Resumen
Los rápidos avances en neurociencia y neurotecnología abren un conjunto de posibilidades sin precedentes en el acceso, colecta, diseminación y manipulación de datos del cerebro humano. Estos desarrollos plantean importantes desafíos a los derechos humanos que deben abordarse para evitar consecuencias no deseadas. Este trabajo evalúa las implicaciones de los diferentes usos de las neurotecnologías en relación a los derechos humanos y sugiere que el marco actual de derechos humanos puede no ser suficiente para responder a estos desafíos emergentes. Después de analizar la relación entre neurociencia y derechos humanos, identificamos cuatro nuevos derechos que pueden ser de gran relevancia en las próximas décadas: el derecho a la libertad cognitiva, el derecho a la privacidad mental, el derecho a la integridad mental y el derecho a la continuidad psicológica.
Abstract
Rapid advancements in human neuroscience and neurotechnology open unprecedented possibilities for accessing, collecting, sharing and manipulating information from the human brain. Such applications raise important challenges to human rights principles that need to be addressed to prevent unintended consequences. This paper assesses the implications of emerging neurotechnology applications in the context of the human rights framework and suggests that existing human rights may not be sufficient to respond to these emerging issues. After analysing the relationship between neuroscience and human rights, we identify four new rights that may become of great relevance in the coming decades: the right to cognitive liberty, the right to mental privacy, the right to mental integrity, and the right to psychological continuity.
Tú no puedes afectar la libertad de mi mente (Thou canst not touch the freedom of my mind)
John Milton
Introducción
La cita del epígrafe es de la obra Comus, escrita por John Milton en 1634. La pieza, una exhortación a la virtud, sigue la historia de una joven noble que fue secuestrada por un hechicero llamado Comus. Luego de atarla a una silla encantada, trata de seducirla con argumentos sobre el encanto del placer corporal. A pesar de todos sus asaltos retóricos, la mujer rechaza repetidamente sus avances y afirma que, sin importar lo que él haga o diga, ella continuará afirmando su libertad de pensamiento, que está más allá del poder físico de su secuestrador. Al final, la joven es rescatada por sus hermanos, que ahuyentan a Comus.
La frase citada transmite la idea de que la mente es una especie de último refugio de la libertad personal y la autodeterminación. Mientras que el cuerpo puede ser fácilmente sujeto a la dominación y al control de los demás, nuestra mente, junto con nuestros pensamientos, creencias y convicciones, están en gran medida más allá de los ataques externos. Sin embargo, con los avances en ingeniería neuronal, neuroimágenes y neurotecnología, la mente podría ya no ser una fortaleza tan inexpugnable. Como explicaremos en este artículo, las nuevas neurotecnologías tienen el potencial de permitir el acceso a al menos algunos componentes de la información mental. Si bien estos avances pueden ser muy beneficiosos para los individuos y la sociedad, también pueden ser mal utilizados y crear amenazas sin precedentes a la libertad mental y a la capacidad de los individuos de gobernar libremente su comportamiento.
En el contexto de la investigación médica, las neuroimágenes se utilizan ampliamente para comprender el funcionamiento del cerebro humano y detectar los correlatos neuronales de los estados mentales y el comportamiento. Las aplicaciones clínicas de las imágenes cerebrales, así como de otras neurotecnologías, están contribuyendo significativamente al bienestar de pacientes que sufren trastornos neurológicos, ofreciendo nuevas herramientas preventivas, diagnósticas y terapéuticas. Fuera del ámbito clínico, nuevas aplicaciones comerciales están generando nuevas posibilidades de autocuantificación, mejora cognitiva, comunicación personalizada y entretenimiento. Además, varias aplicaciones de la neurotecnología están captando interés en el ámbito jurídico, especialmente en el derecho de responsabilidad civil, el derecho penal y la ejecución de la ley.
Por otra parte, el mal uso o implementación inadecuada de estas tecnologías implican el riesgo de crear formas sin precedentes de intrusión en la esfera privada de las personas, potencialmente causando un daño físico o psicológico, o permitiendo una influencia indebida en el comportamiento de las personas.
Este artículo argumenta que las posibilidades abiertas por los desarrollos neurotecnológicos y su aplicación a diversos aspectos de la vida humana obligarán a reconceptualizar ciertos derechos humanos, o incluso a crear nuevos derechos para proteger a la gente de daños potenciales.
En 2013, el presidente Obama de los EE.UU. llamó la atención sobre el impacto potencial de la neurociencia sobre los derechos humanos, destacando la necesidad de abordar cuestiones como aquellas
(…) relacionadas con la privacidad, la capacidad de acción y la responsabilidad moral respecto de nuestras acciones; preguntas sobre la estigmatización y la discriminación basadas en medidas neurológicas de inteligencia u otros rasgos; y preguntas sobre el uso apropiado de la neurociencia en el sistema de justicia penal (Comisión Presidencial para el Estudio de Cuestiones Bioéticas, 2014).
Este artículo comienza explorando las posibilidades y desafíos actuales de la neurotecnología y considera qué tendencias neurotecnológicas impulsarán esta reconceptualización ética y legal. Después de analizar cuidadosamente la relación entre la neurociencia y los derechos humanos, se identifican cuatro nuevos derechos que pueden llegar a ser relevantes en las próximas décadas: el derecho a la libertad cognitiva, el derecho a la privacidad mental, el derecho a la integridad mental y el derecho a la continuidad psicológica.
La revolución neurotecnológica
Durante mucho tiempo, los límites del cráneo han sido considerados generalmente como la línea de separación entre la dimensión observable y la inobservable de los seres humanos vivos. De hecho, aunque formas primitivas de neurocirugía utilizadas en las sociedades antiguas, incluidos los procedimientos pseudocientíficos como la trepanación, podían permitir la observación e incluso la manipulación (por ejemplo, la eliminación selectiva) del tejido cerebral, los procesos neuronales y mentales que se desarrollan en el cerebro y subyacen a las emociones, el razonamiento y el comportamiento permanecieron por mucho tiempo inobservables. En contraste, los avances modernos en la neurociencia y la neurotecnología han permitido el desbloqueo progresivo del cerebro humano y proporcionaron información sobre los procesos cerebrales, así como sobre su relación con los estados mentales y el comportamiento observable. En 1878, Richard Canton descubrió la transmisión de señales eléctricas a través del cerebro de un animal. Cuarenta y seis años después, se registró la primera electroencefalografía (EEG) humana. Desde entonces, la revolución neurotecnológica ha tenido lugar dentro y fuera de la clínica. En los años 1990, a veces llamada “la década del cerebro”, el uso de técnicas de imágenes para estudios neuroconductuales aumentó drásticamente (Illes, 2003). Hoy en día, mientras un amplio espectro de tecnologías de neuroimágenes se ha vuelto clínica y comercialmente disponible, el registro y la visualización no invasivas de patrones de actividad cerebral (a menudo asociados con la realización de tareas físicas o cognitivas) se ha convertido en una práctica estándar. Por ejemplo, los registros de EEG se están utilizando ampliamente para medir de forma no invasiva la actividad eléctrica del cerebro y detectar fluctuaciones de voltaje. Además, los derivados de la técnica de EEG, como los potenciales evocados (EP, por las siglas en inglés1) y los potenciales relacionados con evento (ERP), permiten promediar las respuestas del EEG a la presentación y procesamiento de los estímulos, y así registrar las señales del cerebro durante el desempeño de tareas sensoriales, cognitivas o motoras específicas. Otra técnica, la resonancia magnética funcional (fMRI), permite medir la actividad eléctrica del cerebro de forma indirecta, esto es, utilizando las respuestas hemodinámicas (el flujo sanguíneo cerebral) como marcadores indirectos. Las técnicas actuales de fMRI pueden localizar la actividad cerebral, representar gráficamente los patrones de activación neuronal, y determinan su intensidad codificando por medio
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