En las últimas décadas, se ha percibido el influjo de posturas, y se ha evidenciado corrientes reduccionistas que han vaciado de contenido a la Bioética y afectado su ejercicio. Es a través de la exigencia de la valoración ontológica de la persona que se llega a constituir el fundamento necesario para una adecuada práctica de la Bioética, en una imperiosa necesidad de rescatar y reponer las bases éticas originarias de la persona de las cuales debe partirla toma de decisiones bioéticas que repercuten y redundan en el ser humano, la familia, las generaciones futuras y el ambiente.
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