las organizaciones «gay» han aplaudido la decisión de esta pareja de lesbianas como una forma de poner coto a las ansias de tener «bebés perfectos» y eliminar la diversidad que estos grupos tanto defienden en el terreno sexual. Para Ken Connor, del conservador Consejo de Investigación de la Familia, esta pareja de lesbianas «ha decidido que su deseo de tener un niño sordo es más relevante que la carga que están poniendo sobre su hijo. Dar a un niño una desventaja de este tipo de forma intencional, además del problema que supone criarse en un hogar homosexual, es increíblemente egoísta».
Marlee Matlin, la única actriz sordomuda ganadora de un Oscar por «Hijos de un Dios Menor», también se ha sumado a este coro de críticas. La artista, que se encuentra embarazada de su tercer hijo, ha avanzado su opinión de que «es probablemente importante que Dios tome estas decisiones en lugar de nosotros. Siempre habrá niños sordomudos para adoptar. Cada día nacen más de treinta niños sordomudos en Estados Unidos, 12.000 cada año. Creo que no es necesario crear de forma deliberada más casos».
ABC | 14 de abril de 2002 | PEDRO RODRÍGUEZ