La enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) ha supuesto una gran amenaza para la salud pública mundial. Recientemente, se ha informado de una nueva variante del coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) en Sudáfrica, que ha inducido un rápido aumento de los casos de COVID-19.
El 24 de noviembre de 2021, el B.1.1.529 llamado Ómicron fue designado como una variante por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Dos días después, la variante Ómicron se clasificó como variante preocupante (VOC). Esta variante alberga una gran cantidad de mutaciones, incluidas 15 mutaciones en el dominio de unión al receptor (RBD) de spike. La variante Ómicron también comparte varias mutaciones con las variantes VOC Alfa, Beta y Gamma anteriores, que inmediatamente plantearon preocupaciones globales sobre la transmisibilidad viral, patogenicidad y evasión inmune.
Las personas que desarrollan COVID-19 causada por la variante ómicron del SARS-CoV-2 tienen menos probabilidades de necesitar atención hospitalaria, en comparación con las infectadas por la variante delta, según dos grandes estudios nuevos del Reino Unido y Sudáfrica.
Los hallazgos, que se publicaron antes de la revisión por pares, se suman a indicios anteriores de evidencia que sugieren que ómicron, aunque es extremadamente contagiosa, puede provocar síntomas menos graves que sus predecesoras.
El primer análisis, realizado en el Reino Unido, encontró que, en general, las personas infectadas por ómicron tenían aproximadamente 20% menos riesgo de necesitar atención hospitalaria para sus infecciones y 40% menor riesgo de pasar la noche hospitalizados, en comparación con los infectados con delta.
El segundo estudio, realizado por investigadores del Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica, incluyó más de 29.000 casos de COVID-19 que tenían resultados de laboratorio altamente sugestivos de infecciones por ómicron. En comparación con las personas infectadas con la variante Delta, aquellas con supuestas infecciones por ómicron, tenían aproximadamente 70% menos de probabilidades de tener una enfermedad grave. Los autores del estudio escriben que sus hallazgos son específicos al Reino Unido y Sudáfrica, donde una parte sustancial de la población tiene alguna protección inmunológica contra infecciones pasadas. En otras palabras, es posible que no se apliquen a países donde se han vacunado o se han recuperado menos personas de un episodio de COVID.
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