Peter Singer, Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional, Paidós. Barcelona (1997). 255 págs Peter Singer, autor muy conocido en el ámbito de la bioética, acaba de publicar un nuevo libro, Repensar la vida y la muerte (1), que lleva un subtítulo bastante significativo: “‘El derrumbe …
Peter Singer, Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional, Paidós. Barcelona (1997). 255 págs
Peter Singer, autor muy conocido en el ámbito de la bioética, acaba de publicar un nuevo libro, Repensar la vida y la muerte (1), que lleva un subtítulo bastante significativo: “‘El derrumbe de nuestra ética tradicional’. Con una estudiada y parcial selección de casos médicos y decisiones judiciales, Singer sostiene que está en crisis la ética que postula el valor intrínseco de la vida humana. Si el diagnóstico de las incoherencias y contradicciones (prácticas y teóricas) es a veces certero, su terapia deja que desear.
Nacido en Melbourne (Australia), en 1946, Singer estudió en la Universidad de esa misma ciudad y en Oxford. Ha impartido clases en Oxford, Nueva York, Colorado, California y La Trobe. Actualmente es profesor de Filosofía y vicerrector del Centre for Human Bioethics de la Monash University, en Melbourne.
Se ha dado a conocer mundialmente por sus libros Animal Liberation presentado como “la Biblia de los derechos de los animales”, How Are We To Live?, í‰tica práctica y Democracia y desobediencia. En ellos ha planteado ya la mayoría de las cuestiones que trata en este nuevo trabajo, tan controvertido y polémico como los anteriores. Peter Singer sostiene que “no seremos capaces de abordar convenientemente temas básicos como la muerte, el aborto, la eutanasia o los derechos de los animales hasta que no nos olvidemos de la vieja moral y construyamos una nueva, fundamentada en la compasión y el sentido común”.
El sentido común del que habla Singer no se basa en argumentos racionales ni en la elaboración filosófica de una nueva ética, sino en una presentación activa de su “ética práctica”, mezcla de utilitarismo aunque él no se considere entre los utilitaristas y de cientificismo radical. Singer no critica sólo a los defensores de la dignidad de la vida humana frente al aborto, la manipulación con embriones o la eutanasia, sino también a los “tibios” que no llevan hasta el final las consecuencias de un cambio inevitable, y que, según el autor, son mayoría en la sociedad occidental.
El autor sabe que está contra la mayoría. Pero parece sentirse a gusto en esa posición de “profeta” de unos tiempos nuevos que molestan tanto a lectores “tradicionales” como a “progresistas”. Peter Singer ilustra los capítulos de su libro con acontecimientos, decisiones médicas, sentencias jurídicas, que según su parcial visión demuestran que se han desdibujado los límites científicos acerca del comienzo y del final de la vida humana. No le falta parte de razón. Pero omite los hechos, decisiones judiciales, legislación o argumentos que se oponen a su teoría. Tampoco aduce argumentos elaborados: simplemente escoge los datos que le interesan, seguro de que el futuro acabará confirmando sus tesis.
Humanos sin derecho a la vida
En la cuestión del aborto, considera indudable que el embrión y el feto son seres humanos frente a las teorías de los proabortistas, pero no por eso dice que estos seres tengan sin más derecho a la vida. No le parece mal que se usen embriones para experimentación o investigación.También discute la generalizada definición de muerte cerebral que, para él, no es una correcta determinación científicomédica del final de la vida humana. Algunos autores defienden ahora que no es necesario esperar a la comprobación de la muerte de todo el cerebro para determinar la “muerte cerebral”. Bastaría probar que la corteza cerebral está dañada de modo irreversible. Singer opina que la definición de muerte todavía aceptada (por cierto, no unánimemente) es un remiendo para mantener la vieja ética, que no permite trasplantar órganos de un individuo aún vivo. Según la nueva ética, que en este caso sigue una propuesta del Consejo de í‰tica danés, un ser humano en estado vegetativo, si ya está en un proceso irreversible, no tiene derecho a que defendamos su vida.
Todas las decisiones médicas, por tanto, se deberían tomar atendiendo a la calidad de vida futura del paciente, y deben restringirse o anularse, si esa calidad de vida no va a ser buena. Pero se podría preguntar: ¿quién dictamina sobre la suficiente calidad de esa vida? Según Singer, para eso está el criterio de los médicos y lo que la sociedad defina. Así, sería buena desde el punto de vista ético la eutanasia de los niños nacidos con malformaciones o síndrome de Down, la utilización para trasplantes de los niños anencefálicos que nacen sin cerebro y sólo sobrevivirán horas o días, o la aplicación de diagnóstico prenatal para abortar.
Los cinco nuevos mandamientos
Conforme a sus ideas, Singer procede a “la reescritura de los mandamientos”. El primero es reconocer que el valor de la vida humana es variable, en lugar de considerar que toda vida humana tiene el mismo valor. Frente a la “vieja” obligación de no suprimir nunca intencionadamente una vida humana inocente, estaría la de tomar decisiones en torno a la vida y la muerte de seres que sí son humanos aborto del feto, eugenesia postnatal, enfermos en coma, etc. En lugar del “nunca te quites la vida e intenta evitar siempre que otros se quiten la suya”, habría que respetar el deseo de vivir o morir de una persona, sin distinguir entre medios proporcionados o desproporcionados: todo es igualmente eutanasia y está bien. En vez de “creced y multiplicaos”, Singer diría: “Traed niños al mundo sólo si son deseados”. Finalmente, el quinto nuevo mandamiento consiste en no discriminar por razón de la especie a ningún ser vivo que pueda sentir dolor y placer, con la previa renuncia a distinguir entre animales humanos y no humanos.
Un pobre concepto del ser humano
En definitiva, no existe una diferencia fundamental, esencial, entre el hombre y los animales, salvo esa capacidad de comunicación más elaborada. El hombre es un puro ser material, un animal, aunque más evolucionado. Tampoco existen absolutos morales o derechos del ser humano a los que deban adecuarse la sociedad y la legislación para ser justas. Un ser humano no tiene derecho a la vida por el hecho de existir, sino sólo por ser autoconsciente, con capacidad de comunicación y estar aceptado socialmente. Se borra toda distinción entre el hombre y los animales, pues “todo ser vivo capaz de sentir placer o dolor es persona”, no sólo el ser humano. Por tanto, no está mal acabar con una vida humana en su inicio o vejez, si se dan determinadas circunstancias. Y está muy mal utilizar animales adultos para investigación, etc.: un animal adulto tiene más derecho a la vida que un ser humano aún no adulto.
De hecho, en nuestra civilización ya estamos actuando así: permitimos el aborto y, de modo indirecto, la eutanasia; sin decirlo, aplicamos el diagnóstico prenatal para evitar que nazcan niños con malformaciones, etc. Si obramos así y “nos va bien”, lo mejor es que declaremos con claridad que está bien, que es éticamente correcto.
Peter Singer lleva hasta sus últimas consecuencias los principios de una ética utilitarista, que ha renunciado a lo constitutivo de la ética: afirmar y defender los bienes y valores que deben regir la conducta humana. Parte de una antropología que también ha dejado de serlo, pues el hombre es un animal desarrollado, pero sin diferencias específicas ni trascendencia. Singer es un buen diagnosticador de los puntos débiles de la lógica que lleva consigo una civilización materialista como la nuestra; pero es mal médico. Su tratamiento es declarar como saludable la propia enfermedad y renunciar a elevar éticamente a la propia humanidad. Es cierto que los nuevos descubrimientos científicos están desafiando a la ética tradicional. Pero no la han derrumbado, sino que, al contrario, la hacen profundizar en el sentido de la vida, las enfermedades y la muerte. Cada vez con más fuerza se opone al utilitarismo práctico una ética personalista, que confía en el ser humano, que considera esencial la norma ética del respeto a toda vida humana, sin posibles categorías. Es una ética universalizable y humanizadora que proclama la dignidad de todo ser humano por el hecho de serlo. Solamente así lograremos una civilización a la medida del hombre.
Recensión de Francisco Javier León
Comments 4
Lamentable reseña.
Totalmente de acuerdo. No sólo no entiende a Singer sino que lo menosprecia. Y nunca explica el enfoque general, el del valor variable de la vida, dependiendo de la calidad de vida. Critica al utilitarismo sin fundamento, diciendo que ha abandonado los valores éticos, como si el utilitarismo no fuese una de las teorías éticas que mejor defienden valores como la libertad, la no discriminación, el derecho a la felicidad y a la dignidad. Es lamentable que se critique a los que no son antropocentristas exclusivamente por eso, por no serlo.
También tiene errores graves, dice que un animal adulto tiene más derechos que un ser humano que no es adulto, eso no es verdad. Si el animal no es persona un bebé tendría los mismos derechos, no menos. Si el animal es autoconsciente, entonces sí tiene algunos derechos “extra” respecto de niños muy pequeños, que no tienen conciencia de sí mismos. Eso no implica que no tengan derechos. También defiende los derechos de los fetos lo suficientemente desarrollados. La teoría de Singer es extremadamente coherente y bien fundamentada. Se puede estar de acuerdo o no, pero hay que entenderla. Para entenderla hay que leerla y esa reseña, que no da cuenta para nada del interés y la capacidad argumentativa, la profundidad y la coherencia de Singer, no ayuda en nada.
La filosofía de Peter, es muy relativista, y tiene muchas pinceladas de Maquiavelo. La moral absoluta está sellada en la conciencia del ser humano, y la ética se fundamenta en ella. Destruir aquello es una revolución peligrosa que atenta directamente al ser humano y sociedad.
Es una reseña justa y representa muy bien el pensamiento de Peter Singer.